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Opinión Entrevista. Por Gustavo Bazzan*

"El acuerdo con la UE obligará a mejorar la eficiencia del Estado"

Gabriel Sánchez, economista principal del BID, advierte que la competitividad de las empresas argentinas no puede estar pendiente de la volatilidad macroeconómica.

Gabriel Sánchez es economista principal del BID, y además, uno de los principales referentes en temas vinculados al comercio internacional. De hecho fue su foco cuando dirigió el IERAL. Hoy, combina la investigación con la docencia, también enfocado al comercio. Fue docente en la UCEMA , la Universidad de San Andrés y en la universidad Pompeu Fabra (Barcelona). Actualmente dicta clases en la Universidad Di Tella. Dialogó con Clarín sobre las implicancias que puede tener para la Argentina el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur.

- Más allá de lo que pueda decir la "letra chica", usted se mostró abiertamente a favor del acuerdo Mercosur-Unión Europea. ¿Cuál es su visión del impacto de este anuncio?

- Mi visión es muy positiva. La lógica del comercio es que se trata de una tecnología de transformación superior. Cada uno se especializa en lo que hace mejor, las vende al mundo y a través de eso genera recursos para importar lo que otros hacen de manera más eficiente y así logro consumir más. Simple como eso.

- ¿Y eso como encaja con la actualidad Argentina?

- Para el caso de la Argentina, el país al comerciar con países avanzados recibe importaciones de bienes de capital y flujos tecnológicos que permiten alcanzar y ganar productividad. El efecto de la competencia es un incentivo a mejorar los procesos y a innovar. Está demostrado que las economías que más importan tienen mejores performances. Cuanto más te involucrás en el comercio generás más exposición a la competencia.

- Acá afloraron muchos reparos a esa mayor apertura a las importaciones.

- Siempre habrá destrucción creativa. Por eso se necesitan mejores instituciones de mercado laboral, de entrenamiento, de seguridad social, que permitan absorber esos shocks, y que le den más movilidad al trabajador. Esto, contra lo que podría suponerse, puede llevar a que se necesite un Estado más grande y eficiente, que brinde redes de protección social ante el avance del comercio.

-Usted habla de destrucción creativa, el empresario Gustavo Grobocopatel dijo que habrá sectores que deberán desaparecer. ¿Cuál es su mirada sobre esta definición?

- Nadie desaparece, los sectores se reconvierten y lo mismo los puestos de trabajo. En el acuerdo se definen sectores sensibles para los cuales habrá entre diez y quince años para desmantelar aranceles. Les das tiempo para reconvertirse. Siempre se habla del sector textil como el más amenazado. Seguramente la fase más intensiva en producción se perderá. Acá quedará el diseño. Obviamente genera un desafío de qué hacer con los trabajadores desplazados, igual que con cualquier cambio tecnológico. La evidencia dice que el balance entre los empleados que se pierden y se ganan da positivo. Pero sí, en la etapa de desplazamiento habrá ruidos.

-¿El problema es el trabajador de baja capacitación?

- Claro. Por eso hay que generar instituciones de reentrenamiento. El acuerdo va a crear riqueza y va a permitir crecer mas, por ende habrá medios para conducir la transición de los trabajadores.

- ¿Será un acople sin conflictos, dada las enormes diferencias de competitividad entre los bloques?

- Siempre vas a tener alguna fricción, sobre todo porque venís de años de protección y baja productividad. Pero miremos ejemplos en el mundo. En Europa, Portugal y España tuvieron su periodo de transición hasta que hicieron la reconversión. En España estaba la automotríz SEAT que fabricaba vehículos de baja calidad. Pero Volkswagen la fue reconvirtiendo y se transformó en una empresa competitiva que exporta no a los países más ricos, pero sí a los de ingresos medios. Es un buen ejemplo de una empresa integrándose a la cadena de producción de una firma global. En el caso nuestro, creo que la industria automotriz tal como la vemos ahora no va a poder seguir para siempre. Tal vez no se pueda seguir produciendo muchos modelos a baja escala con un costo unitario alto.

