Las preguntas son: ¿qué medidas de ahorro implementar para gastar menos energía y aliviar el impacto en las próximas boletas? ¿Y por dónde empezar para que el esfuerzo tenga efectos relevantes para el bolsillo? Para ello, desde Ec Sapem estiman que es importante conocer cual son los artefactos del hogar que más energía consumen y como usarlos.
Conviene saber que una investigación realizada por expertos de la Universidad Nacional de San Martín determinó que un hogar típico de clase media consumía unos 4.200 kWh anuales, o lo que es lo mismo, unos 350 kWh mensuales. También, que el consumo permanente de una vivienda se concentra en la heladera (21%), el aire acondicionado (16%), la iluminación (11%) y los calefactores (8%). Hornos eléctricos (7%), computadoras (7%), televisores (6%), cafeteras (3%), lavarropas (2%), planchas (2%) y secadores (2%) explicaron porciones.
Como el clima que tenemos por delante es el frio, entonces, habrá que prestar especial atención a la calefacción eléctrica de nuestras viviendas con aires y estufas, a la heladera y a las lamparitas. A continuación, una guía práctica para bajar el uso de energía de cada uno de esos artefactos:
La heladera: algunos consejos para reducir su consumo eléctrico
1. Ocuparse del mantenimiento. No dejar que se acumule polvo atrás y revisar seguido que los burletes de las puertas estén bien.
Controlar que no se forme hielo en las paredes del freezer ya que una capa de sólo 3 milímetros eleva el consumo hasta un 30%.
2. Revisar el termostato. No enfriar más de lo necesario: por cada grado que se baje el regulador, el consumo de energía crece un 5%.
3. Mejorar hábitos de uso. Tratar de abrir menos veces la puerta y por el tiempo mínimo necesario, para reducir estas pérdidas de frío que explican 5% a 10% del gasto total.
Calefacción eléctrica: algunos consejos para reducir su consumo
Según los técnicos, cuando llega el frío, la opción más eficiente para calefaccionar es siempre el aire acondicionado en modo calor, cuyo consumo resulta muy inferior al de caloventores, estufas de cuarzo y otras variantes, casi todos muy baratos.
En cualquier caso, para bajar el gasto en pleno invierno lo importante será:
1. Fijar temperaturas moderadas. Se estima que, frente a temperaturas invernales, 18 a 20 grados se consideran suficientes para sentirse bien, usando ropa abrigada. Por cada grado adicional que se pida al artefacto el consumo crecerá un 15%.
2. Limpiar seguido los filtros. Recomiendan retirarlos y sacarles la suciedad una vez por mes. De lo contrario, las partículas acumuladas dificultarán la salida del aire caliente. Y el equipo tendrá que funcionar por más tiempo para templar el ambiente, con mayor consumo.
3. No “apurar” subiendo grados. Programar un aire en 26° o en 30° no logrará que el ambiente se caliente más rápido. Si se lo fijó en 20° y el lugar está mucho más frío que eso, el equipo igual funcionará a pleno hasta llegar a la meta, sin riesgo de calefaccionar en exceso.
4. Apuntar las corrientes hacia abajo. Como el aire caliente tiende a subir, la idea es evitar que se concentre enseguida junto al techo, dejando fría la zona en la que están las personas. Para que no se estratifique y forzarlo a bajar, también ayudará prender en mínimo un ventilador (cuyo consumo es ínfimo).
5. Controlar la aislación. Verificar burletes en puertas, ventanas, taparrollos y cerramientos -y renovar los que estén gastados- es clave para reducir ingresos de aire frío (los “chifletes”). También sirve colocar láminas de polietileno y cinta en ventanas que no se abran seguido para generar un efecto aislante similar al del doble vidrio.
6. Aprovechar cortinas, persianas y postigos. Son aliados importantes para bajar el gasto en calefacción. La recomendación es, por un lado, cerrarlos bien cada noche para reducir las pérdidas de calor. Y por otro lado, abrirlos de día para dejar entrar la luz solar y que ésta caliente gratis el interior.
Iluminación: algunos consejos para reducir su consumo
1. Usar focos LED. Estas lámparas pueden gastar la mitad que las fluorescentes compactas y hasta la décima parte que las halógenas o incandescentes. Su vida útil, además, puede ser 10 veces mayor: llega a 30 mil horas o 15 años.
2. Elegir LED de alta eficiencia. Entre lámparas LED con igual luminosidad, algunas logran gastar menos energía que otras. Por eso, al comprar, hay que mirar sus etiquetas de eficiencia y preferir las de clase A, A+ o A++.
3. Habituarse al “prende y apaga”. Las luces sólo deben estar encendidas mientras haya alguien en la habitación. Al salir de un ambiente, aunque sea por poco tiempo, debería quedar a oscuras.
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