"IMAGINA"
Quiero que cierren los ojos por un momento e imaginen a un hombre que entregó su vida al servicio de su país. Un hombre que pasó años viajando, gestionando, mediando; que representó al país con dignidad y esfuerzo, siempre con el peso de saber que cada palabra suya podía cambiar el destino de miles de personas. Imaginen sus noches sin dormir, las decisiones difíciles, el desgaste físico y emocional que dejó huellas en él y en su familia.
Ahora, imaginen que todo ese esfuerzo, todo ese sacrificio, toda esa vida, queda reducido, por la pluma de un guionista, a una caricatura: un retrato banal y frívolo que ignora la verdad, y que utiliza su nombre, su cargo y su historia para fabricar una ficción que le arrebata su dignidad. Imaginen lo que siente ese hombre al verse convertido en alguien que no es, y lo que siente su familia al contemplar cómo su recuerdo se distorsiona ante millones de personas.
Ni una sentencia, ni la propia justicia podrán deshacer el daño, porque hay heridas que no se curan con papeles ni con sentecias. El honor, una vez manchado en la opinión pública, difícilmente se recupera.
Nadie leerá una posible condena que haga justicia. El dinero no resarcirá el daño causado. Lo ficcionado habrá servido únicamente para atraer al público con fines tan vanos como el lucro, utilizando algunas verdades —como nombres, cargos o funciones— mezcladas de tal manera que resulte imposible distinguir la realidad de la maliciosa fantasía.
Ahora imaginen que ese hombre no es un personaje lejano de la política. Imaginen que es su padre. Imaginen que es usted.
¿Cómo se defiende la verdad cuando la ficción la ha devorado? Mi alegato: Por Diego Nazareno
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