En la fría mañana riojana del sábado pasado se celebró el Jubileo de los dirigentes políticos, sociales y sindicales. La Jornada fue presidida por las reliquias de los 4 mártires riojanos y consistió en una ponencia del obispo, Monseñor Braida, momentos de reflexión personal, trabajos en grupos, presentación de conclusiones y una celebración final con la bendición del obispo.
El Lema del Encuentro fue Servidores de la de la Fraternidad y la Amistad Social. El tiempo de reflexión personal, posterior a la ponencia de Monseñor Braida, invitaba a mirar el camino recorrido en los compromisos asumidos y con una sincera y profunda mirada a nuestro interior buscar respondernos estas preguntas: ¿De dónde surge mi vocación de servicio como dirigente social o político, ¿Cuáles fueron mis sueños originales y cómo se fueron realizando? ¿hubo alguien que me inspiró? Dice el papa Francisco: FT 197 “Después de unos años, reflexionando sobre el propio pasado la pregunta no será: “¿Cuántos me aprobaron, cuántos me votaron, cuántos tuvieron una imagen positiva de mí?”. Las preguntas, quizás dolorosas, serán: “¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó?”
Seguidamente se compartió en pequeños grupos y se sacaron conclusiones. Compartimos las resonancias que surgieron luego de la reflexión personal y grupal: ¿De donde surge mi vocación como dirigente social o político?
Si bien en la puesta en común no hubo respuestas concretas sobre la raíz vocacional, se construyó la idea: “La vocación es la disposición espiritual para el compromiso social”; “La conexión con la vocación está en promover la esperanza y en aprender a morir”; “La vocación es una construcción colectiva”
¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó? Esta pregunta inspiró un análisis de coyuntura sociopolítica de la actualidad, y desembocó en la necesidad de transitar la militancia con coherencia y la escucha compasiva: “Hay que callarse para escuchar”; “Es un tiempo difícil para la fraternidad y la amistad social”; “Estamos en un sistema que promueve el consumo e institucionaliza el odio”; “La fraternidad es posible si todas las partes renunciamos a promover el odio social”; “La amistad social paralizada por el miedo, paraliza las acciones”; “Prejuzgar nos destruye como sociedad, tenemos que escuchar”; “Debemos escuchar con compasión para entendernos”.
En general hubo aceptación y se celebró el llamado de la Iglesia a vivir la amistad social: “La Iglesia nos invita a construir horizontes de esperanza, viviendo la dimensión social de la fe,
aprendiendo a morir a nuestras individualidades, para poder ver al otro”; “Vivir con menos también es morir a nosotros mismos, debemos estar dispuestos a renunciar para poder ver al otro, al hermano”; “La Iglesia se ofrece como camino de sinodalidad vinculada a la política”; “Con esta acción la Iglesia organiza y distribuye responsabilidades”.
Además se destacó que es posible encontrar puntos de encuentro a través de la escucha y la autocrítica consciente y conciliadora, llevando los valores de la fraternidad, la cohesión social y la capacidad transformadora a la práctica.
Como elementos propositivos destacaron: “Construir una agenda común (entre los distintos sectores y colores políticos) con prioridad social”, “Buscar consensos para políticas públicas concretas»
«Escuchar más, para servir más”, “Fomentar la cultura del encuentro”, “Cuidar el tejido social”.
A continuación, la ponencia de Monseñor Braida: “La amistad social como forma de aportar al bien común”
“Estamos aquí reunidos para una mañana de reflexión en el marco del Jubileo que se vive en la Iglesia. Al Jubileo o Año Santo, se lo vive de modo ordinario cada 25 años. En esta ocasión se conmemora los 2025 años del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo y de toda su obra salvadora. “Peregrinos de la Esperanza” es el lema de este año jubilar. El papa Francisco nos invita a renovar la esperanza en un mundo marcado por guerras, grietas, por un consumismo atroz, por un aumento de la pobreza y un deterioro significativo de la casa común. Nos invita a poner los ojos fijos en Jesús, causa de una esperanza que no defrauda y a vivir un proceso de conversión personal y comunitaria que nos lleve ser mensajeros de esperanza en todo tiempo y lugar. Profundizar en la amistad con Jesús renueva la esperanza y nos lleva a una vida plena y feliz para la cual nos ha creado el Señor”, encabezó su mensaje el obispo.