-¿ Habrá una súper especialización en pocos modelos?

- Van a cambiar varias cosas que pueden redefinir el modelo. Van a bajar los aranceles a importaciones de insumos. Una matriz europea puede definir radicarse acá por mejores costos. Y elaborar acá una etapa del producto. El sector deberá reconvertirse hacia un modelo mayor especialización y escala.

- ¿Cree que es necesario reformular los marcos legales?

- La agenda es facilitar las reconversiones, también hacer más fácil abrir y cerrar empresas, y modificar los regímenes laborales. Un caso a mirar es el de México. Cuando se discutía el NAFTA se decía que Estados Unidos iba a desplazar a la industria mexicana. No fue así. El norte industrial de Monterrey explotó en exportaciones de manufacturas. México pasó del 0,5 al 3% de las exportaciones mundiales de manufacturas entre 1993 y 2016.

-¿Qué va a pasar con el por algunos añorado programa de reindustrialización?

- La verdad es que venimos de décadas de proteccionismo con algunos episodios de apertura en los ?90 que fueron revertidos. Y otros muy mal concebidos como el del ?76, inconsistente, porque protegía insumos intermedios y bienes de capital. Pero la regla fue que tuvimos economías cerradas y el desarrollo industrial no se consolidó, y por el contrario, permitió crear industrias que no son competitivas. En los años ?90 fue particular, porque el atraso cambiario jugó en contra. Pero igual hubo explosión de nuevas actividades de exportación. En esos años empezaron las inversiones en agricultura de nicho, hubo exportaciones de formatos audiovisuales, muebles de diseño, lanchas de alta velocidad. Era un ambiente estable en el que se podían importar bienes de capital y había flujos. Con estabilidad macroeconómica nunca se sabe a dónde podés llegar, porque las oportunidades aparecen sobre la marcha. Y eso vale tanto para productos industriales como para productos de base agropecuaria. Lo que está claro es que no se puede seguir haciendo lo que se hacía hasta ahora. El desafío para empresas y trabajadores de cómo reconvertirse

- Lo importante del acuerdo es lo que debe hacer el Estado con sus responsabilidades. ¿Es tan importante como la apertura?

- Sí, y es un punto crítico. El acuerdo obliga a mejorar la eficiencia del Estado, porque los empresarios no pueden estar pendientes de la volatilidad macro. Hay que llevar determinadas variables a niveles normales y compatibles con el resto del mundo, y no solo hablo del tipo de cambio real. Hay que revisar costos laborales no salariales, impulsar una reforma tributaria que seguro tendrá costo fiscal. En resumen, obliga a mejorar la eficiencia del estado. En 2015 un estudio del BID determinó que ineficiencias técnicas en el gasto público y subsidios eran equivalentes al 7,5% del PIB. No se puede eliminar todo, pero habrá que trabajar en tema ineficiencias, de procesos y de funciones. Y obviamente tener una disciplina fiscal sostenida.

- ¿Se puede recuperar el terreno perdido en un aspecto clave, como la inversión extranjera directa?

Sería lo esperable. Es obvio que los europeos miran más al mercado brasileño, que hasta ahora les ha sido impenetrable. Pero a partir del tratamiento igualitario de las inversiones, está la opción de reubicar producción. La instalación de una filial europea es importante, porque desde acá va a poder importar y procesar para su propia cadena de producción. La novedad es que antes se pensaba en un proyecto para abastecer al mercado local o a Brasil. Ahora lo pensás en un marco de decisiones globales. El perfil es otro. Quiero insistir en esto: México no es potencia exportando solo a los EE.UU., sino a todo el mundo. Un beneficio adicional del acuerdo vendrá no por venderle a los países de la UE, sino porque hay una ganancia de competitividad para salir a competir en todo el mundo.

(*) Publicado en el diario Clarín.

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