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1591 Cultura + Espectáculos PARTE DE NUESTRA HISTORIA

Bodega Nacari: un reflejo de la pasión por la excelencia

La Bodega Nacarí no solo fue un lugar donde se elaboraron vinos excepcionales, aún hoy es un custodio de la rica herencia productiva de La Rioja. Su presencia en Nonogasta es un testimonio de la historia, la cultura y el compromiso con la calidad que define a La Rioja como un destacado punto vitivinícola. En una visita de lujo, pudimos recorrerla con su enólogo, Jorge Ruiti, quién con nostalgia y pasión nos adentro en su historia.
Sara González Cañete

Por Sara González Cañete

En el Valle de Famatina se esconden grandes joyas de la historia riojana que evocan la memoria de sus fundadores, de los momentos que marcaron hitos y trascendieron fronteras.

Antigua Bodega Nacarí
Antigua Bodega Nacarí

El sol derramaba sus rayos mientras los enormes arboles de eucaliptus se mecían levemente, con el tranquilo viento de siesta nonogasteña. La belleza a través del tiempo se puede observar incluso en los lugares dormidos y en silencio, como se observan las esculturas del mundo antiguo. Guardan secretos que a tientas siempre se busca rescatar cual imágenes en sepia que esconden los colores del pasado, que en un halo monocromático es testigo de imágenes pasadas. La antigua BODEGA NACARI estaba ahí frente a Jorge Ruiti, enólogo de excelencia, dueño del arte vitivinícola entre su alma y sus venas.

Una apacible tarde nos abrió las puertas del pasado. El enólogo se adentró en su vida mientras recorría lentamente el lugar, los pasillos con enormes estanques de cemento y sus puertas de acero inoxidable que permanecen intactas. Relata y revive en cada espacio una historia especial; todo parece desperezarse con nostalgia a medida que avanzamos entre paredes cubiertas por años de voces y el trabajo de personas significativas.

LA BODEGA ANTIGUA NACARÍ

Un 2 de junio, 85 años atrás en Nonogasta, se constituía la Sociedad Nacari. Por gestión de Guillermo D. Iribarren, se proyectó la construcción de Bodegas Regionales en La Rioja, presidida en ese entonces por el doctor Rafael Guevara. Construida esta Bodega, se hizo cargo la comisión fundadora, presidida por Florencio Dávila San Román, quien ya había ejercido la Gobernación de la Provincia con el Dr. Alfredo Larguia Dávila, junto a visionarios productores. Fue elegido primer presidente de la Sociedad Don Pedro Zamora y secretario, el joven enólogo Carlos A. Iribarren, siendo posteriormente varias veces presidente. Continuaron abnegados productores, todos comprometidos por la calidad de sus vinos, dándoles prestigio a La Rioja vitivinícola.

Evoco sucintamente su trayectoria: Comenzó liderando en bordalesas, a las que siguieron esas celebres damajuanas forradas en mimbre, donde se envasaban los famosos vinos regionales que con orgullo lucían: “Envasados en origen.” Luego, al haber alcanzado la excelencia en la elaboración por la óptima calidad de uva producida por sus socios, la tecnología incorporada y la innegable capacidad profesional de sus enólogos, da a luz a un Torrontés Riojano que logro sorprender al jurado de Francia, consiguiendo el trofeo más preciado en los concursos mundiales del vino: el llamado Oscar de Oro/Vinexpo/Bordeau. Le siguieron innumerables distinciones internacionales. “Las vicisitudes de la actividad empresarial y de la cambiante industria del vino, provoco un paréntesis en la historia de sus más de ocho décadas, pero aun su relato de vida no culminó…”, palabras de Florencio Gordillo Dávila.

El Torrontés
El Torrontés "Nacarí" fue premiado con el Osca de Oro "Vinexpo Bordeau"

Nos acercamos a un estanque de inmenso tamaño, los ojos del Enólogo se posan con un dejo de amor implícito al observar el perfecto estado de su construcción. “Este es el tanque más grande de la bodega, caben aquí 1.000.017 de litros. Producíamos al año alrededor de 10.000.000 de litros”.

Su mirada recorre la conservada Nacari, camina lento y desanda sus años mozos. Con 24 años llegó para dar sus primeros pasos, al lado de Guillermo Neyra, el primer enólogo a quien secundó con su excepcional talento y profesionalismo. Transitó sus años de primer amor enológico con la misma pasión que todavía lo destaca y ejecuta trabajando actualmente en Cooperativa La Riojana.

La dama antigua que simboliza la NACARI en este lugar, de donde actualmente cada terruño tiene su propio sabor y aroma, sigue siendo de un respetable prestigio e inigualable amor expresado por quienes la compusieron, la conocieron y enarbolaron sus etiquetas. Muchos en su retiro dejaron capítulos de vidas enteras entre las cosechas que llegaban y los famosos vinos que salían a conquistar territorios.

