Sociedad

Los Heraldos de San Nicolás

Sin decir palabra, caminan con humildad hacia otro Tinkunaco, llevando también las súplicas de todo un pueblo: salud, trabajo, paz. Dicen que el trono a veces pesa más… o menos. San Nicolás lo decide. Es su voluntad la que guía los pasos de estos hombres comunes, con rostros marcados de emoción, fe y esperanza. San Nicolás ya está en la plaza. Flota entre su gente.
Sus lágrimas, sus hombros morados como su manto, las genuflexiones, las banderas... Todo se funde en un solo acto de amor y devoción. El mundo se detiene. Los Heraldos reconocen al Divino Niño Jesús Alcalde como único Dios y dueño. El milagro se ha consumado. El Tinkunaco ha unido otra vez al pueblo. Los Heraldos cumplieron su misión. Levantan sus banderas y tiñen de esperanza a nuestra tierra riojana.
“Hoy, querido San Nicolás, te pedimos la gracia de asumir los signos de los tiempos y transformarlos en signos de esperanza. Te pedimos que nos ayudes a vivir la dimensión sinodal de la Iglesia, a comprometernos con la vida fraterna y en el cuidado de la vida más vulnerable y en el cuidado responsable de la casa común. Te encomiendo a todas las parroquias del Oeste riojano, que este año son visitadas por tu Imagen peregrina. Que tu paso reavive la fe y la esperanza de cada comunidad y sea motivo de alentar el caminar juntos como Iglesia”, dijo el obispo en su mensaje tras la procesión que se realizó como culiminación de las fiestas de invierno en honor al Santo Patrono, San Nicolás.

HERALDOS DE SAN NICOLÁS PROCESIÓN

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