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Cultura Entrevista

Ceremonial de greda

La música viene del sur, viene desde Ulapes. Trae cuecas, tonadas y chayas. Raíces que se aferran a una tierra que les cabe en el alma colmada de acordes y en la hermanada sangre que los abraza. Tres nombres para un mismo apellido: Luisina, Manuel y

Por FERNANDO VIANO

"El Sur también existe", solía afirmar un tal Mario Benedetti en su alegato en defensa de los desfavorecidos que habitan esa zona del planeta en la que no se cuecen los grandes acuerdos económicos y políticos, ese territorio, despensa y trastienda del Norte, que sufrió (y sufre) la arrogancia de los que manejan los hilos. La cuestión planteada por el fundamental escritor y poeta uruguayo, a veces -y lamentablemente-, se repite en menor escala, batiendo su indiferencia hacia el interior profundo; el interior del interior, al que tantos aluden desde los atriles. No obstante, esa indolencia que lastima suele transformarse, cada tanto, en una expresión artística que trasciende, que derriba límites y que termina por imponerse desde las raíces que, en definitiva, son las mismas y nos unen.

Raíces como acordes. Raíces como músicas que identifican, que le ponen nombre al sueño y lo construyen a fuego lento y a pesar de toda circunstancia, por particular que esta resulte. Porque no hay límite para lo que hermana. Y si de hermanar se trata..."El pájaro no sabe de músicas y canta. / El hombre no adivina dónde nace el desvelo. / Creo que fue la angustia que madura horizontes, / la que me trajo sí, este impulso de greda. / De los nidos de sombra / donde nacen y mueren las altas primaveras. / O de sus lentos llanos / donde el tiempo se ordena bajo la voz del cielo. / De allí esta serenata ritual y valedera, / que quiero modelar / grata como la albricia. / Que arda fuerte en mi voz / como un cruento deseo".

La voz de Ariel Ferraro se alza impávida, sin dejarse dominar por miedos ni angustias. Las voces de Gredales le siguen por detrás, en ceremonial y homenaje, alzándose hacia un cielo posible, en la altura inacabada de su canto. Tres nombres para un mismo apellido. Luisina, Manuel y Juan Pablo Tello. Y una identidad que, desde el interior profundo, desde el sur que también existe, se agiganta.

Los Tello, desde cuya hermanada sangre dieron vida a uno de los grupos folklóricos que más "ruido" viene haciendo en los últimos tiempos en La Rioja, van construyendo una identidad ineludible a fuerza de convicción y entrega, de ideas claras y sacrificio. Pero por sobre todas las cosas, a fuerza de determinación y respeto por lo propio, por esas raíces que se echan a 247 kilómetros de la Capital riojana, pero que se van extendiendo, sin prisa, pero sin pausa, a todo nuestro territorio.

Con una carrera breve en términos de tiempo pero muy productiva en materia de logros, Gredales ya cuenta con un EP, denominado "Marrón", de cuatro canciones (una de ellas fue reconocida por León Gieco en sus redes sociales) grabado y producido en conjunto con Juan Arabel, y ya pisaron distintos escenarios de grueso calibre como el Atahualpa Yupanqui, el Patio del Indio Froilán en Santiago del Estero, el Festival Nacional de La Chaya (fueron elegidos como los ganadores de la Pre Chaya 2020) y el Festival Provincial del Canto y la Danza.

En tiempos de pandemia, fueron seleccionados también para representar a La Rioja en el programa "Músicas Esenciales. Sonidos del NOA", una experiencia que los marcó y que los puso frente a la posibilidad de abrir nuevas puertas, aunque siempre desde el mismo lugar, desde su espacio en el mundo: Ulapes. Allí dan forma Luisina (voz), Manuel (guitarra y voz) y Juan Pablo (percusión) a un anhelo que, como tal, terminó por unirlos detrás de un mismo objetivo: hacer música y tocar juntos.

"Por suerte aparecieron muchas cosas a raíz del concurso Músicas esenciales", cuenta Manuel como punto de partida. Esa "conquista" para el grupo, en época de cuarentena, le significó, no obstante, tener que "repensar las formas de comunicación; si bien es diferente, está bueno también esto de poder cantar una canción y poder darle publicidad en ese mismo momento, nos gusta mucho", aclara.

La pandemia, es evidente, vino a trastocar muchos de los proyectos que tenían trazados, al igual que les ocurrió a tantos otros artistas, en medio de un contexto inédito y, en las más de las veces, inexplicable. Sin embargo, Gredales no bajó los brazos. "Hay que conocer las nuevas formas -afirma nuevamente Manuel-. Se extrañan los escenarios, pero está bueno esto de explorar nuevas plataformas, nuevas maneras, y hemos probado muchas cosas. Desde los falsos vivos, Zoom, Meet, etc." Y en este punto, Luisina reafirma: "el streaming es una forma muy linda de sentirse más cerca del otro; uno se da cuenta además que puede llegar a muchos más lugares y hay que tomarlo como una herramienta de trabajo, más que como un pasatiempo". Y Manuel va, incluso, un poco más allá: "La masividad está ahí, en las redes. Tenemos al alcance de la mano un medio masivo de comunicación. Tenemos que aprender a aprovecharlo. Lo de "Músicas esenciales, en otro momento, quizá no lo hubiéramos analizado. Lo cierto es que se arma un ambiente muy lindo con los que se suman, el ida y vuelta; es una interacción diferente".

