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1591 Cultura + Espectáculos ENTREVISTA

Vivir aquí, sentir ahora

Dueño de una trayectoria indiscutible en los medios de comunicación riojanos, Carlos Vilte disfruta ahora de una nueva aventura: el canto. Con “Viejos los trapos” va desandando en su día a día el ritmo de la ola de la música y se sumerge en un universo que le es propio, pero al que sólo se animó a lanzarse luego de haber comprendido la importancia real y vital de todo lo conquistado a lo largo de los años: la familia, los amigos, y el merecido reconocimiento.
Fernando Viano

Por Fernando Viano

Fotografías: LUIS VILTE

No hay mejor mensaje para dar que aquel que no pretende dar ningún mensaje más que el que se traduce en la simpleza del invitar al disfrutar del hoy, del aquí y el ahora, del momento que puede resultar efímero en el espiral inagotable del tiempo, pero que puede también dejar una huella en lo perdurable. E, incluso, un poco más: despertar la emoción, el recuerdo, la nostalgia de otro espacio en otra época, volviendo a la evocación de una melodía que sorprende.

Así resuena la voz de Carlos Vilte al interpretar una canción de antes, en ese ejercicio que va buscando, al mismo tiempo, la concreción de un para siempre. Así resuena la voz de Carlos Vilte, en el Café de la Plaza, sin más pretensión que dejar un mensaje que no es un mensaje, sino la simpleza de quien luego de haber transitado una amplia y exitosa trayectoria se resuelve al fin, a disfrutar del hoy, del aquí y el ahora, del momento que a los ojos de muchos puede resultar efímero en el espiral inagotable del tiempo, pero que, desde su mirada, desde su perspectiva, puede dejar también una huella en lo perdurable. Desde ese lugar, y en este compartir la charla de café, Carlos Vilte se afirma desde su decir. Pero, lo que resulta más importante aún, se afirma desde su hacer. Referente ineludible de los medios de comunicación riojanos (“ya estoy para los homenajes”, afirma entre risas) y muy particularmente de Canal 9, mantiene una vigencia que ya supera los 30 años y que, en ese entorno, podría resultar sorprendente, pero para él es como si no pasaran los años. Sinónimo de esfuerzo, de trabajo y de entrega constante -pero también de renovación y búsqueda- Carlos sigue trazando ese recorrido que va mucho más allá de “Turno tarde”, el programa que comparte en la conducción con Laura González y que es un soplo de aire puro para la TV pública riojana.

No obstante, y a la luz de los hechos, el conductor es mucho más que eso. Porque lejos de quedarse recostado en la comodidad de lo conquistado, va detrás de nuevos horizontes y objetivos, aunque con un único objetivo: disfrutar del hoy, del aquí y el ahora, del momento que para él significa despertar la emoción, el recuerdo, la nostalgia de otro espacio en otra época, volviendo a la evocación de una melodía que sorprende. Y al descubrirse a sí mismo.

“’Viejos los Trapos’ es la banda que me hubiese gustado tener a los 20, pero no estaban dadas las condiciones”, afirma Carlos Vilte a 1591 Cultura+Espectáculos y abre las puertas, así, a un mundo nuevo en el que comienza a desandar con los pasos del niño que descubre un juguete nuevo, pero también con la madurez de quien ha concebido un recorrido que ahora le permite subirse a la aventura del canto, de la música, con madurez vital.

“Siempre me gustó; siempre digo que ya hice muchísimos recitales en el baño de mi casa”, agrega nuevamente entre risas y ofrece, así, nuevas señales que van delineando, al mismo tiempo, el camino que hoy lo tiene como la voz líder de un proyecto que comenzó hace muy poco, pero que va creciendo en el mismo concepto sobre el que Carlos hace pie: el hoy, el aquí, el ahora, sin más pretensión que el disfrute.

