En distintos hospitales pediátricos del país, el sonido de videojuegos y las risas frente a una pantalla se volvieron parte de la rutina. No se trata de torneos de gaming o salas de arcade, sino de la felicidad de los chicos internados que encuentran un momento de distracción gracias a La Guarida, una ONG que transforma computadoras y hardware en desuso en estaciones de juego diseñadas para acompañar a pacientes menores de edad durante su internación.
La iniciativa nació en plena pandemia, cuando dos amigos comenzaron a experimentar con PC viejas. Lo que empezó como un pasatiempo se convirtió en un proyecto con impacto directo en hospitales públicos, en donde combinan solidaridad, creatividad y tecnología.
Miguel Blanco, fundador de La Guarida, recordó los primeros pasos del proyecto: “Durante la pandemia, jugar videojuegos fue mi oasis. Junto a Dylan, mi amigo y hoy el otro 50% de La Guarida, nos dimos cuenta de que podíamos canalizar nuestra pasión hacia algo más grande”.
Para esa época, su canal de Twitch en el que hacía streaming de videojuegos se convirtió en un espacio para experimentar, compartir partidas y conectar con otros aficionados. Con el tiempo, el canal comenzó a monetizar y, en lugar de quedarse con ese dinero para sí mismos, Miguel y Dylan decidieron usarlo en acciones solidarias. Así, empezaron a comprar alimentos para preparar viandas y salir a repartirlas a personas en situación de calle. “Nos hacía muy felices, pero sentíamos que queríamos generar un impacto más profundo y sostenido”, recordó Miguel.
Esa búsqueda de un proyecto con mayor alcance los llevó a descubrir la problemática de los niños internados en hospitales públicos. Muchos enfrentan largas estancias, procedimientos dolorosos y limitaciones para acceder a entretenimiento que pueda distraerlos o alegrarles el día. Los cables cruzando la sala, la falta de televisor o la complejidad de conectar consolas tradicionales dificultaban que los chicos pudieran jugar.
Miguel vio allí una oportunidad de combinar su experiencia tecnológica con un propósito social: crear consolas que fueran seguras, portátiles y listas para usar, sin complicaciones para el personal hospitalario.
La primera consola: un maletín que cambió todo
El primer prototipo fue un maletín que integraba monitor, consola y joysticks. Todo estaba pensado para que un niño pudiera enchufarlo y jugar inmediatamente, sin necesidad de botones adicionales ni cables enredados.
La primera entrega fue al Hospital Garrahan, en el sector de Hemodiálisis. Miguel recuerda la mezcla de nervios y emoción: “No sabía cómo reaccionarían los chicos ni el personal. Cuando encendimos la consola y pregunté qué querían jugar, eligieron fútbol. Verlos disfrutar, perderse en la partida y sonreír fue el momento máximo de alegría”.
Arte y tecnología de la mano
Cada consola es una pieza única, intervenida por artistas invitados. Los equipos pasan por varias etapas: limpieza y revisión de hardware, instalación de software, montaje y finalmente la intervención artística. “Queremos que los chicos tengan un equipo funcional, pero también hermoso y motivador. La intervención artística transforma la consola en una obra de arte jugable”, explica Miguel.
Entre los colaboradores se encuentra el escenógrafo de La Renga, quien diseñó consolas basadas en portadas de álbumes, creando un vínculo entre música, arte y videojuegos. Para proteger estas obras, cada consola recibe varias capas de barniz resistentes a los productos de limpieza utilizados en hospitales, garantizando durabilidad y seguridad.
Cómo funcionan las consolas
Las consolas están diseñadas según las necesidades del hospital. Las tipo maletín, sin ventiladores, son ideales para salas de aislamiento. Las tipo carrito se utilizan en entornos menos estrictos, como salas de hemodiálisis o internaciones ambulatorias.
El software utilizado es libre y basado en Linux, lo que permite emular videojuegos de distintas generaciones, desde Pentium I hasta procesadores i3 de tercera o cuarta generación. Cada consola recibe la cantidad de juegos que su hardware puede soportar para garantizar una experiencia fluida para los niños.
Donaciones y conciencia ecológica
La Guarida recibe equipos en desuso de particulares y empresas, siempre que funcionen correctamente para llegar en las mejores condiciones a los hospitales. Aquellos elementos que no se pueden recuperar son reciclados de manera responsable, evitando la contaminación y promoviendo la educación tecnológica: “Rescatamos motores de impresoras para talleres de robótica, fomentando la creatividad y el aprendizaje”, nos contó Miguel.
El proyecto funciona principalmente con aportes de la comunidad y de los propios integrantes, sin subsidios oficiales. “Lo hacemos con mucho amor y cariño. Dependemos de la generosidad de la gente que nos acompaña”, explicó
Videojuegos como herramienta terapéutica
Las consolas no solo entretienen, sino que cumplen un rol terapéutico. En hospitales como el Gutiérrez y el Elizalde, los médicos regulan el tiempo de juego según cada paciente. Estudios científicos, incluyendo trabajos del doctor Mario Alonso Puig, demuestran que el uso controlado de videojuegos puede reducir hasta un 40% el consumo de analgésicos en niños oncológicos.
Miguel resaltó: “Brindarles la posibilidad de jugar bajo supervisión profesional reporta enormes beneficios y mejora su experiencia hospitalaria. Para nosotros, cada sonrisa es un testimonio de que estamos haciendo algo útil”.
Expansión y sueños futuros
El proyecto planea extenderse a hogares de ancianos, niños en situación de vulnerabilidad y crear un “potrero digital”, donde los futuros gamers puedan entrenar con computadoras de alto rendimiento. La idea es ofrecer las herramientas necesarias para que los niños que sueñan con una carrera profesional en videojuegos puedan practicar y desarrollar habilidades, al igual que antes lo hacían quienes aspiraban a ser futbolistas en clubes barriales.
Además, La Guarida tiene planes de expandir sus iniciativas en robótica, ecología y accesibilidad, utilizando componentes reciclados para talleres educativos, fomentando la creatividad tecnológica y la conciencia ambiental.
Cada consola, una historia
Para cerrar la nota le preguntamos a Miguel cuál de sus creación es su preferida. Pero para él, cada consola es como un hijo: “No podría elegir una favorita. Todas tienen su historia y les dedicamos tiempo, cariño y amor. Luego las vemos convertirse en obras de arte que alegran a los chicos, y eso es impagable”.
En hospitales de todo el país, La Guarida logra transformar la tecnología en una herramienta de felicidad, aprendizaje y terapia, donde los joysticks y las pantallas no solo sirven para jugar, sino también para reconectar con la alegría, la creatividad y la esperanza.