Por Sara González Cañete
Chilecito es un lugar de majestuosidad definida por su cielo estrellado, con el perfume del aroma que emana la jarilla y las flores silvestres, atravesando sus valles y quebradas no faltan vertientes que arrullan con su melodioso recorrido entre piedras.
Imaginar cómo fueron los inicios de una época revolucionaria en un lejano paraje como la Perla del Oeste, tan acertado el apodo que distingue a Chilecito. Podría ser un tanto difícil de narrar, sin embargo las palabras siempre buscan ajustarse a la historia que merece ser contada. Enclavado en las pintorescas tierras de Chilecito, se encuentra el icónico horno de fundición del Cable Carril, testigo silente de la historia y el trabajo que marcó a esta región por generaciones. Este emblemático lugar, conocido como Santa Florentina, es mucho más que un simple horno de fundición: es un testimonio vivo de la ingeniería y el esfuerzo humano que transformaron el paisaje y la economía de la zona. Construido en una época en la que el transporte y la logística eran pilares fundamentales para el crecimiento económico de la región, el horno de fundición del cable carril fue fundamental para la operación de la época minera en Chilecito. A través de sus imponentes estructuras de ladrillo, aún hoy se pueden vislumbrar los vestigios de una era pasada, en la que la innovación y la determinación de los trabajadores forjaron un legado que perdura en el tiempo.
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Su interés como punto turístico cultural
Santa Florentina no solo es un lugar de interés histórico, sino también un punto de encuentro para los amantes de la cultura y la tradición de La Rioja. Sus ruinas cuentan la historia de sacrificio y dedicación de aquellos que contribuyeron al desarrollo de la región, y nos invitan a reflexionar sobre el valor del patrimonio cultural como parte esencial de nuestra identidad colectiva. Este punto histórico se encuentra a pocos kilómetros de la Estación 2, casi acompañando el espacio geográfico. Un lugar que revela a través de sus ruinas perfectamente conservadas el significado de la historia viva. Así, tanto para los habitantes de Chilecito como para los visitantes que se aventuran a descubrir sus encantos, Santa Florentina y su horno de fundición del Cable Carril se erigen como un recordatorio de que el legado de nuestros antepasados perdura en las piedras, en las historias que se cuentan alrededor de la hoguera y en la belleza eterna de un paisaje que guarda los secretos de siglos pasados.
Santa Florentina Gran Reserva
En la semana del Torrontés, una cepa emblema de nuestro terruño, destacamos la importancia de este varietal en varias etiquetas que distinguen a Chilecito. Ensamblada al histórico lugar Santa Florentina, La Riojana luce el Gran Reserva Santa Florentina. Un Torrontés que cumple con todas las exigencias que se puedan pedir y esperar de este varietal.
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Dueño de un sabor frutal que revela su armoniosa intensidad al mismo tiempo suave y de gran deleite para su disfrute, revela sabores que permiten recuerdos en boca, se puede acompañar con frutos de mar, quesos o postres, como también ser un aperitivo que se puede expresar con absoluta elegancia. Es fresco, esto permite su degustación ideal en el verano. Es una etiqueta que habla de la cosecha inmediata del torrontés, nace en la viña con degustaciones de uvas.
Es un vino amable y tan natural que resulta imposible no quedar cautivo de su sabor especial. Conlleva un trabajo mancomunado entre agrónomos y enólogos, su temperatura de fermentación, el poco manoseo del producto en bodega y su mantenimiento en temperaturas bajas como 14 y 15 grados, hasta el fraccionamiento. Todo un proceso de elaboración que finalmente se permite descubrir cuando el vino se despoja en una copa, se desnuda en boca y cuenta su alma viva, nativa, autóctona del torrontés. Un vino de boca amplia, delicado, sofisticado, joven, altamente competitivo ante cualquier cepa que se presente frente a esta obra de arte vitivinícola.
Así, el Torrontés Riojano se erige como un emblema de la cultura y la tradición vitivinícola de La Rioja, un elixir que nos invita a celebrar la belleza y la diversidad de nuestro terruño. En cada brindis, en cada encuentro alrededor de una mesa, el Torrontés Riojano nos recuerda que en cada sorbo hay un pedacito de la historia y la magia de una región que sabe conquistar corazones con el aroma y la pasión de sus vinos.
Las joyas enológicas, históricas y la belleza natural de Chilecito se erigen con más fuerza e intensidad, a medida que son reveladas, exploradas y desarrolladas con el trabajo destacado de todos los segmentos que forman parte del este paradisiaco lugar riojano.
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