Así, con absoluta naturalidad, no duda en afirmar que, para esa parte musical de su existencia que aún no había visto la luz, las cosas “se fueron dando”, igual que el despertar a un nuevo día. “Primero apareció Natalí (Alaniz) y comencé a tomar clases con ella en 2018”, recuerda Carlos y de inmediato viene a su memoria también aquella primera presentación en el Bar del Teatro como previa de lo que se vendría al cierre de la temporada, y cómo se fue preparando para perder la vergüenza, algo que en una primera instancia podría resultar extraño para quien está más que acostumbrado a pararse delante de una cámara, pero que evidencia al mismo tiempo, que nada es igual a nada aunque pueda parecerlo. “Canté muy mal, por los nervios y me quedé con la necesidad de seguir preparándome para lo de fin de año. Iba los viernes, estaba una hora y media y era para mí la felicidad total”, cuenta y recuerda lo importante que fue hacer ejercicios de foniatría, y cómo los ejercicios con el piano comenzaron a afinarle el oído. “Hoy, en los ensayos con el grupo me doy cuenta cuando alguien le pifia a una nota, lo fui mecanizando”.

Aquella primera experiencia sobre un escenario de la mano de Natalí Alaniz lo lleva a evocar experiencias anteriores en las que la música, el canto, iban apareciendo, aunque desde la informalidad del patio de la abuela, en Chilecito. “Mi experiencia era cantar folklore con los Vilte, chayando en la casa de mi abuela; tengo primos cantores, tíos que tocan la caja, mi papá escribe, son todos así, pero yo nunca me lo había permitido por la timidez, me daba muchísima vergüenza”, afirma Carlos a la hora de buscar y encontrar las raíces para esa faceta artística que lo habitaba, pero que no dejaba salir.

De aquella actuación en el Teatro, donde la pasó “muy mal”, hasta hoy, Carlos hizo un recorrido en el que se permitió conocerse a sí mismo, adentrarse en sus emociones, en sus anhelos y, desde allí, abrirse paso. En 2019 se compró una guitarra y en 2021 encaró la pandemia tomando clases de armonía con Ángel Romero, quien le enseñó pequeños trucos que “ahora los estoy aplicando”. Siempre inquieto en su necesidad de aprendizaje y expansión, en 2022 arrancó con la Licenciatura en Medios Audiovisuales y durante las mañanas, cuando se quedaba solo en su casa, “un poco estudiaba y otro poco cantaba”. Hasta que un día se resolvió a dar un paso más y se dijo: “Voy a armar un repertorio de canciones que me guste y me voy a dedicar a cantar; me decidí. Un día empezaron a aparecer solas las canciones, canciones que me gustaban y que hacía mucho que no escuchaba, entonces me hice un repertorio de canciones de rock nacional de los ‘80 y busqué las pistas. En casa nadie sabía; me quedaba solo con el parlante, el micrófono y ahí empezaba el show. Hasta que empecé a grabar los temas”.

Para Carlos Vilte, aquella introspección fue el génesis, el germen de otro comienzo que, aún no podía saberlo, marcaría también el principio de lo que llegaría tiempo más tarde como consecuencia lógica de un deseo que habitaba en su interior y que comenzaba a golpear las puertas, con ansias de salir a jugar. Y, como todo lo que tiene que ser, fue encontrando los resquicios, las hendiduras para dejarse ser.

“El ante año pasado viene una compañera de secundaria que me dice, ‘Carlitos yo voy a cumplir 50 años así que preparate unos temas para cantar en mi cumpleaños’. Tenía esos temas de rock nacional, pero no eran muy fiesteros, entonces pensé que tenía que buscar otra cosa y encontré en YouTube a un tipo que hacía pistas en Córdoba. Compré unas cuatro pistas; temas de Trula, de Gary de los ‘90, de la época de mi secundaria. A la hora de la joda en el cumpleaños salí y me largué. A dos o tres les gustó, otros me dijeron que me siguiera dedicando a la tele (risas), esto no es lo tuyo”, recuerda. Y recuerda, también, como de pronto empezó a encenderse una lamparita. “Pensé que en La Rioja hoy no hay un grupo que haga temas viejos de cuarteto. Están Los Auténticos Príncipes, pero ellos hacen música de la década del 70, y me dije: ‘Ya soy yo el que tiene que hacer la música del recuerdo de 30 años atrás’. Tomé nota de algunas cosas, como que había dejado de cantar Manolo Puga, por ejemplo. Además, como animo eventos de cumpleaños, casamientos, veo los grupos de cuarteto de La Rioja y todos son la versión nuestra de Dale Q’ Va, o Q’ Lokura y me dije: ‘Aquí, en esta línea de los ‘80, no hay nadie’. Seguía mientras tanto ensayando en mi casa, todo el 2023, cuando me quedaba solo, con los temas de Trula, Gary, Chébere, Pelusa; esperaba quedarme solo y ensayaba”.