Como Gredales, los hermanos Tello llevan casi tres años. Sin embargo, la música los une desde muy pequeños, con un padre guitarrero y una madre que incentivaba la lectura como una sana costumbre, entre otros nombres que iban haciendo su aparición, como Josho Tello, Juan Arabel o el tío Coco Tello, que era bailarín. Antecedentes todos vinculados al arte. "Uno va absorbiendo todas esas cosas; era algo común para nosotros", cuentan y recuerdan "los viajes con música; íbamos preguntando qué significaba cada canción y mamá nos decía que algún día íbamos a poder interpretarlas solos". El folklore, mayoritariamente, los abrazaba. Sin embargo, Manuel señala que "cuando empecé a tocar solo hacía rock; luego se sumó Juampi con el bombo y anduvimos un tiempo solos, hasta que de pronto apareció ella cantando". Ella, Luisina, también recuerda: "ellos estuvieron mucho tiempo solos; hace tres años me sumé yo a cantar y después de un tiempo de ser los 'hermanitos Tello, decidimos ponernos Gredales, para formalizarnos".

El nombre, afirman, "siempre estuvo claro, siempre andaba rondando. Fue mamá la que terminó de convencernos. 'Ariel (Ferraro) nombra siempre los gredales, ustedes son de acá y tienen que llevarlo como bandera', nos dijo".

Es así como para Gredales Ariel Ferraro es un "estandarte" al que resignificar todo el tiempo, reconociéndolo como "un hombre con un compromiso muy grande; para nosotros es muy cercano, aunque no conocemos a ninguno de sus familiares, lo sentimos muy cercano". De igual manera ocurre con sus raíces, aun cuando reconocen que desde Ulapes todo es "más complicado; faltan oportunidades, hay poca difusión. Estamos lejos, pero es lindo". Y a esa visión siempre optimista, agregan: "este contexto (el de la pandemia) ayudó a difundir más; el hecho de acomodarnos acá fue todo un cambio, pero en este contexto se abrió mucho la difusión, mucho más que en un contexto normal".

LA MÚSICA, ESENCIAL, COMO LAS RAÍCES

Mariana Agüero, Ramiro González, Facundo Flores, Carlos Ferreyra y Gredales fueron los riojanos convocados por Músicas esenciales: Sonidos del NOA, el programa de asistencia que distingue a músicos de toda la región, buscando y alentando a la diversidad cultural a través de todos los géneros y estilos musicales. Para la agrupación oriunda de Ulapes "fue una alegría muy grande, sobre todo por los músicos con los que nos tocó compartir; descubrimos un mundo nuevo. Estábamos re asustados, pero fue hermoso, una experiencia relinda", aseguran.

Sin embargo, el camino de Gredales ya venía consolidándose a partir de un trabajo que desembocó en el primer EP del grupo, "Marrón", que vio la luz de la mano de Juan Arabel. Sobre el particular, Manuel cuenta que "el EP lo grabamos más o menos en septiembre, octubre del año pasado. Nunca habíamos grabado antes; todas las canciones están dentro de un concepto y las encaramos como un laburo profesional, un desafío muy grande para nosotros. El resultado final nos dio mucha alegría y nos la sigue dando; estamos muy orgullosos de ese trabajo". Por su parte, Luisina agrega: "muchos amigos nos insistieron; Juan (Arabel) nos bancó todos los momentos de aprendizajes y de tropezones. El EP son 17 minutos, pero hay un trabajo muy grande detrás de eso".

Los hermanos Tello, con dejos de sincera humildad, no pierden de viste en ningún momento "el apoyo de mucha gente, de muchos amigos que nos insistían con que teníamos que grabar" cuestión que, por otra parte, fue una especie de puntapié inicial para dar forma a muchos proyectos que quedaron truncos por la pandemia, pero que de a poco van retomando con las mismas ganas, con el mismo ímpetu y la misma fuerza. Y si a eso se suma el espaldarazo que significó el reconocimiento de un grande de nuestra música popular como lo es León Giego, el impulso es aún más fuerte. "Siempre fue un sueño que León escuche "El desembarco" interpretada por nosotros. El día que le llegó y lo escuchó -gracias a la productora Chora de Vacas-, andábamos saltando en una pata. Era algo que deseábamos mucho", cuentan, porque consideran que "es una canción que la tomamos como bandera; al igual que otras tantas canciones que significan mucho para nosotros".