El laboratorio de la antigua Bodega Nacarí está intacto
El laboratorio de la antigua Bodega Nacarí está intacto
VESTIGIOS DE GLORIAS PASADAS

El recorrido tiene dos lugares que dejan ver el vestigio de sus glorias pasadas, el sótano de la bodega y el laboratorio. Con pasos seguros, sigue bajando las escaleras, el hijo por naturaleza de este lugar.

La temperatura en el sótano tiene diez grados menos que en la superficie, el cambio del aire se siente, como un soplido del pasado abriendo sus puertas. El único pupitre que no se erradicó de la NACARI cuando este llegó a su fin productivo estaba frente a su creador, tocó su arte y elevó ante sus ojos una botella de aquel espumante. Tres décadas después esperan su rescate, él parece desear guardar ese último atisbo de magia que quedó resguardado ahí, sin el deseo de cerrar el capítulo de su propia vida, la misma que solo en su sentir podría describir lo que significa.

Un pupitre en la Nacarí, con espumantes que tres décadas después esperan su rescate...
Un pupitre en la Nacarí, con espumantes que tres décadas después esperan su rescate...

Un momento de rito histórico, estas palabras buscan la precisión del detalle emocional que cautiva en el interior de la distinguida NACARI. Su enólogo no es un hijo pródigo, es el heredero de su valor. Susurran los colores de una pintura gris en la pared y un clima armonioso muestra la obra intervenida años atrás por alumnos del Polivalente de Arte. Simula la continuidad del pasillo, tras unas rejas pintadas en colores negro y gris. La ilusión óptica es fascinante, el presente tiene sublimado su propio pasado, imposible de borrar, aunque pasen los años, aunque olviden sus épicos premios y galardones, aunque no tenga rescate la reliquia viva que late en el cabreado de su techo, en las prensas cubiertas de polvo, en las mangueras secas sin torrontés ni malbec. Aún hay memorias célebres de todos los que preservan y rescatan este patrimonio único.

La experiencia sigue en el laboratorio, donde incluso historias de fábulas tienen protagonismo. Las tazas están cubiertas de polvo, en el año 2018 dejaron de servir café, yerbeado y té. Nada evaporó la vida de varios racimos de uvas conservadas en un líquido transparente especial. Con más de 5 décadas siguen siendo dueñas del laboratorio. Un desteñido cuadro del NACARI ganador observa desde la pared esta visita permitida.

“Aquí pase momentos importantes de mi vida” expresa el enólogo, con la quietud y el deseo de volver por un instante al pasado, no por la añoranza misma, se ve la nostalgia corriendo un velo frente a él.

Todo permanece intacto en el laboratorio de la Nacarí
Todo permanece intacto en el laboratorio de la Nacarí

Abre puertas y acaricia tubos de ensayo al pasar, corre el polvo y busca darle algo más que su amor. El laboratorio es el corazón de una bodega, toda la materia prima llega y comparte el mismo ingreso, la selección e incluso la elaboración final. Sin embargo, el laboratorio aparta cepas, descubre aromas, potencia sabores, realza colores, intensifica el cuerpo, crea el vino.

En una pequeña cantidad, formando obras de arte con tonalidades y movimientos en tubos, envases, hasta llegar a las botellas que se expresan de diferentes maneras. El vino, la bebida más ancestral del mundo, en una cuna de oro que ya no brilla, NACARI que tendrá el destino escrito para sus próximos años.

“Era una cooperativa con 44 socios, cuando llegué, la más conocida a nivel Nacional. Con enorme potencial enológico, el mismo que desarrollamos con Guillermo Neyra. Una Bodega confiable en todo sentido, pujante y visionaria”, afirma el enólogo Jorge Ruiti.

NACARI. Un día se durmió este templo, se apagó la sirena que anunciaba el ritmo del día para Nonogasta. Las luces no volvieron a encenderse, un día guardó sus proezas y se secaron sus tanques. ¿Cuantos enigmas e historias sin revelar se quedaron entre sus cimientos? ¿Qué misterio tiene este lugar fascinante de la historia del vino? Sus grandes pasillos y su estructura toda, habla en silencio y canta al unísono con los ecos del pasado.

Una deslumbrante obra de antaño, que solo se deja acariciar por los recuerdos de quienes la amaron tanto. En el año que se elevó NACARI con su Oscar de Oro, una nota periodística destacó así este premio: “Cuando el enólogo del establecimiento Nacari recibió el Oscar De Oro, en una lujosa comida en un castillo del siglo XIV en Bordeaux, se galardonaba, ni más ni menos que al mejor vino del mundo en su tipo. Hace sólo unos pocos meses se reconoció universalmente la personalidad de un gran cepaje que se puede llamar con orgullo, auténticamente Argentino: el torrontés riojano. (…) Sesenta y un asistentes le otorgaron el máximo puntaje. El varietal Torrontés fue clasificado como “un vino atractivo y distinguido que deja recuerdos imborrables en los catadores”.

CONTINUARÁ...

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