Con esa percepción ya en su mente recuerda que “el año pasado fue Fernando Gramajo a mi programa y le digo: ‘me gustaría armar un grupo de música de los ‘80, de los ‘90, de cuarteto; él me preguntó qué temas me gustaba cantar, entonces le pasé una lista y a la semana siguiente me llamó para que nos juntemos. Hablamos de la idea de armar un grupo de música cuartetera retro y, por qué no, de algunas otras canciones que no las está haciendo nadie. Les gustó la idea y arrancamos. Fernando me pidió que le pasara los temas; le pasé las pistas que tenía para ensayar en mi casa y ensayamos por primera vez el 8 de diciembre del año pasado, el día de la Virgen. Llegué y ya tenían todos los temas en partitura; hicimos seis temas de una, como si hubiésemos cantado toda la vida juntos. Les dije que el grupo se iba a llamar Viejos los trapos y les gustó”.

Así, como se dan las cosas que se tienen que dar y como todo lo que tiene que ser va encontrando los resquicios, las hendiduras para dejarse ser, así nació Viejo los Trapos. Y así terminó de nacer el sueño de Carlos Vilte: en la simpleza del invitar al disfrutar del hoy, del aquí y el ahora.

EL DESPERTAR DE LAS EMOCIONES

“Lo que más destaco de Viejos los Trapos son los músicos; es admirable verlos tocar”, afirma sin dudar Carlos Vilte cuando se le pregunta por el sonido de la banda. “Cuando vas a ver el show te das cuenta de que la música suena como en los ‘90”. ¿Y por qué esa búsqueda? Carlos tampoco duda en responder, afirmándose en uno de los tantos conceptos que absorbió en sus estudios. “Aplico algo que estudié en la Universidad: cuando vos escuchás una canción, inmediatamente esa canción te produce una emoción; la emoción es una luz que se prende y se apaga, es algo que sorprende, se te llena de emoción el cuerpo y luego se va. Esa emoción en la canción le da paso a algo que es mucho más profundo, que trabaja en tu mente y te despierta un recuerdo, y ese recuerdo se mantiene hasta que termina la canción. Aplicando todo eso, insisto en que la música que hace la banda tiene que ser lo más parecido a lo que escuchaste alguna vez, entonces cuando vos escuchás Viejos los Trapos estás escuchando una orquesta de los ‘80, de los ‘90”.

El despertar de las emociones en los otros, en quienes escuchan, en uno de los objetivos de Carlos Vilte y de Viejos los Trapos, siempre de la mano del propio disfrute. Allí va, precisamente, la emoción que el cantante pone en cada una de esas canciones que le recuerdan a “una juventud muy sana”. “En mi juventud jamás fui a un baile, siempre iba a los boliches. Iba a Chilecito, a los carnavales, y todos mis primos se iban al baile y yo al boliche. Yo no escuchaba todo el día Gary, Trulala; los escuchaba cuando se armaba la fiesta, pero crecí escuchando Depeche Mode, por ejemplo. En 2017 cumplí mi sueño de verlos en vivo. Terminé la secundaria en el ‘90, con toda la explosión mundial de la música de los ‘80, así que escucho de todo”, cuenta Carlos a 1591 Cultura+Espectáculos, como quien va delineando el mapa de su historia, en la que no pueden faltar: “Mi mamá me mandó a una academia a los cuatro años; a los 12 me recibí con el título de Profesor de Folklore. Crecí escuchando folklore”.

Recuerdos, como emociones. Emociones como recuerdos. Todo ocupa su justo lugar en la manera en que Carlos expresa su sentir respecto de la música, pero también respecto de la vida. “A mi me sirve todo lo que fui incorporando. A los 9, 10 años hacía un programa de radio en la casa de mi papá, que tenía un tocadiscos y un grabador. Agarraba una revista, el diario y arrancaba con un tema de Sergio Denis; terminaba ese tema y leía las noticias. Luego seguía con un tema de Virus y después era el turno de Daniel Toro. La música me llegaba de lo que compraba mi papá, que compraba muchos discos. Escuchaba Richard Clayderman, ABBA, Julio Roca, Los Iracundos. Me gusta mucho la música de orquesta. En 2019 fui a Buenos Aires a ver a André Rieu. Crecí escuchando mucha música, es increíble la cantidad de canciones que me acuerdo. Y era la música que escuchaban mi mamá y mi papá. Del lado del folklore, era fanático de Los Cantores del Alba, Los Tucu-Tucu, Los de Alberdi, Los del Suquía, Los Cuatro de Córdoba, Mercedes Sosa, Chango Nieto. Siempre me ha gustado”. Esa multiplicidad de gustos musicales es la que conforma el repertorio vital de Carlos Vilte, quien hace también de lo multifacético una manera de ser. De allí que la experiencia adquirida a lo largo del camino lo lleve a ser, hoy, un nombre reconocido y que se sustenta en la coherencia de un hacer que no se detiene y que bien vale la pena traer a colación desde su decir.

