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Cuatro poesías

VEJEZ
Hoy imaginé
cómo serán mis pasos
en el ocaso
inexorable de los días.
Los imaginé algo lentos
un tanto cansinos
con la punta de los pies
apuntando en diagonal
como mi abuelo.
O quizás sean
un poco más enérgicos
con el último empuje
de vitalidad robada
de tiempos que se fueron.
Me pregunté y les pregunté
al cónclave de mis otros yo
si llevaremos las manos
tomadas por detrás de la espalda
o si las dejaremos balancearse
sin preocupaciones.
Si pasearemos por la plaza
si habrá un jardín o un patio
tal vez un nieto
que recargue los espacios
con bullicio.
Debatimos un buen rato
sobre el brillo que deberá
tener nuestra mirada
si la bendita nostalgia
nos cobijará
como un guardián inexpungable.
Si habrá lugar para los recuerdos
deberíamos irlos anotando
en las hojas de un libro
y volver a repasarlos cada tanto
como forma de evitar
caer en el olvido impertinente.
Si habrá mares o montañas
si habrá paseos o lecturas.
si habrá rituales
el té con bizcochitos
o podar un limonero.
Si vendrán nuestros hijos
el domingo por la tarde
o será tal vez
un mensaje a la distancia
impedidos de acceder
por obligaciones contractuales
que dicen no pueden posponer.
Para qué tantos manteles
la vajilla con un par de platos
seguro nos alcanzaría
que no sean del mismo juego
así nadie se alborota en el final
para llevarse todo.
Si será en un barrio alejado
o en el centro
entre luces y bocinas
si será con un sol embravecido
o con el manto blanco
de nieve interminable.
Tal vez si lo anotamos todo
y no perdemos la fe
ni la esperanza
y nos mantenemos prolijos
y en movimiento
tal vez a la muerte se le olvide
que debe pasar por nuestra casa.
DEJÉ DE ESPERARTE
Ya perdí la cuenta
de las noches sin dormir
del desvelo que se sienta
en la punta de la cama
y se pone a conversar
Del insomnio prefijado
como agonía del ayer que ya no vuelve
Ya dejé de salir
cada tanto hasta la calle
buscando excusas sin sentido
esperando que llegaras
Ya dejé de sentarme
con mi sombra en el zaguán
se nos acabaron los temas
y ella se cansó de decirme que no vendrías
Ya dejé de jugar
a encontrarte entre la gente
adivinando tu sonrisa
de ojitos achinados
Ya dejé de esperar
que suene la alarma de un mensaje
que nunca es tuyo
Ya dejé de explicarle
a mi pasado tormentoso
que no se vuelve
que no hay llaves,
no hay magia
no hay conjuros,
ni fondos de espejos
ni pasadizos secretos que me lleven
o te traigan
Me cansé de esa nostalgia
de amaneceres solitarios
Y una mañana cualquiera
con el otoño soltando sus hojas
dejé de esperarte
dejé de soñarte
dejé de sentirte
me fui de esa casa
cerrando las puertas, corriendo cortinas
me fui del pasado
en el que se convirtió nuestro mañana
Ahí se quedaron tus piernas
entre las sábanas
el aroma del café con tostadas
las noches de risas, el vino
la mesa puesta cada vez que llegabas
ahí se quedó la ilusión que venía
de una voz que nos llamaba
Serás nostalgia de domingo alguna vez
te recordaré
como esas noches de verano
El universo no sabe de perdones
no sabe de regresos
me cansé de ser olvido
en un camino que no me espera
Mi sombra sabe que ya volví
sin desvelos ni nostalgias
solo el eco de un recuerdo
que se agota en la memoria.
CONDENA
Yo no escribo por placer,
tal vez nunca sienta satisfacción
al ver como las palabras se amontonan
una tras otra en el papel.
Yo escribo casi por obligación,
la de tener que hacerlo por mandato
el que supone la dictadura de la nostalgia,
de los recuerdos de un pasado
que se empeña en volver,
que se ha instalado en el presente
y lo tiñe todo con su mirada.
En el transcurso de las horas,
de los días y semanas,
como salidos de un cuento,
de una historia de fantasía
se escapan por mi mente aquellos momentos
se cuelan por rendijas y se empeñan
en volver a ser vividos.
Tal vez en realidad esta historia no sea como parece
quizá sea solo un escriba, un testigo
un condenado de los infiernos a reflejar
el paso de los años de alguien que ya no está
y en el peso de mi condena confundo
su historia con la mía
porque ya no la recuerdo y la suya es el guión
que me han impuesto para pagar la deuda de la mía.
AÑORANZA
Yo crecí extrañando tu nombre en el exilio interno,
como esos mandatos que se imponen
en el paso y por el peso de las generaciones.
Yo crecí extrañando la infancia de aquellos que me antecedieron,
en un extraño juego de relojes que marcan un tiempo
que no es el del presente.
Yo crecí con la añoranza hecha llanto,
enclavada en el pecho, soñando un río que ya no era mío.
Yo crecí entre la paz infinita de sus remansos, la fuerza
de su potencia arrolladora y el embrujo de un puente
que resiste escondido en el olvido de las almas.
Yo crecí entre nieblas, remolinos y la nostalgia
de vivir en unas calles que se marcharon en silencio.
Yo crecí entre la alegría del regreso constante
y esperado y las lágrimas de cada despedida
que desgarraban los afectos hasta dejarlos descosidos.
Yo crecí en terruños ajenos, de tonadas distintas,
de risas y miradas que disimulaban las ausencias,
de esas que se iban sumando a la distancia,
cuando esas manos llenas de arrugas y manchas,
llenas de ternura y de abrazos, de magia y amor
dieron paso a los recuerdos
que cada tanto afloran por mi piel.
Yo crecí soñando con ser nombre en tu historia
hasta que esas mismas voces que añoraba
dejaron de ser las mías.
Yo crecí en una tierra que ya no existe,
que solo marcan las leyendas de los caminantes
de universos que confluyen en portales,
una tierra que busco inexorablemente,
errante y sin tiempo,
en el laberinto indescifrable de mis días.
EL AUTOR

DIEGO PÉREZ ES LICENCIADO EN COMUNICACIÓN SOCIAL, CORDOBÉS DE NACIMIENTO Y RIOJANO POR ADOPCIÓN. ASIDUO LECTOR DE AUTORES COMO SACHERI, DOLINA, CORTÁZAR, ECO, ENTRE OTROS TANTOS. FUE PREMIADO Y PUBLICADO EN ANTOLOGÍAS LATINOAMERICANAS EN DIFERENTES OPORTUNIDADES, EN LAS QUE PARTICIPÓ CON CUENTOS Y POEMAS. HA SIDO PUBLICADO EN DIARIOS Y PÁGINAS WEB DE DIFERENTES PROVINCIAS. TRABAJÓ EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE CÓRDOBA Y LA RIOJA Y ES ADEMÁS ASESOR EN COMUNICACIÓN POLÍTICA CON UN POSGRADO EN LA UCA. ACTUALMENTE SE DEDICA A LA COMUNICACIÓN GUBERNAMENTAL.

Autor: Diego Pérez|
LITERATURA

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