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La sonrisa de pibe, con el brazo guerrillero y el corazón de arrabal

"...Cómo entender entonces, un fenómeno tan grande y complejo como Diego Armando Maradona, que nos llevó a todos en un sueño colectivo a la victoria pero que también nos interpela y no dice a dónde no hay que ir..."

Por AMIRA RAFIAA

"Murió Dios", "Maradona ha muerto", "Napoli Llora, Dios ha muerto", "Llora por mí Argentina", "Adiós a una leyenda", "Luto Mundial", "Hasta siempre Maradona", "Un legado más grande que el campo", "Todas las lágrimas del mundo", son sólo algunos de los más de 32 tapas de diarios de 32 países, serán muchas o pocas, eso lo dejo a su criterio, lo que sin dudas podemos afirmar es que Maradona trascendió mundialmente, salió de villa Fiorito, debajo de la última piedra del conurbano, allá por el año 60, pero no solo logró salir de la villa, sino de Argentina, e incluso hacerse eterno, trascender, convertirse en una leyenda, ir más allá de cualquier frontera geográfica, atravesar también las fronteras temporales. 

Maradona es Maradona, acá, en Italia, en Dubái o incluso en Inglaterra. Pero también era Maradona hace 20 años atrás y posiblemente lo sea dentro de 50. Maradona es D10S para los de 60, 70 años, pero también es para los niños de hoy.

Cómo entender entonces, un fenómeno tan grande y complejo como Diego Armando Maradona, que nos llevó a todos en un sueño colectivo a la victoria pero que también nos interpela y no dice a dónde no hay que ir.

De Maradona se pueden decir muchas cosas, lo que no puede dejar de decirse es que una persona tan contradictoria, controversial y pasional como el pueblo argentino. Radical, blanco o negro, sin medias tintas, siempre firme a sus convicciones y del lado de los más humildes, siempre demostrando que podría superarse a si mismo, una y otra vez, incluso cuando parecía que había llegado al cielo, rompía su propio techo, cantaba retruco y con un ancho de espadas, nos dejaba a todos con la boca abierta, sin aire, tanto adentro como afuera de la cancha.

Maradona fue mucho mas que la camiseta, que la pelota, fue mucho más que su consciencia de clase, que sus ideales, fue mucho más que sus declaraciones polémicas, fue más que padre, amigo y jugador, fue más que contradicciones, consumo problemático y violencias, fue más que todo eso junto. Maradona es Maradona. Contradictorio. Paradigmático. Casi como un espejo de la sociedad argentina, de nuevo, sin ánimos de ser reiterativa mostrándonos todo lo que está bien y todo lo que hay que cuestionar y cambiar.

Nos mostró a donde ir, pero también de donde hay que salir, o mejor, no hay que llegar.

El pibe de Fiorito, el que tenía tatuado al Che en su brazo, el que abrazó la causa popular y la de la Patria Grande, el que acompañó a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo en su lucha por la recuperación de los hijos, la memoria y la verdad, a pesar de no reconocer a algunos de los suyos. El que le pidió al Estado que haga políticas para sacarles más a los que más tenían como el, para darles oportunidades a los que menos tienen (como él, el pibe de Fiorito).

En lo personal, creo que lo deportivo es sólo un tinte más del astro, pero entiendo que, para algunos Maradona es la revancha histórica con el gol a los ingleses, mientras que para otros sea un padre ausente y violento. Creo que para entender al "Dios más humano de todos" y el fenómeno que ocasionó en todo el mundo, hay que entender las subjetividades, la historia de vida, la construcción simbólica que hace cada uno con su interpretación del 10.

En palabras del gran Eduardo Galeano, el Diego fue el "Dios más humano de todos" y en un intento por describirlo y entenderlo dijo que "Maradona se convirtió en una suerte de Dios sucio, el más humano de los dioses. Eso quizás explica la veneración universal que él conquistó, más que ningún otro jugador. Un Dios sucio que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón, irresponsable, mentiroso, fanfarrón […]Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero", agregó Galeano.

Galeano lo interpretó así, lo que no quiere decir que todos hagamos lo mismo. Me atrevo a decir, que si le preguntamos a cualquier persona en la calle quién fue Maradona nos conteste "el mejor jugador del mundo", y otros hablaran de sus excesos y violencias; y ninguna respuesta es incorrecta, para comprender a Maradona y su fenómeno, por eso hay que entender que cada uno lo siente desde su propia historia. 