“Cuando terminé quinto año en el ‘90 se me ocurrió ir a estudiar Ciencia Política a Mendoza. Anduve un año y medio dando tumbos, nunca pude engancharme con el estudio, no podía arrancar. Hasta que un día tomé coraje y le dije a mi papá que no iba. Y es así como siempre se van dando las cosas. Mi papá tenía una pinturería y al frente estaba la Secretaría de Turismo. A mediados del ‘92 se cruza un día Gustavo Frega, recién llegado de Buenos Aires. Nos pusimos a conversar y me dijo ‘animate, andá a inscribirte en el ISER’. En mayo del ‘93 se aparece un día Homero Coronel Montes y me dice: ‘vos sos Carlos Vilte, te llamás igual que tu papá, necesito un locutor para las transmisiones de fútbol’. Tenía 20 años. Homero relataba, Alberto Aguad comentaba y yo era la voz comercial. Eso fue en mayo; en junio debuté con el programa ‘El botón’ y no paré más. Gracias a dios siempre tuve trabajo. En el ‘94 Daniel López me dice ‘vos el viernes vas a ir a Canal 9, te vas a poner una camisa, una corbata y te van a tomar una prueba’. El 28 de diciembre me llama Ana María Tosticarelli, pensé que me estaban haciendo una cargada, porque era el Día de los Inocentes. El 1 de enero, me tuve que venir en colectivo desde Chilecito; camisa bolichera, corbata y un saco de mi viejo para hacer mi primer noticiero. Hasta el día de hoy no paré. Me esfuerzo por mantenerme vigente”.

Recuerdos como emociones. Emociones como recuerdos. Y la certeza de un camino recorrido que le permite poner los pies en la tierra para no dejar de elevar sus sueños. Y, al mismo tiempo, dar un valor real y preciso a cada instancia en el camino, poniendo siempre por delante lo definitivamente esencial.

“Ya estoy para los homenajes (risas), pero no me preocupa para nada que me critiquen arriba de un escenario cantando. Entiendo que es algo normal, no quiero que todos me vayan a aplaudir, no voy en busca de eso, lo tengo muy claro. Es un gusto personal. Y me di el gustazo que el día que debuté con mi banda estén mis padres; yo veo otras cosas: mis hijas, mis padres, mi mujer. Me voy con eso después de cantar, no con la crítica, con el qué van a decir. A mi dónde me preocupa que se me vea sí sé o no es en la tele, en los medios, no como cantante. Si estuviese empezando con la música y tuviera 20 años sería otra cosa. El reconocimiento por lo que hice ya lo tengo; en un medio chico como este se me reconoce y para bien. Lo demás no me interesa. Y la respuesta al que te pregunta ‘qué hacés cantando’ es ‘fijate vos que te hubiera gustado hacer y no te animaste a hacer’. Eso es lo principal. Cuando cumplí 50 años, miré a la vuelta y comprendí que tengo todo lo que quiero tener: mis padres, que los tengo vivos y comparto mucho con ellos, mis hijos, mis hermanos, mis sobrinos, mi familia, mis amigos. Entonces me pareció que ya tenía que darme un par de gustos que no me había dado y uno de esos gustos es la música. ¿Qué me impide hacerlo? ¿La crítica? ¿La burla? No me preocupa”.

No hay mejor mensaje para dar que aquel que no pretende dar ningún mensaje más que el que se traduce en la simpleza del invitar al disfrutar del hoy, del aquí y el ahora, del momento que puede resultar efímero en el espiral inagotable del tiempo, pero que puede también dejar una huella en lo perdurable. E, incluso, un poco más: despertar la emoción, el recuerdo, la nostalgia de otro espacio en otra época, volviendo a la evocación de una melodía que sorprende. La simpleza del hoy, del aquí y el ahora. El comprender y asumir, finalmente, que no hay nada que nos impida hacer lo que nos gusta. Y que viejos, los trapos.

