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Cultura Para los más pequeños

La niña que se quedó sin zapatos

En el Día de Reyes, un cuento de la escritora rosarina Sarah Mulligan

Por Sarah Mulligan

Era la noche del cinco de enero y, como todos los chicos del mundo, la nena solitaria que vivía en una aldea, al pie de la colina,esperaba el paso de los Reyes Magos.

Estuvo toda la tarde yendo y viniendo. Del valle cortó pasto y lo puso con esmero sobre un plato de cerámica. Del arroyo trajo el agua cristalina y la volcó en la fuente plateada.  Con un trapo de lana frotó el único par de zapatos que tenía y los dejó en la entrada de su casa. Al final, se sentó y escribió una carta pidiéndoles un solo deseo.

Esa noche no pudo dormir. Antes del amanecer se levantó. Lo primero que hizo fue correr hasta la puerta; pero ¡muy grande fue su decepción al descubrir que los Reyes no le habían dejado ni un solo regalo! Tampoco encontró el plato de cerámica, ni la fuente plateada, ni el fardo de pasto, ni el agua, ni la carta. ¡Hasta sus zapatitos habían desaparecido! 

El sol remoloneaba en los brazos de la noche. El gallo no cantaba todavía. La nena supuso que los Reyes no andaríanlejos, así que salió a buscarlos. Con una lámpara en las manos y los pies descalzos siguió el rastro de los camellos en la tierra húmeda de rocío.

Cerca del naranjo brillaron unos destellos. La nena apuró el paso. Vio que los Reyes dejaron algo en el suelo y siguieron su camino. Se acercó hasta el árbol y encontró a una mujer y a su hija dormidas al abrigo de un manto de lana. Sobre los flecos, muy bien acomodados, ¡estaban sus zapatitosrelucientes!

Continuó por la senda de los Reyes y llegó a verlos,desde lejos,dándole de beber a unmendigo que descansaba sobre una roca.Después los vio dejando un paqueteen la chozadel carpintero. La nena descubrió, un rato más tarde, que se trataba delos pastos del valle que ella misma había cortado, unidos con un gran moño. Más tardedescubrió que su plato de cerámica estaba en el jardín de la viejita que vendía flores en la plaza del pueblo. 

Cada vez más enojada, siguió las marcas que los camellos dejaron a su paso. Distinguió a los Reyes cuando dejaban un regaloen la granja vecina.

Cuando la nena solitaria pasaba por ahí, los ocho hijos del granjero estaban abriendo el paquete. ¡Era la fuente plateada llena de frutas del naranjo! Los chicos estaban tan agradecidos que formaron una ronda alrededor de la nena y se pusieron a cantar. Ella se esforzó en explicarles que no les había regalado ninguna fuente plateada ni mucho menos las naranjas. Los chicos no le prestaron atención. Estaban tan contentos que siguieron entonando las más bellas de sus canciones. 

A esas alturas, la nena solitaria había perdido de vista a los Reyes Magos. Cuando estaba a punto de retomar la búsqueda, apareció la viejita con un maravilloso ramo de flores. La nena le dijo que ella no le había dejado ningún plato de cerámica pero la anciana no le creyó. Le adornólos cabellos con pimpollos de rosas y le cubrió la cara de besos. 

La nena solitaria solo pensaba en lo lejos que estarían los Reyes y en todo lo que tenía para decirles. En eso, llegó la mujer que había dormido al pie del naranjo y la abrazó. Su hija venía detrás y llevaba puestos sus zapatos relucientes que le quedaban a la perfección.La nena solitaria negó habérselos dado. La mujer, sin hacerle caso y conmovida por su humildad, le entrególa manta tejida con lana de cabra. 

El carpinterotambién se acercó al grupo. Le agradeció a la chica el fardo de pastos que servían para rellenar el techo de su casa y leregalóuna muñeca de madera que habíatallado con sus manos. La nena solitaria, por primera vez, sonrió.

Llegó,en ese momento, el mendigo sediento y con un extraño silbido atrajo a los pájaros del bosque. La risa de la chica se oyó entre el gorjeo de las aves y el cantar de los niños del valle. Y, mientras giraba contenta sobre sus pies descalzos, la nena solitaria reconoció, allá, a lo lejos, tres fulgores dorados que brillaban en la colina. Fue entonces cuando recordó la carta escondida bajo sus zapatos perdidos, que decía:"Queridos Reyes: sólo deseo tener amigos".

FIN 

Autora e ilustradora: Sarah Mulligan (Todos los derechos reservados)

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