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Política Opinión

200 días cuesta arriba

Cuesta arriba. Así fue, a todas luces, esta primera etapa de gestión Q en la que precisamente fue la gestión la que se vio trastocada por completo, debiendo dejar de lado el Gobierno el plan de ruta inicialmente trazado, recalcular y dar de nuevo.

Ni el más pesimista de los aliados, ni el más optimista de los opositores al Gobierno provincial hubiera imaginado siquiera un cuadro semejante para los primeros 200 días del mandato de Ricardo Quintela: la primera mitad de los días dedicada básicamente al estudio del cuadro de situación, como cuando el boxeador acomoda el cuerpo frente a su contrincante en los primeros rounds; la segunda mitad de los días, encapsulados en una situación tan inédita como inesperada y compleja: pandemia, cuarentena, aislamiento social y un panorama incierto a futuro, sobre todo en lo que atañe a la economía. 

Cuesta arriba. Así fue, a todas luces, esta primera etapa de gestión Q en la que precisamente fue la gestión la que se vio trastocada por completo, debiendo dejar de lado el Gobierno el plan de ruta inicialmente trazado, recalcular y dar de nuevo. Desde ese lugar, precisamente, es que deben ser evaluados estos primeros 200 días de mandato y no desde la concreción (o no) de los objetivos marcados en instancias previas, cuando llegar a la Casa de las Tejas era apenas un anhelo electoral con proclamas concretas como la de poner a funcionar los números, en caída profunda.

Es en ese contexto de coronavirus, para ser más exactos, que deberán ser valoradas las políticas llevadas adelante, muchas de ellas anticipadas, incluso, a las tomadas por el Gobierno nacional. Vale decir, por tanto, que si hay algo para destacar de estos primeros 200 días del quintelismo surfeando permanentemente en las olas de un mar bravío, eso es la sensibilidad puesta de manifiesto tanto por Ricardo Quintela como por sus funcionarios –plenamente consustanciados con la causa-, encaminando la gestión hacia la contención del virus y de la gente, con impronta netamente social. 

Con poco, por no decir con casi nada -teniendo en cuenta la complicada situación por la que también atraviesa el país y que redunda necesariamente en una menor distribución de recursos-, el quintelismo supo desplegar una batería de medidas que permitieron contener a prácticamente todos los sectores de la economía local, desplegando un esfuerzo sustancial para sostener, además y sobre todo, a los más desposeídos y poner en marcha al mismo tiempo actividades que bien pueden ser consideradas vitales para la generación de mano de obra en la Provincia, como lo es la obra pública. Y por si esto fuera poco, con recursos propios. 

Lo que viene de aquí en más se inscribe en el terreno de lo desconocido, lugar en que la enfermedad nos ha puesto a todos y cada uno de nosotros. Ni siquiera el mundo sabe a ciencia cierta cómo se dará la recuperación de la economía pos pandemia. Sin embargo, el quintelismo dejó ya algunas certezas que, como tales, podrían agruparse en una esencial: en seis meses y pandemia de por medio que obligó a actuar en el día a día, no es posible opinar del estadista pero sí de la capacidad del político gobernante para adecuar sus decisiones al momento, al humor y a las necesidades de la sociedad en su conjunto. Además, hay un hecho concreto: los brotes de Covid-19 pudieron ser controlados, no en el estado ideal, pero se actuó y se está logrando.

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