"UN GUSTO"

LAS EXPECTATIVAS HAY QUE BAJARLAS SIEMPRE, PORQUE UNO CREE QUE VAS A SALIR A EXPLOTAR Y NO PASA ASÍ. SIEMPRE ES MEJOR SORPRENDERSE. VIEJOS LOS TRAPOS ES UN GRUPO QUE PUEDE CRECER MUCHÍSIMO EN GENTE QUE NOS ESCUCHA Y DE HECHO ESTÁ PASANDO, EN POCO TIEMPO. NOS PRESENTAMOS POR PRIMERA VEZ EL 4 DE FEBRERO, EN EL BAR 4L, CON MÁS DE 100 PERSONAS, SIN QUE NADIE NOS HAYA ESCUCHADO ANTES. DE ESA PRESENTACIÓN A LA ÚLTIMA, YO CRECÍ MUCHÍSIMO. ESTABA NERVIOSO, TENSO. VOY BUSCANDO ESO, SUMAR DE A UNO, DE A DOS. ESTO ES UN GUSTO QUE NOS ESTAMOS DANDO, QUE ME ESTOY DANDO. HAY CHICOS QUE TIENEN 20 AÑOS Y ESTÁN SALIENDO A LA MÚSICA Y CAPAZ QUE PUEDAN VIVIR DE ESO. YO A LOS 20 AÑOS YA ERA EL CONDUCTOR DEL NOTICIERO, MI PROFESIÓN ERA OTRA. LA MÚSICA ES UN GUSTO QUE ME DOY. MUCHA GENTE PUEDE ESTAR DICIENDO ‘DEDICATE A LA TELE NOMÁS’, PERO NO ME PREOCUPA PORQUE NO ME VOY A DEDICAR DE LLENO A LA MÚSICA. LO HACEMOS PORQUE ES UN GUSTO PARA NOSOTROS. YA PASÉ TODAS LAS ETAPAS EN MI VIDA. VIVO DE OTRA MANERA TODO ESTO, SIN LA URGENCIA DE TENER QUE SALIR A TOCAR. TENGO MI PROFESIÓN, MIS ESTUDIOS, ME DEDICO A OTRA COSA. ESTO ES UN GUSTO QUE ME ESTOY DANDO AHORA QUE ME SIENTO PREPARADO PARA HACERLO. DIEZ AÑOS ATRÁS CAPAZ QUE NO LO HUBIERA HECHO. EL AÑO PASADO FUI A CANTAR SOLO EN EL ANDÉN, CON LAS PISTAS DE ROCK NACIONAL. CANTÉ 5 O 6 TEMAS. ABRÍA LA NOCHE. EL SÁBADO PASADO LO DIJE. MIRÁ CÓMO SON LAS COSAS; ME FUI FIJANDO OBJETIVOS Y HOY TENGO MI BANDA. ME FUI PREPARANDO PARA ESO. PRIMERO CON LOS TEMAS QUE ME GUSTA CANTAR, FUI SABIENDO QUE EN ALGÚN MOMENTO SE IBA A DAR. SABÍA INTERNAMENTE QUE SE IBA A DAR, PORQUE ES ALGO QUE QUIERO HACER. Y LAS COSAS SE FUERON DANDO SOLAS. HOY VIEJOS LOS TRAPOS ES UN GRUPO QUE PARECE QUE TOCA HACE 30 AÑOS JUNTOS. DUERMO CON UN COLCHÓN DE LOS MÁS CAROS, PORQUE A MÍ NO ME FALTA NADA. SOLO LO MIRO A FERNANDO GRAMAJO Y ME CONCENTRO EN LO MÍO. A MI VIEJOS LOS TRAPOS ME ESTÁ DANDO LA SATISFACCIÓN DE DARME EL GUSTO”.

VIEJOS LOS TRAPOS: CARLOS VILTE, FERNANDO GRAMAJO, PEDRO GRAMAJO, LEO DOMENECH Y FRANCISCO GODOY.

ENTREVISTA MUSICA VIEJOS LOS TRAPOS CARLOS VILTE

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