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Cultura Música

En llamas

Semanas atrás se cumplió un nuevo aniversario, el número 45 para ser más preciso, de una de las obras cumbres en la carrera de Pink Floyd, me refiero ni más ni menos que a "Wish You Were Here".

Por SEBASTIÁN BERTOLOSSO // IG: diversy.sb

Semanas atrás se cumplió un nuevo aniversario, el número 45 para ser más preciso, de una de las obras cumbres en la carrera de Pink Floyd, me refiero ni más ni menos que a "Wish You Were Here".

Este disco, el noveno de su carrera, tenía por delante la titánica tarea de suceder a "Dark Side Of The Moon", su álbum más importante hasta ese año (y uno de los mejores de la historia del rock), que además los catapultó al estrellato definitivo y los llevó a ser una de las bandas más exitosas a escala global que gozaba del respeto de todos sus colegas y de la crítica especializada. Pero como todo éxito, tuvo también su lago negativo y empezó a pasarles factura, sobre todo a Roger Waters, quien por ese entonces se atemorizaba frente al público masivo de estadios al cual no estaban acostumbrados y esta situación le generaba un constante estado de ira y enojo y a la vez se traducía en los primeros de una larga lista de crecientes conflictos con los otros miembros del grupo.

Asimismo también se sumaba el duelo que la banda estaba realizando por el estado de salud de Syd Barret, que cuando se quiso unir nuevamente a ellos en 1974 las sesiones terminaron en un desastre debido a su deterioro progresivo y decantó en su alejamiento definitivo de Pink Floyd. Esto tuvo una injerencia fundamental en 1975 en la grabación de su nueva placa, que se refleja especialmente en las letras de dos de sus mayores clásicos a la fecha, me refiero a "Shine On You Crazy Diamond" y "Wish You Were Here".  

Pero no todo fue fácil en las sesiones de grabación, ya que las tensiones entre Roger Waters y David Gilmour eran cada vez mayores y no se lograba definir un rumbo concreto al cual se dirigiera el nuevo álbum, de hecho el baterista Nick Mason tenía que interceder pacíficamente entre los dos a fin de que se pudiera avanzar con el disco y dejaran sus diferencias de lado.

Para el invierno de 1975, las sesiones que se registraron en los míticos estudios Abbey Road, estaban marcadas por la tensión y la falta de química creativa entre ellos, donde cada uno investigaba sus propias inquietudes; esto se manifestaba en el hecho de que Gilmour quería poner foco en el experimentación sonora en el homenaje a Barret: "Shine on You Crazy Diamond", y en "Raving and Drooling" y "You´ve Got To Be Crazy", mientras que Waters se encontraba en la búsqueda de una lírica que tuviera cohesión entre todas las canciones.

De todas las mencionadas, la única que finalmente quedó en el álbum fue "Shine On You Crazy Diamond", cuya letra reflejaba la desoladora sensación de pérdida que tenían por la situación de su amigo y que además también fue motivo de discordia en cuanto a cómo debía ser presentada, ya que llegó a tener nueve partes y una duración total de 25', para lo cual finalmente se decidió dividirla en dos temas, uno 13' y el otro de 12', indicando las partes que abarcaban cada uno. El mismo fue producido por Brian Humphries, tras el alejamiento de Alan Parsons luego de producir "Dark Side Of The Moon", partiendo para abocarse a nuevos proyectos.

En otras canciones del disco, se refleja la ira y confrontación de Waters como por ejemplo en "Welcome To The Machine" guiada por el sintetizador de Richard Wright y en "Have a Cigar" que con una gran dosis de acidez contó además con la participación del cantante folk Roy Harper. Para el gran tema que da título al álbum, Gilmour compuso el mismo con una guitarra de doce cuerdas y para la minuciosa introducción se baso en influencias country que luego dan paso a un glorioso crescendo que combinado junto a la magistral letra de Waters alcanzan el clímax hacia el final dando como resultado inmediato un himno de estadios que atravesaría a generaciones enteras con el paso de los años.

A raíz de todo lo que pasaba con Syd Barret, cuenta la leyenda que se presentó en el estudio y estaba en tan mal estado que nadie lo reconoció hasta que se paró y quiso grabar una de las partes de guitarra de "Shine On You Crazy Diamond" que para ese entonces ya estaba finalizada y le comunicaron que no podían agregar nada, sobre todo en una pieza tan extensa y compleja como esta.

Con respecto al mítico arte de tapa del álbum, el mismo estuvo a cargo de su colaborador habitual Storm Thorgerson quien elaboró una serie de fotografías que reflejaban el espíritu no corporativo y anti comercial del disco. Luego de un minucioso proceso de selección, finalmente se optó por la foto ya conocida por todos en la cual dos hombres se saludan dándose la mano y uno de ellos está en llamas. Como nota de color esto no se logró con efectos visuales sino que contrataron a un doble de riesgo al que le dieron un traje especial y literalmente lo prendieron fuego.

Asimismo, el arte final incluía un sobre negro ideado por Roger Waters que envolvía al disco y que pretendía presentarse a los fans como un reflejo de la ausencia concepto que dominaba toda la placa. Esto puede constatarse en la última reedición remasterizada en vinilo que es una muestra fiel del especial cuidado que siempre puso la banda en todas sus presentaciones, tanto gráfica como visualmente, pero sobretodo en su magistral y exquisito sonido.

Hasta la próxima.

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