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El club de los gatos, una organización del gato de afuera


Los gatos son cazadores solitarios y si bien pueden establecer relaciones sólidas y duraderas con otros animales y con el hombre bajo ningún punto de vista son lo que se define biológicamente como un animal gregario.
No poseen ningún tipo de organización jerárquica para lograr su supervivencia o su reproducción, ni dependen de un conjunto de seres de su misma especie agrupados bajo el arbitrio de leyes claras y no transgredibles para lograr su permanencia ya sea en el mundo silvestre como en este entorno al que se adaptan perfectamente y que es su, nunca mejor llamada así, verdadera selva de cemento.

Los gatos son pues definitivamente, cazadores solitarios, con la posibilidad de integrarse a estructuras sociales gregarias en forma transitoria.

Un gato de la casa está integrado a la familia y para él los miembros de ella son algo así como el padre o la madre o tal vez hermanos o compañeros de rutina, contado todo esto en lenguaje humano.

El gato doméstico tiene su mundo dividido en dos: por un lado la casa con la familia en donde él es el verdadero regalón, el mimado y consentido, y por otro lado el mundo del afuera, del otro lado de la puerta, donde la fascinación de lo desconocido, del vagabundeo, llama cotidianamente y seduce irresistiblemente.

Es en ese mundo donde, necesariamente, se tienen que establecer relaciones con otros gatos, porque de la misma forma que nuestro gato puede llegar a los tejados, los gatos de los vecinos también lo pueden hacer, si todos lo permitimos.

Todos sabemos de las peleas de los gatos y todos sabemos de la violencia y de la vocalización tan florida que este proceso implica.

Los gatos cuando merodean su barrio se pelean y en esas peleas, gritan, aúllan estridentemente y sin cesar porque su lugar en el barrio, su posibilidad de ocupar aunque más no sea un pequeño sitio en un tejado para tomar sol en las mañanas debe ser defendido con garras y dientes y si es posible hasta con los alaridos más contundentes.

Para esta tarea, el gato doméstico tiene una espectacular dentadura que, salvo el tamaño nada tiene que envidiarle a cualquier temible felino grande. Ya lo dijimos, nuestro gato, también en este sentido es un tigre en miniatura.

Por otra parte, las garras con uñas retráctiles garantizan junto a una a elasticidad, destreza y plasticidad sin igual una capacidad de lucha sin igual. Si a eso le sumamos el valor agregado de un arma química o más bien bacteriológica, que es la carga de bacterias altamente patógenas que llevan sus uñas, veremos que en cuestiones de armamento, en este soldado nada ha quedado librado al azar.

En efecto, sus uñas están plagadas de bacterias que garantizan la más soberbia de las infecciones y de las inflamaciones en las heridas que hayan sufrido sus adversarios y es esa la razón por la cual en muchas personas, más sensibles que otras al ataque de estas bacterias, se produce, frente al ataque de un felino, una reacción muy fuerte y marcada en la lesión, su periferia y en el organismo todo, que se ha dado en llamar: enfermedad del arañazo del gato.

Un gato cualquiera podrá cambiar de jerarquía, en la estructura del barrio, lo que jamás ocurrirá será que renuncie a su porción de territorio ganada y jugada cada tarde y cada noche en las contiendas de los rings gatunos.

Los gatos de un barrio, se organizan por jerarquías en una estructura elástica y dinámica que bien podemos denominar: club de gatos. En esa estructura organizativa cada gato ocupa un puesto, un lugar, con una alícuota de terreno, algunos son presidentes del club, otros simplemente vocales y algunos nada más que socios adherentes. Lo cierto es que cada uno ha ganado su puesto pagando su cuota al club, en peleas ganadas y trofeos obtenidos.

Como nada es definitivo, frente a cualquier invasión o acontecimiento se revalidan las cuotas y los títulos que ubicaron al socio en esa posición. Por cierto, hay categorías que son claramente diferenciadas. Así, un gato macho entero, es más que una gata entera, y ésta más que un gato castrado y éste más que una gata castrada.

De esta forma, entre las categorías de base y las defensas del título se desarrolla este deporte que se protagoniza cada noche, en todas las calles y callejones de la ciudad entre arañazos, zarpazos y maullidos de triunfo y de terror...




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