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Política Producción. Escenario a futuro

Vinos: complejo escenario para la pospandemia

Con la caída de la economía, advierten que la venta de embotellados y graneles al exterior estará expuesta a un derrumbe.

on una caída del PBI mundial cercana al 5%, se estima que las importaciones caerán un 12% este año y la recuperación será de apenas 8% en 2021, por lo que el comercio internacional no alcanzará los niveles de 2019 sino hasta 2022. El mercado interno tampoco ofrece un panorama mejor, ya que el descenso en la actividad superaría el 9,5%. De ahí que las perspectivas para el sector vitivinícola sean, según un informe del Banco Supervielle, complejas. Sin embargo, desde el sector esperan poder sostener los números del primer semestre, que fueron mejores de lo anticipado.

Cada año, la División Vinos del Banco Supervielle elabora un reporte anual sobre la vitivinicultura argentina. La presentación se suele realizar en abril, pero con la pandemia se fue trasladando y finalmente se concretó los primeros días de este mes. Por eso, no sólo incluye la comparación de 2019 con 2018 y las perspectivas para 2020 en el mercado local y el internacional -con un apartado sobre la situación de las bodegas pequeñas, medianas y grandes-, sino que este año sumó un capítulo sobre los cambios que ha provocado el coronavirus en el mundo.

Javier Merino, asesor y autor del informe, detalló que las bodegas argentinas enfrentan dos escenarios relativamente complejos. Por un lado, el mercado interno ya venía complicado y es de esperar que esto se acentúe en 2020, producto de la caída de la actividad y de los ingresos de los consumidores, por lo tanto también de la demanda. Además, en 2019, las elevadas tasas de interés provocaron que las empresas liquidaran sus stocks de vinos, lo que produjo un marcado descenso de los precios. Y con un consumo alicaído es de esperar que tengan poco margen para recuperar el terreno perdido.

La clave, detalló, será cuidar lo que se tiene, ya que solo las grandes bodegas van a poder desplegar un juego un poco más agresivo. Pero también planteó que el cierre de las vinotecas por un tiempo le solucionó un antiguo problemas a las bodegas, en particular las más pequeñas, que querían incursionar en el comercio electrónico, ya que a la que tomaba ese camino se le cerraba el canal de los locales de vinos.

Por otro lado, el tipo de cambio benefició a las que tienen un fuerte componente exportador, ya que mejoró sus posibilidades con respecto a 3 o 4 años atrás. Merino planteó que es probable que esta situación se mantenga, porque el país es deficitario en dólares y no es de esperar que la cotización vaya a la baja. Pero si bien esto les ofrece oportunidades, el contexto mundial puede complicar su participación en el mercado externo.

El Fondo Monetario Internacional ha estimado una caída del PBI mundial del 4,9% para 2020, pero los números de las economías avanzadas duplican este descenso y, con la excepción de China, los principales compradores de vino del mundo se ubican entre éstas. De hecho, ni siquiera en 2021 alcanzarán a recuperar los valores anteriores a la pandemia. En este marco, se anticipa una baja en las ventas en el comercio global cercana al 12% este año y se calcula que apenas crecerían un 8% el próximo.

Además de la reducción de la demanda por la crisis mundial, el consultor resaltó que la pérdida temporal –aunque no se sabe por cuánto tiempo- de los canales de restorán y hotelería amplifica el fenómeno para la industria del vino. De ahí que señale que las importaciones vitivinícolas caerán por lo menos un 10% con respecto a 2019 y que esto impactará a las bodegas locales.

A diferencia de lo que ocurrió en 2008, cuando la crisis causó una caída de las importaciones equivalente a 2,3 veces la disminución del PBI pero los vinos argentinos contaban con la ventaja de un tipo de cambio muy competitivo, hoy la cotización es favorable pero no tan beneficiosa. Entonces, señala Merino, pudieron capturar con buena calidad a los consumidores que buscaban productos en una franja de precios más baja, pero ahora los competidores son más agresivos.

Otra contra que menciona el autor del informe es que el comercio mundial de vinos ha madurado y ya no tiene el mismo potencial para seguir creciendo. Hace 20 años, de cada 100 botellas que se vendían, unas 18 eran importadas. Ahora se alcanzó las 43 o 44 y se estabilizó en esa cifra. Como contraparte, el hecho de que Estados Unidos haya fijado un arancel de 25% a los vinos europeos beneficia especialmente a Argentina. Sobre todo, teniendo en cuenta que este país concentra, junto con el Reino Unido, más del 50% de los envíos de vinos argentinos al exterior.

Javier Merino consideró que el mercado internacional presentará obstáculos y oportunidades para las bodegas locales y que el resultado dependerá de la capacidad de cada una para adaptarse a este escenario. Para ello será necesario que conozcan muy bien cómo desarrollar mercados en ambientes competitivos, cómo estar más cerca de los clientes y de las necesidades de los importadores, y anticipar las jugadas de sus competidores. En definitiva, se verán obligadas a profesionalizarse, además de a agudizar su flexibilidad.

Sin embargo, no se puede obviar que también se requerirá de inversiones para modificar no sólo el sistema operativo sino también la infraestructura para, por ejemplo, jugar rápido y sacar una nueva línea de vinos. En este sentido, muchas empresas acusan el impacto de varios años de una economía estancada y seguirán enfrentando dificultades para acceder al crédito.

Merino, quien para elaborar el reporte analizó los balances de más de 100 bodegas, indicó que la facturación en moneda constante de los últimos 12 mesesmuestra una disminución de 5,4%.

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