El titular del Episcopado presidió la misa en la Iglesia Argentina. Concelebraron los cardenales Rossi y Bokalic. “Queremos testimoniar nuestra acción de gracias por su ministerio”, dijo el arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Marcelo Colombo, presidió en el domingo de la Misericordia la Eucaristía por el eterno descanso del Papa Francisco en la Iglesia Argentina en Roma. Cabe recordar que antes de cumplir función como Arzobispo en Mendoza, Colombo fue obispo de La Rioja.
Concelebraron la misa, el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, el arzobispo de Santiago del Estero y primado de la Argentina, cardenal Vicente Bokalic CM, junto con varios obispos y sacerdotes. Estuvieron presentes el secretario de Culto y Civilización Nahuel Sotelo, y el subsecretario de Culto, Agustín Caulo
La Iglesia Argentina en Roma lleva como patrona a Santa Maria Addolorata y su rector es el sacerdote Fernando Laguna.
En sus palabras, monseñor Colombo recordó: “Queremos aquí testimoniar públicamente nuestra acción de gracias a Dios por la vida y el ministerio del papa Francisco”.
“Provenientes de distintos lugares de la patria y del mundo nos reúne la gratitud por el don de la fecunda entrega pastoral del Papa que acaba de fallecer, y con quien compartimos, no solo el origen, sino también tantos sueños y esperanzas de una Iglesia en salida al encuentro de todos los hombres, especialmente de los más pobres y los alejados”, continuó.
El arzobispo argentino también se refirió al mensaje de pontífice fallecido y ahondó sobre la necesidad de encontrar las llagas de Jesús “haciendo obras de misericordia, que expresan nuestra atención a las necesidades más urgentes y elementales de nuestros pobres”.
“Esas llagas nos piden respuestas concretas ante el hambre, la sed, la intemperie, la desnudez, la enfermedad, la falta de libertad, el dolor, la ignorancia; pero también hay verdaderas llagas sociales, de dimensión universal y con graves consecuencias para la comunidad humana que conformamos. Allí también estamos llamados a ir a su encuentro para transformarlas, para poner señales de esperanza”, sostuvo.
Monseñor Colombo afirmó que “la muerte de Francisco nos invita a encontrar las llagas de Cristo y la humanidad para reconocer y adorar a Dios vivo y verdadero. Como creyentes no nos dejamos abatir ni nos acostumbramos con frases de circunstancia ante tanto dolor”.
“Llenos de esperanza estamos invitados a lanzarnos al encuentro de la vida verdadera, sin romanticismo, para amarla y servirla desde nuestro lugar de discípulos. De esa primacía del servicio y cuidado de la vida nos habló siempre Francisco”, añadió.
“Como argentinos nos reconocemos especialmente llamados a no mirar a otro lado, a interpretar ese mensaje tan potente de vida y esperanza que no dejará de ‘hacer lío’. Ahora, contando con la oración de Francisco, animados por la Pascua de Jesús, le pedimos a nuestra madre de Luján que nos tenga en esperanza”, animó.
Finalmente, monseñor Guillermo Karcher, ceremoniero pontificio brindó unas palabras de agradecimiento y reconocimiento al Papa Francisco, destacando diversos momentos vividos y compartidos durante su pontificado.
En diálogo con AICA, los arzobispos argentinos contaron lo que significó haber perdido a un pastor que vivió “la misericordia casi sin límites” y fue un “facilitador extraordinario”.
El Card. Rossi y Mons. Colombo despidieron a Francisco, un papa cercano que dejó huella
El arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, y el arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Marcelo Colombo, dialogaron con AICA en Roma tras participar del funeral del Papa Francisco.
En la charla con Guadalupe García Corigliano, los purpurados argentinos hablaron de sus sensaciones por la pérdida de un pastor cercano, el cónclave que comenzará el 7 de mayo próximo y el futuro de la Iglesia.
El cardenal Rossi destacó que Jorge Bergoglio, también jesuita, fue “un hombre que dejó huellas” y planteó: “El desafío es justamente eso, que como Iglesia y quien sea elegido para reemplazarlo, sin pretender que sea igual, tenga la valentía de seguir la misma huella”.
El cardenal Rossi reconoció que tanto a él como a gran parte del pueblo argentino lo embarga un sentimiento de orfandad después de tener “un papa tan cercano, su palabra en español, una manera, un vínculo”.
Consultado sobre qué expectativas tiene hay hacia cómo sigue la Iglesia, respondió: “Francisco era muy cercano y nos tenía mal acostumbrados. Nos vamos a tener que desacostumbrar de esas cosas, ¿no?” y agregó: de lo que “no nos debemos desacostumbrar es de vivir el evangelio”, pidió.
El purpurado cordobés dice que, de su magisterio, gestos y palabras, se queda con “la misericordia casi sin límites” de Bergoglio y también su “caridad con las manos y el corazón”.
Monseñor Colombo reconoce que el lunes de Pascua, cuando se conoció la muerte del Papa, fue “un día complejo de sentimientos, de sensaciones encontradas, de profunda esperanza a la que nos había convocado, pero de mucho dolor por esta partida, que siempre es prematura cuando la persona es tan necesaria, tan vitalmente y tan eclesialmente necesaria”.
El arzobispo mendocino aseguró que los argentinos sintieron “muy particularmente” el fallecimiento del pontífice, pero también otros amigos que lo sintieron mucho: brasileños, italianos y españoles que, dijo, “lo vivieron del mismo modo que nosotros, con las particularidades naturales de no pertenecer al mismo país”.
“Creo que él era un extraordinario facilitador. No en el sentido de poner las cosas de un modo banal, sino de acercar, de hacernos vivir las cosas difíciles un poco más sencillas en el seguimiento de Jesús”, valoró.
“Creo que esto es único. Una persona que te hacía vivir el encuentro con él como una cosa maravillosa, que te abría la cabeza y te permitía sentirte capaz de todo”, agregó.
Consultado sobre cómo se lo consuela al pueblo argentino frente a esta pérdida, monseñor Colombo respondió: “Hay que hacer presente a Francisco multiplicándolo en signos como él nos pedía permanentemente”.
“Signos de empatía, de solidaridad, de esto que hoy comentábamos en la misa, sirviéndonos del texto bíblico, tocar las llagas del Resucitado para experimentar que la vida nos reclama con una presencia de ternura y misericordia”, profundizó.
“De Francisco aprendí a no quedarnos con el ‘no se puede’, con el ‘siempre se hizo así’, a buscar la razón de ser de las cosas para poder ser muy fieles a lo que Dios nos pide en cada momento”, concluyó.