Ignacio Russo es un ejemplo de fortaleza. Sólo dos días después del fallecimiento de su padre, Miguel, se puso la camiseta de Tigre y formó parte del once titular ante Newell's en Rosario.
Una vez que los equipos salieron al campo de juego y previo al comienzo del encuentro, el delantero fue saludado por Cristian Fabbiani y todo su cuerpo técnico.
Hasta allí el ex Instituto logró contenerse, pero hubo algo que lo quebró: el minuto de silencio. Los 60 segundos con los 22 futbolistas y la terna arbitral parados en el círculo central generaron las lágrimas de Nacho, a quien se le notaba en la cara el enorme esfuerzo que hacía para contener unas lágrimas que inevitablemente se escaparon al recordar a su papá.
Durante el velorio de Miguel Ángel en La Bombonera, su hijo había asegurado: "Si no juego, se levanta y me caga a puteadas; él hubiese querido eso".