“En este marco los invitamos a vivir esta Jornada con el fin de parar un poco para ver cómo estamos, conectar un poco más con nosotros mismos, con los demás y, quien es creyente, con el mismo Dios que nos habita y siempre nos conduce a una vida mejor, más plena. Dios nos creó para la felicidad y, en la persona de su Hijo, nos mostró cuál es el camino para que ella se manifieste en nuestra vida. Nos convoca este tema: “La amistad social como forma de aportar al bien común”. Lo que implica mirar nuestra vida como dirigentes en vista a “ser Servidores de la Fraternidad y de la Amistad Social”, acotó.
“Quisiera que en este encuentro podamos fortalecer la vocación de servicio en la construcción de un mundo donde todos tengan un lugar y convivamos en paz, asumiendo los desafíos actuales. Para los cual es indispensable cultivar la fraternidad y la amistad social. Luego de partir de la experiencia de nuestras vidas y del Evangelio seguiré las enseñanzas del papa Francisco que en estos aspectos ha enriquecido la Doctrina Social de la Iglesia”, indicó.
“Cada uno tenemos una experiencia de vida fraterna desde nuestras familias a través del vínculo con nuestros hermanos de sangre con una referencia clara a nuestros padres o madres. Ese vínculo se extiende cuando nos relacionamos con los primos con quienes tenemos un vínculo común: nuestros abuelos. Lo fraterno hace más referencia a lo familiar. En familia crecemos juntos.
Jesús, hace también esta experiencia con su familia y parientes pero luego desde la relación con su Padre Dios, creador de todo, nos enseñará que, unidos a él, todos estamos llamados a ser y vivir como hijos de Dios y, al mismo tiempo, reconocernos hermanos y hermanas con los demás y ver en ellos un don de Dios, alguien dado por Dios para mi crecimiento, alguien a quien tengo que darme o donarme para su crecimiento”, remarcó.
“Por ello es fundamental para nosotros recibir el bautismo y la donación del Espíritu Santo que nos permite vivir esa filiación y reconocernos hermanos unos de otros en referencia al Padre en común. Leemos en el evangelio según San Mateo: “Alguien le dijo a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte». Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre»”, agregó.
“Así, el sueño del Padre es la fraternidad universal, que todos los seres humanos vivamos una fraternidad. Lo cual implica reconocer su paternidad y forjar un vínculo fuerte por él y la necesidad de ser ayudados por él. «San Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos”, aseveró.
“Otra experiencia fuerte en nuestras vidas es la amistad. Desde chicos nos relacionamos con compañeros/as del vecindario o de la escuela, o de un club, etc. En la adolescencia con algunos compañeros/as de la secundaria se forjan vínculos de amistad que perduran mucho tiempo. Jesús mismo aunque lo seguían multitudes y tenía muchos discípulos de entre ellos elige a los Doce y luego tendrá algunos más cercanos, tres: Pedro, Santiago y Juan. Él mismo dirá después a sus discípulos: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.” Jn 15,14-15. Anteriormente había dicho: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” Jn 15,13. Y en la Cruz dará la vida por todos, considerándonos sus amigos. Por tanto lo que Jesús nos revela ensancha nuestra mirada y horizonte considerando una amistad que incluya a todos. La amistad social implica ese vínculo con un horizonte amplio que abarque a todos, un estilo de vida que se basa en el reconocimiento recíproco de la dignidad de los demás y que se construye a partir de valores que hay que asumir y desarrollar a lo largo de la vida. Como dirigentes sociales estamos llamados a ser servidores y trabajadores de esta fraternidad y amistad social”, sentenció.
