En Radio La Ciudad, el docente se refirió a la instauración del Día Nacional del Agua, una fecha instaurada en el 1972 con el objetivo de generar conciencia sobre la importancia de la disponibilidad, el uso y el aprovechamiento del agua en Argentina. “La fecha surgió para visibilizar la problemática de la escasez de agua, ya que en aquella época las grandes ciudades del país ya enfrentaban dificultades con el suministro hídrico”, sostuvo.
El especialista señaló que, a partir de esta conmemoración, se impulsaron estudios e investigaciones sobre la situación de los recursos hídricos. “A nivel mundial y nacional se analiza la disponibilidad de agua dulce. En Argentina, el 85% de este recurso se encuentra en la Cuenca del Plata, que abarca los ríos Paraná y Uruguay, entre otros, mientras que el 15% restante está distribuido en el resto del territorio”, detalló.
La situación en La Rioja
Al referirse a la disponibilidad de agua en la provincia, Fuentes advirtió sobre la dependencia de perforaciones para el abastecimiento. “En La Rioja, el 70% del agua proviene de perforaciones, lo que demuestra la dificultad de acceso a este recurso. A pesar de ello, la conciencia sobre su uso no es la adecuada”, afirmó.
En cuanto al consumo, indicó que, en actividades cotidianas como la higiene personal, el lavado de ropa y el riego se utilizan entre 40 y 50 litros de agua por persona. “Si bien la ciudad capital supera los 200.000 habitantes, si el 20% de la población realiza un consumo desmedido y derrocha agua a diario, esto agrava la problemática de la escasez”, alertó.
Conciencia y responsabilidad
Fuentes remarcó que la solución a la crisis hídrica no depende exclusivamente de las autoridades, sino también de la responsabilidad individual. “Si no tomamos conciencia, será muy difícil revertir esta situación, más allá de las medidas gubernamentales. El problema del agua no es solo una cuestión de obra pública, sino un desafío que involucra a toda la sociedad”, enfatizó.
Finalmente, el especialista subrayó la necesidad de fortalecer la educación ambiental formal y la promoción de hábitos responsables para garantizar el acceso sostenible al agua en el futuro.
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