Los héroes son personas comunes que se enfrentan a situaciones extraordinarias. La idea que supo plasmar Héctor Oesterheld a través de su inolvidable personaje Juan Salvo - protagonista de El Eternauta - se hace carne en tantas otras historias reales, como la de Graciela Pera de Díaz. El quiebre para ella fue el 19 de marzo de 2004. Ese fue el día que mataron a Matías, su hijo de 21 años.
Así, de un momento a otro, Graciela se convirtió en “la señora del cuaderno azul”, en una suerte de detective o fiscal paralela que investigó el asesinato de su propio hijo sin descanso hasta que encontró a los asesinos y logró que ambos fueran condenados.
El crimen de Matías
El viernes 19 de marzo de 2004 la vida de Matías Díaz se apagó en un instante. El joven se encontraba en una casa de computación en San Fernando, donde trabajaba como encargado, cuando dos ladrones irrumpieron en el local, le pidieron el dinero y, sin razón alguna, uno de ellos le disparó antes de escapar.
Matías fue asesinado con las manos en alto. No hubo resistencia. No hubo discusiones. No hubo forcejeo. Tras cometer el crimen, los delincuentes huyeron y se perdieron en la oscuridad.
Poco después sonó el teléfono en la casa donde vivía Matías con su familia. “Parece que entraron a robar y le pegaron un tiro en una pierna”, le avisaron a Graciela, su mamá, y tanto ella como su marido salieron a las corridas sin saber todavía a dónde iban.

Ellos creían que su hijo estaba en un hospital, pero terminaron reconociéndolo en la morgue. “Estuve tres meses sin poder levantarme de la cama”, sostuvo la mujer hace algunos años, en una entrevista con Arriba Argentinos (eltrece), sobre el impacto devastador que tuvo en ella la noticia.
Su mundo se había desmoronado, pero un día, sin una razón particular, se levantó y fue a la fiscalía a preguntar por la causa de su hijo. No había respuestas. En ese momento fue que tomó la decisión de investigar por su propia cuenta.
La búsqueda incansable de justicia
Con tan solo un cuaderno azul bajo el brazo, Graciela volvió al lugar del crimen, habló con testigos y siguió pistas que la llevaron a Villa Garrote. En ese lugar conoció a una testigo clave que, tras mucha insistencia de su parte, accedió a declarar lo que sabía sobre los asesinos de su hijo.
La mamá de Matías anotó cada detalle en ese cuaderno, cada nombre y cada indicio durante los cuatro años que duró su investigación. De esa manera, pudo descubrir que Damián “El Negro Fernández” y Carlos “Chanín” Albermajer eran los responsables del asesinato.

Para ese momento, su necesidad de estar cara a cara con la persona que le había quitado a Matías era mucho más fuerte que el miedo por lo que a ella misma pudiera pasarle. Por eso fue a buscarlo a la villa donde vivía.
“Le dije qué tal, como estás. Yo soy la mamá de Matías, el chico que vos y el Negro Fernández mataron en la casa de computación. Me dice No señora, yo no tengo nada que ver. (....) Él me dice que me había visto caminando por la villa y que estuvo tentado de venir a hablarme, pero no lo hizo (...) Yo, señora, le tengo miedo a usted”, relató en distintas entrevistas, en referencia a aquel encuentro.
Graciela encontró sola todas las respuestas y Justicia la acompañó. Un tribunal condenó a Albermajer y Fernández a 18 y 17 años de prisión respectivamente.
Los asesinos de Matías Díaz cumplieron su condena en la cárcel y actualmente ambos se encuentran en libertad por agotamiento de pena.

La lucha continúa
Graciela conservó la ropa de su hijo hasta hace un mes, cuando la donó a los bomberos de General Pacheco para las víctimas de la inundación de Bahía Blanca.
“Ni sé cómo pude desprenderme de ese tesoro que eran para mí tus pilchas, que no eran muchas. Pero... pude dar el paso (...). Lo hice rápido, casi sin pensar para no arrepentirme”, confió a través de una publicación en las redes.
Este viernes 11 de abril, como aquel otro hace 21 años, tampoco será un día más para la mamá de Matías. Esta tarde se gradúa de abogada, a los 66 años. Ni más ni menos que un ejemplo más de lo que pudo lograr con tenacidad y su amor incondicional.
“Un hijo es para siempre”
Como cada año, el último 19 de marzo Graciela recordó a su hijo con un mensaje cargado de emoción en su perfil de Facebook.
La carta de Graciela a su hijo:
El tiempo pasa rápido cuando hay felicidad y lento cuando hay dolor, y en esa mezcla de sensaciones ya van 21 años. Los mismos que te tuve y los que no te tuve, hijo querido. Antes por lo menos sabía qué sentía. Ahora dudo. Si fue poca o mucha nuestra vida juntos.
Una cosa sé, fue intensa. Cada momento vivido fue único, pero... obviamente esa sensación no me conforma. Seguirán pasando los años, y como cruel tortura mi deseo que jamás podrá ser realidad es que estuvieras conmigo, no hay peor crueldad que soñar algo imposible y persistir en ello. Me deja diezmada, pero nada puedo hacer. Persisto también en imaginarte cómo estarías hoy físicamente y soy benévola, porque tu imagen quedó congelada 21 años atrás, en miles de fotografías, con tus 21 años jóvenes y tan hermoso... y me duele, puta si me duele...
(...) Quedate tranquilo hijo, tus camisetas de fútbol están donde siempre. Te amo y te extraño muchísimo. Ojalá nos volvamos a ver, pero no quiero pensar mucho en ello, para preservarme y no estar a un paso de la locura. Que día tan triste y doloroso para mí, mi amado Matías. Mi loco lindo. Mi primogénito.
Es real el verdadero amor, porque trasciende la fría muerte.
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