De allí que la charla con 1591 Cultura+Espectáculos derive casi naturalmente hacia los referentes; hacia esos artistas que los marcaron. Raúl Carnota para Juan Manuel. "Me identifico mucho; fue una tristeza grande saber que falleció y no poder verlo en vivo". Para Manuel, Rally Barrionuevo. Pero también artistas de la talla de Juan Arabel, Monchi Navarro, Martín Molina Torres, Ramiro González, "toda gente que no nos es lejana". Y para Luisina, Mercedes Sosa; "por la interpretación y porque siempre cantaba para decir algo". La música de Gredales "va muy de la mano con toda esa gente y con quienes no sólo son referentes, sino que también nos acompañan mucho", afirman.

Y las raíces. Luisina, Manuel y Juan Pablo no reniegan en ningún momento de la identidad musical que los surcó a lo largo y ancho de sus vidas. "Tenemos un conjunto de músicas; los grandes nos enseñaban tonadas, cuecas y nosotros queremos conjugar todas esas cosas. En 'Marrón' intentamos la conjugación de lo que somos, de lo cuyano con la riojanidad. Conjugar la cueca y la chaya que es una combinación justa para nosotros. Estamos muy influenciados por Cuyo, pero agarramos la cultura riojana y eso se ve reflejado en lo que hacemos", asegura Manuel. Y a esos conceptos, Luisina agrega: "Eso nos pasaba antes; la riojanidad nos quedaba medio lejos, no teníamos mucho contacto con lo que es la cultura riojana en sí, pero sí estábamos muy influenciados por Cuyo. En estos años empezamos a sentir ese apego por La Rioja, por la canción, por la cultura riojana; es muy nueva la cultura de la Chaya en nuestro pueblo. Estamos lejos y todo eso no era cercano a nosotros".

Identidad, que le llaman. Ceremonial de greda, del espacio donde se nace, del lugar en que se vive y que se elige siempre una vez más. De allí que cuando se les pregunta por los escenarios con los que sueñan, no dudan en afirmar -dejando de lado un clásico como Cosquín- "el festival de acá; nos gusta mucho el Festival de Ulapes, es el inicio del año, el primer fin de semana de enero, es el comienzo de lo que vendrá en el año. Lo extrañamos". Y eso, necesariamente, va asociado a un sueño superador, un sueño de sangre, de hermandad. "Mi sueño es, más que todo, seguir tocando juntos. Por ahí la vida te va cruzando con cosas que pueden complicar los caminos; espero poder superar esos obstáculos y seguir haciendo música juntos", afirma Luisina y, de inmediato, Manuel replica: "seguir juntos; estudiamos carreras distintas y en algún momento puede pasar que cada uno conforme su familia, irse a vivir a distintos lugares. Pero nos pensamos juntos a largo plazo. Pensamos en seguir grabando, en seguir conociendo amigos, que es lo más lindo que nos da esto. Volver a la ronda, al abrazo a encontrar gente linda. Poder volver a la normalidad y seguir creciendo, por lo menos en amistad".

LA BANDERA DEL INTERIOR

"No claudicamos; nuestro rol en la sociedad es importante, estamos acá resistiendo, luchando", afirma Luisina cuando se le pregunta por los efectos de la pandemia en el contexto del arte y de la música, y sobre los proyectos que quedaron pausados. "Hay que seguir en este momento tan difícil, hay que volver a pararse en un ambiente tan golpeado como el del arte, seguir construyendo lo que estamos logrando, como la ley de cupo, derechos de los trabajadores de la música. Son derechos y son momentos que está bueno seguir luchando y ampliando. Luchar por lo que nos pertenece, consolidar la música, como una forma de unirnos. Sobre todo, en el interior, donde muchos viven de la changa de la música y hoy están sin poder trabajar. Pocas veces se contempla al artista del interior, hay que lograr que todos tengamos voz" sostiene, por su parte, Manuel.

El mensaje es claro. Barajar y dar de nuevo. Pero no simplemente barajar y dar de nuevo, sino asumir el compromiso con madurez y responsabilidad, desde una visión que va hacia la superación. "Estamos armando un nuevo plan de grabación, aunque no tenemos en mente el disco. En estos tiempos todo es breve y por estas cuestiones de que todo es tan rápido, tenemos que comenzar a pensar en otras formas de grabar y de presentar las canciones", sostienen. "Todavía no sabemos qué conceptos, qué canciones. Las próximas semanas vamos a comenzar a grabar cosas, desde el pueblo, desde lo casero, desde la forma que nos permita la pandemia. Vamos a empezar a hacer. Tenemos ganas de grabar canciones que nos vienen acompañando, que nos están calando dentro en el último tiempo" cuentan y aparece, una vez más, el concepto "pueblo" arraigado es sus miradas, mucho más en estos tiempos.    

"Uno ama el pueblo, estar acá; siempre es volver a nuestra casa. Estamos abiertos a las posibilidades de nuevos caminos, de nuevos horizontes, pero llevando siempre la bandera del interior". 

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