Por GLADYS SEPPI FERNÁNDEZ
La muerte de Maradona ocupó todas las horas de este día 26 de noviembre...y exaltó todas las posibles emociones humanas.
Llanto, cánticos, irrespetuosidad, palabrotas, peleas...
Para algunos el fenómeno Maradona representa la demostración de un pueblo que se desborda, que no sabe manejar sus emociones, que se transforma en un grupo de individuos que no reconocen límites y tan irrespetuosos del orden, tan sedientos de emociones fuertes, que busca, que provoca y que pueden constituirse en un elemento destructivo y peligroso.
Una masa difícil de encarrilar con palabras que necesita mucho control policial, con el que confronta con ciega violencia.
Muchos encuentran que Maradona ha encontrado en ese terreno humano un lugar de profunda caladura. Maradona llega hasta lo más profundo de esa masa emocionalmente descontrolada que se potencia, justamente, con la fuerza de sus ciegos arrebatos. Así, Maradona es pasión y se lo nombra dios, se lo declara ídolo, y ya es leyenda, ya que suma a su favor ser el gran protagonista de sus días y, terriblemente, de su propia muerte .
Son muchos los que admiran a Maradona por "las alegrías que dio al país", porque países que nos ignoraban nos nombran por él, porque, era un real artista en el arte de manejar la pelota, hacer intrépidas gambetas y lograr el gol.
Pero también hay mucha gente, entre la que me encuentro, que quisiéramos junto a la admiración y reconocimiento por el innegable jugador iluminado que fue Maradona, que empecemos a admirar a los que desarrollan otras ciencias y artes en el país, a los que producen avances con estudios e investigaciones que benefician a la humanidad, a los que tratan de despertar a los jóvenes a la admiración y cultivo de su propio cerebro, por ejemplo, a los que nos guían para que nos eduquemos y seamos personas de bien, de trabajo, a los que nos proyectan y avanzan en las artes literarios pictóricos e infinitas manifestaciones de lo humano.
Ellos necesitan del acompañamiento del pueblo, de la gente para crecer con el apoyo de su estímulo, de la exaltación entusiasta que levanta los pueblos transformándolos en grandes naciones.
El país necesita que se vigoricen otros valores aparte del manejo de un fútbol que nos haría, a los argentinos, más valiosos y reconocidos en el mundo.
Nuestra juventud necesita modelos de vida, modelos de hombre, que hayan cultivado otros valores del ser humano.
Entonces sí, de lograrlo, todos nos inflamaremos de una emoción superior: el orgullo de superarnos como seres humanos, la felicidad de ser todos protagonistas del gol.
LA AUTORA. GLADYS SEPPI FERNÁNDEZ. Escritora. Ejerció la docencia durante cuatro décadas. Se retiró de las aulas en 1995 y ya ha publicado más de 20 libros.
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