Maradona (al igual que cualquier persona) no es más ni menos que lo que interpretamos de él, no lo que fue realmente, Diego es la historia que nos contamos a nosotros mismos, es lo que sentimos en el pecho cuando vemos "la mano de D10S" o cuando vemos un Diego totalmente ido en el consumo, o siendo violento en un video con su pareja.

¿Entonces, Diego no es también ese video? Si, Diego también es eso. Pero para poder entender a los millones que movilizó alrededor de todo el mundo, hay que entender que no se movilizaron por -ese- Diego, sino por lo que subjetivamente construyeron de Diego.

No importa lo que es Diego, Juan o María, importa lo que interpretamos de ellos.

Para mi Diego es el pibe de Fiorito, que logró vencer al sistema y llegar a lo más alto, y chocó, y se trató de levantar, y un poco lo hizo, y volvió a caerse, una y otra vez, como la vida misma. Diego es el pibe de los Juegos Evita consolando al pibe más grande que no había podido cumplir su sueño. Para mi Diego es la esperanza de la clase popular de que se puede salir adelante, casi de forma milagrosa se puede salir de la opresión, para mi Diego es la alegría de la clase popular, que muchas veces cuando falta todo, sólo se puede ser feliz con el anhelo y la alegría de alguien más. Para mi Diego es consciencia de clase, y es Fidel y el Che tatuado en su cuerpo. 

Pero sí, como hija de un padre ausente imputado por abuso, como feminista, como profesional defensora de los derechos humanos y de la igualdad entre varones y mujeres, no puedo dejar de decir que Diego, también es una víctima del consumo problemático, y un responsable absoluto de la violencia que ejerció ante muchas. Pero comprendo, que ese es el Diego que construyo yo, que interpreto yo, mientras que el de ud., que me está leyendo quizás sea sólo el astro detrás de la pelota, o quizás sólo sea el de los excesos y violencias, o quizás compartamos el mismo Diego, como con César González, poeta y cineasta que salió de la villa Carlos Gardel, que el día que el Diego murió el escribió "miles de niños y niñas en las villas al menos tienen la misera ilusión de poder derrotar a la pobreza con un balón. Y eso es gracias a que pudiste romper una puerta blindada, uno de los primeros villeros que no lograron hacerle agachar la cabeza. En los barrios populares, hay un silencio aterrador. Donde abundan las ventanas saturadas de música hoy se escuchan llantos como truenos".

Cómo no empatizar con el pueblo argentino, que en la época más oscura fue feliz gracias al Diego, y si, muchos otros no pudieron serlo porque ni siquiera un poco de gloria podía apagar el terror de tener un familiar desaparecido en manos del Estado. Cómo no empatizar con los miles de niños y niñas de los barrios populares que tienen la ilusión de que de sus potreros salgan muchos otros diegos. Cómo no empatizar con los que lo lloraron como si hubieran perdido a alguien de sus familias, y sí, cómo no empatizar con las miles de pibas que salieron a cuestionar sus violencias, porque el Diego también fue eso, y nosotras tenemos todo el derecho del mundo de denunciar en otro las violencias que sufrimos, pero también de llorar al Diego; y si como sociedad no somos capaces de cuestionar qué ideales y patrones tenemos, si no somos capaces de denunciar lo que no está bien, si no somos capaces de cuestionar -incluso- a nuestros ídolos, difícilmente podamos construir una sociedad más justa e igualitaria, y permítanme decir que la patria que yo sueño es una donde todas y todos tengamos lugar, los de Fiorito y los de la Gardel, los del 1° de Diciembre y los del Papa Francisco, las pibas y las disidencias, los que se les fue un poquito de vida con el Diego y los que no, donde existan más oportunidades, y que llegar a ser D10S no sea una cuestión casi de suerte divina, que el plato de comida en las mesas no falte, y que la alegría del pueblo sea por la conquista de derechos y una vida digna.

LA AUTORA. AMIRA RAFIAA. Licenciada en Trabajo Social, docente, investigadora, magistrada. Actualmente trabaja como conductora en Noticiero 13, columnista de radio La Red.

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