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Descanso saludable para rendir todo el día

Todos hemos escuchado la famosa recomendación: “hay que dormir 8 horas”. Esa frase se repite en consejos médicos, charlas familiares y hasta en memes de internet. Pero ¿qué tan cierta es? ¿Porque es necesario dormir 8 horas para descansar bien? ¿De verdad necesitamos esas horas fijas de sueño para sentirnos renovados? O, más bien, ¿cada persona tiene su propio reloj interno que dicta cuántas horas necesita para funcionar?
Este artículo explora, con ejemplos, curiosidades y preguntas claves, la importancia del descanso y el mito de las 8 horas.
El origen del mito de las 8 horas
La cifra de las 8 horas no apareció por casualidad. Durante la Revolución Industrial, a finales del siglo XIX, las largas jornadas laborales eran la norma. En muchos lugares del mundo, la gente trabajaba entre 12 y 16 horas diarias. Los movimientos obreros comenzaron a exigir una división más justa del tiempo: “ocho horas de trabajo, ocho horas de recreación y ocho horas de descanso”. Así nació la regla de las 8 horas de sueño.
Aunque esta distribución era más política y social que biológica, con el tiempo quedó instalada como una especie de verdad universal. Pero la ciencia del sueño ha demostrado que la realidad es mucho más compleja.
La variabilidad del sueño humano
No todas las personas necesitan la misma cantidad de descanso. Hay quienes duermen 6 horas y funcionan como relojes, y otros que con 9 horas todavía bostezan. Esta diferencia se debe a factores como la genética, la edad, el estilo de vida y la calidad del descanso.
Aquí aparece la primera gran pregunta: ¿Por qué es necesario dormir 8 horas para descansar bien? La verdad es que no lo es siempre. Lo importante no es tanto el número exacto de horas, sino la profundidad del sueño y la cantidad de ciclos completados. El sueño humano se divide en fases (NREM y REM), y completar al menos cuatro o cinco ciclos completos suele ser más determinante que simplemente contar las horas.
La importancia de la calidad y el entorno
No basta con “acumular” horas de sueño. Si una persona se acuesta en un ambiente ruidoso, con interrupciones o en una cama incómoda, las horas no tendrán el mismo efecto reparador. Aquí es donde entran en juego elementos como la temperatura del dormitorio, la oscuridad, el silencio y, por supuesto, un buen colchón. Por eso, muchos especialistas recomiendan elegir opciones cómodas como las de sommier center colchones, que ayudan a que el cuerpo logre el descanso profundo que necesita, más allá de la cantidad de horas dormidas.
La edad y el reloj biológico
El sueño también depende de la etapa de la vida en la que nos encontremos. Un adolescente puede necesitar entre 9 y 10 horas para recuperarse, mientras que un adulto mayor puede sentirse bien con 6 o 7. Por eso, cuando nos preguntamos: ¿Cuántas horas hay que dormir para descansar bien?, la respuesta nunca será única.
Los bebés duermen entre 14 y 17 horas, los niños en edad escolar requieren alrededor de 10, y los adultos, según diversos estudios, oscilan entre 7 y 9. Esto muestra que el sueño es flexible y se adapta a las necesidades biológicas de cada etapa.
Cuando las 8 horas no alcanzan
Un problema común es escuchar frases como: “Dormí 8 horas, pero sigo cansado”. Y es una experiencia más habitual de lo que pensamos. Surge entonces otra pregunta inevitable: ¿Qué pasa si duermo 8 horas y sigo teniendo sueño?
Esto ocurre cuando la calidad del sueño es deficiente. Puede deberse a despertares nocturnos, estrés, apnea del sueño o un horario desordenado. Dormir mucho no significa necesariamente dormir bien. De hecho, un descanso interrumpido o poco profundo puede dejar la sensación de cansancio a pesar de haber cumplido con la regla de las 8 horas.
¿Dormir de corrido o en partes?
Otro tema que genera debate es la manera de organizar el descanso. En la antigüedad, especialmente en la Europa medieval, era común que la gente durmiera en dos bloques: unas 4 o 5 horas al anochecer y otras 3 hacia la madrugada, intercaladas con actividades tranquilas como leer o rezar. Hoy, lo normal es dormir de corrido durante la noche. Pero entonces surge la duda: ¿Qué es mejor, dormir 8 horas seguidas o separadas?
La respuesta depende del estilo de vida y de la cronobiología personal. Hay estudios que muestran que si las siestas se manejan bien, dormir en dos bloques puede ser tan reparador como hacerlo de corrido. Lo importante es no interrumpir bruscamente las fases de sueño profundo.
Los ciclos de sueño como clave
El sueño no es lineal, sino cíclico. Cada ciclo dura unos 90 minutos y atraviesa fases que van desde la somnolencia ligera hasta el sueño profundo y la fase REM. Para sentirse renovado, lo ideal es despertar al final de un ciclo, no en el medio. Por eso, a veces dormir 7 horas y media resulta más reparador que dormir 8 exactas, si esas 8 horas interrumpen un ciclo.
Existen incluso aplicaciones y relojes inteligentes que calculan la mejor hora para despertar, basándose en la actividad cerebral y los movimientos del cuerpo durante la noche.
Los hábitos que mejoran el descanso
Más allá de contar las horas, hay hábitos que potencian la calidad del sueño. Entre los más recomendados están:

  • Mantener horarios regulares para dormir y despertar.
  • Evitar pantallas brillantes antes de acostarse.
  • Cenar ligero y sin exceso de cafeína.
  • Mantener una temperatura fresca en la habitación.
  • Usar la cama solo para dormir, no para trabajar.
Cuando estas rutinas se incorporan, el cuerpo reconoce las señales y entra en un descanso profundo con mayor facilidad.
El impacto del sueño en la salud
Dormir no es un lujo: es una necesidad biológica. Durante el sueño, el cerebro reorganiza recuerdos, el sistema inmunológico se fortalece, los músculos se reparan y el metabolismo se regula. De hecho, la falta crónica de sueño se relaciona con problemas como obesidad, diabetes, ansiedad, depresión y deterioro cognitivo.
Al mismo tiempo, dormir demasiado también puede ser un indicador de desequilibrio. Algunas investigaciones han detectado que quienes duermen más de 10 horas diarias de manera constante tienen mayor riesgo de desarrollar ciertos problemas cardiovasculares.
El sueño y la cultura moderna
Hoy en día, con la vida acelerada, el trabajo remoto, las redes sociales y las series interminables, muchas personas sacrifican horas de sueño para ganar “tiempo productivo”. Paradójicamente, al dormir menos, se rinde peor en el trabajo, se reduce la concentración y aumenta la irritabilidad. El sueño sigue siendo un recurso insustituible, aunque no siempre se le da la importancia que merece. No sé puede rendir de la misma manera si estamos cansados todo el día, por eso es preferible descansar como es debido.
El futuro del descanso
La investigación científica avanza en busca de nuevas formas de comprender el sueño. Ya existen laboratorios que estudian cómo modificar artificialmente las fases del sueño para hacerlas más eficientes, o cómo inducir sueños lúcidos para mejorar la creatividad. También se investiga la posibilidad de entrenar al cerebro para que reduzca el tiempo de descanso sin perder efectividad, algo que podría cambiar radicalmente nuestra relación con las 8 horas tradicionales.

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