En la noche del viernes se realizó la ordenación diaconal del Seminarista Fabián Vega Oliva. En una ceremonia cargada de emociones, en la Iglesia Catedral, el obispo Dante Braida empezó su homilía informando sobre “este acontecimiento promediando el año jubilar con el lema Peregrinos de Esperanza, que nos invita a poner los ojos fijos en Jesús y a seguirlo cada día con fidelidad, al mismo tiempo la vivimos en el contexto del mes de los beatos mártires Riojanos que nos inspiran cada día a vivir el Evangelio respondiendo al llamado de Dios a la Santidad”.
“El ministerio diaconal que hoy recibes Fabián es un ‘Signo de esperanza’ para nuestro pueblo porque hace presente a Jesús que ‘no vino a ser servido sino a servir y dar la vida por todos’. Por esto el modo de ejercerlo con plenitud es en una confianza y unidad profunda con Él. Como el profeta Jeremías que, al recibir el llamado de Dios, consciente de su pequeñez, es invitado a poner toda su confianza en el Señor y a obedecerlo solo a Él: “irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene; Yo pongo mis palabras en tu boca” le dirá. También el salmista expresa esta centralidad de Dios en su vida: “El Señor es mi Pastor, él me hace descansar, me conduce y repara mis fuerzas”. Por eso tu vida de oración, tu cercanía, permanente con el Señor será clave para vivir en plenitud este ministerio. Aún en medio de las actividades de cada día, muchas veces intensas y diversas, tu vida orante tendrá que ser fiel y perseverante. Este será uno de los compromisos que hoy asumirás con la ordenación”, acotó Braida.
“Fabián ha elegido como lema: “Conmovido, se acercó”, en referencia a la parábola del Buen Samaritano. Sí, el ministerio diaconal es para el servicio del Pueblo al estilo de Jesús que “recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias” como lo expresó el Evangelio que acabamos de proclamar. Este Evangelio que resalta la actitud de compasión de Jesús al ver a la multitud como ovejas sin pastor, que lo lleva a obrar en consecuencia invitando a la oración y dando la Palabra y luego enviando a los discípulos para que colaboren con su misión. También hoy es esencial dar lugar a la compasión para percibir las necesidades de nuestro pueblo: familias que están en crisis, ancianos que están solos, jóvenes que buscan sentido a sus vidas o desean descubrir su vocación, personas en situación de pobreza, muchos que tienen hambre de Dios y de conocerlo y seguirlo. También, Fabián, con compasión estamos llamados a relacionarnos con los demás ministros de la Iglesia, diáconos, sacerdotes; con la vida consagrada, con los seminaristas, también en cada uno de ellos hay una persona necesitada de cercanía y ayuda para fortalecer los lazos fraternos”, aseveró.
“En la vida pastoral la opción por los pobres que nos invita a vivir el Evangelio requiere un ejercicio cotidiano de escucha, compasión, cercanía y de obras que responda a lo que percibimos. Para vivir decididamente esta opción, nos dicen los obispos en Aparecida, “Es necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos y evite toda actitud paternalista. Se nos pide dedicar tiempo a los pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés, acompañarlos en los momentos más difíciles, eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformación de su situación. No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo de actuar y con sus palabras: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos” (Lc 14, 13)… Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducir nos a la amistad con los pobres. Día a día, los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción humana integral”, indicó.
“Como diácono tendrás que servir a los pobres, pero también organizar la caridad para que muchos en el Pueblo de Dios asuman su vocación de servicio y las respuestas sean más claras y eficientes. A esta actitud de compasión y cercanía la segunda lectura agrega la importancia de la misericordia y del anuncio del Evangelio con decisión y valentía, siempre con actitud de servicio y con Jesús en el centro: “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús” como nos lo decía la segunda lectura.
Como diácono tendrás la posibilidad ‘dar la Palabra’ en la predicación, también organizando la catequesis y en la predicación de retiros. En el pueblo hay mucha necesidad de Jesús, también en los más pobres. Cuida con dedicación esta dimensión del ministerio para que nadie quede al margen de la amistad con el Señor”, aportó.
“También es vital que tu servicio diaconal lo vivas en comunión con toda la Iglesia que quiere en este tiempo fortalecer su dimensión sinodal y misionera. Una Iglesia en salida y que camine unida con la participación de todos sus miembros tiene que ser el rostro de nuestras comunidades hoy.
Esta experiencia de algún modo ya la vienes teniendo al haberte integrado en tu camino de fe a varias comunidades: desde Guandacol, donde están tus raíces –con el aporte esencial de tu familia-, la parroquia el Señor del Milagro –con la participación en la Renovación Carismática-, el seminario de Córdoba y luego el de San Juan, con los lugares donde viviste tu servicio pastoral en esos períodos, luego la parroquia de Chepes y hoy en la Anunciación del Señor. En varios lugares tuviste la experiencia de ser acogido y todas contribuyeron a tu formación, en todas ya hiciste el ejercicio de aportar tus dones y talentos. Agradecemos a cada una de estas comunidades por su acompañamiento y compromiso con Fabián y su formación”, señaló.
“Que esta experiencia sea enriquecida con la asunción del Documento Final del Sínodo que nos da pautas concretas para que todos en el Pueblo de Dios, podamos ocupar el propio lugar y vivir en armonía con los demás la propia vocación y misión. El celibato que hoy recibes como un don, Fabián, es para vivir plenamente tu vida consagrada, en unidad profunda con el Señor y en servicio generoso a su pueblo. Rezamos y te acompañamos para que lo puedas vivir con fidelidad y alegría, y en unidad a todas las vocaciones y carismas de la Iglesia”, remarcó.
“Querida comunidad diocesana, «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha», nos decía Jesús en el Evangelio. Les pido que recemos y trabajemos mucho por las vocaciones. Todas son importantes y necesarias para el crecimiento del Reino de Dios. El Documento Final del Sínodo nos dice: “Las diferentes vocaciones eclesiales son, de hecho, expresiones múltiples y articuladas de la única llamada bautismal a la santidad y a la misión… Estos dones no son propiedad exclusiva de quienes los reciben y ejercen, ni pueden ser motivo de reivindicación para sí mismos o para un grupo. Están llamados a contribuir tanto a la vida de la comunidad cristiana, como al desarrollo de la sociedad en sus múltiples dimensiones, mediante una adecuada pastoral vocacional”, finalizó Braida.
Seminarista se ordenó de diácono en la Catedral
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