“Nos preguntamos entonces: ¿Cómo ser hoy servidores de la fraternidad y amistad social? Sin pretender ser exhaustivo, voy a indicar algunos elementos propios para este servicio iluminados fundamentalmente, como decía al inicio, por el magisterio del papa Francisco: Cultivar un fuerte vínculo con Dios. Aprender a parar, a hacer pausas que me permitan tomar conciencia de que somos limitados y necesitados de Dios y de los demás. Tomar conciencia de lo que hacemos y cómo lo hacemos. De lo que está bien y de lo que tiene que cambiar. Para ello el silencio es más que necesario. Un tiempo diario de oración es fundamental. Esto nos humaniza, nos permite volver al centro de nuestra vida, de nuestro ser. Volver a Dios. Siempre. Asumir y vivir con entrega la dimensión social de la fe. Así como expresamos la fe en la oración y participando de una misa, o del culto, o realizando una procesión o peregrinación tenemos que expresarla también en la vida cotidiana, en nuestras responsabilidades y vínculo de cada día. Nos dice Francisco[3]: “La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás… La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí». “…Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor… el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo…”, subrayó,.
“Ser parte de la comisión de un club, de una vecinal, de la cooperadora de la escuela, una comisión de capilla y toda institución que tenga como fin buscar el bien de la población nos ayuda a expresar nuestra fe a través del compromiso y servicio en el ellas. Por ejemplo, no puede ser que habiendo en un lugar númerosos cristianos no se puedan renovar las comisiones en estas instituciones por falta de gente. La inclusión social de los pobres. Para que la amistad social se realice tienen que estar todas las personas incluidas. Para eso necesitamos incluir a los más alejados, pobres o descartados del sistema. Dice Francisco: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.” (EG 186) y agrega: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo… Hacer oídos sordos a ese clamor, cuando nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto…”, detalló.
“Por eso nos tiene que interpelar la pobreza de nuestro país, las personas en consumos problemáticos, la violencia, etc. En estos días en que se proponen leyes que buscan bajar la edad de imputabilidad tenemos que animarnos a abordar de modo más amplio el problema de los adolescentes en conflicto con la ley; analizar y buscar solucionar las causas de la misma. Al hacerlo veremos que todos tenemos una responsabilidad en mejorar la situación de vida de los niños, niñas y adolescentes que muchas veces por falta de oportunidades viven a la deriva”, remarcó.
“Apostar a un nuevo estilo de vida que reduzca el nivel de consumo y promueva una felicidad que sea fruto de la sobriedad, de aprender a disfrutar de lo cotidiano sin la obsesión de poseerlo todo. En Laudato Si, Francisco, además de ayudarnos a tomar conciencia de la importancia del Cuidado de la Casa Común también es muy crítico de la economía actual que impulsa a generar en cada persona un consumidor de lo tanto que se produce en el mundo. Dice: “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir… porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca.” (LS 204)
“Hoy muchos viven para pagar cuotas… se desviven por trabajar para pagar cuotas de los que consumen… terminan con algo y siguen con otra cosa… sin parar”, decía en un reportaje el ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica”, enumeró.
“El Papa invita a un nuevo estilo de vida, a tomar conciencia que se puede vivir muy bien con poco, con sobriedad y belleza: “La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profunda-mente sin obsesionarse por el consumo… La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibi-lidades de comprensión y de realización personal… Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuen-tros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contac-to con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.”. En Fratelli Tutti[6]Francisco nos ilumina específicamente sobre cómo contribuir a la ‘La fraternidad y amistad social’ que ayude a superar la enemistad social, las grietas y la polarización que desgasta a la sociedad y le impide buscar el bien común, los bienes que todos necesitamos para crecer y desarrollarse”, aportó.
La Iglesia realizó un Jubileo de dirigentes sociales y políticos
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