Sociedad

"Extraño abrazar a mi familia"


La historia de Agustín
Nació en La Rioja, hijo menor del Dr. Leon y la Dra. Juanita
Malamud con un hermano dos años mayor.
Terminó  sus estudios secundarios
en la escuela Gabriela Mistral y viajó a Córdoba para estudiar ingeniería civil.
Cuando ingresó a la carrera, empezó a trabajar en una
empresa de ingeniería termomecánica donde se especializó en cálculo y diseño de
cañerías para plantas industriales.









El tiempo libre lo empleaba para estudiar música, hasta que
un día decidió hacerlo de tiempo completo. "Por el momento lo de viajar al
exterior era un chiste", expresó. Actualmente se encuentra estudiando  la carrera de músico profesional en un
instituto de jazz.

¿Por qué migraste?
Me fui por una especie de crisis de los 30 años; llevaba
varios años trabajando mucho, con muchísimas responsabilidades y carga horaria,
la carrera estancada y ya sin ganas.
Por otro lado, el tiempo libre que tenía lo usaba para
estudiar música como podía, pero también se hacía difícil hasta que un día
decidí hacerlo en tiempo completo.
¿Cómo  surgió ese amor por la música?
Música empecé de chico siempre haciendo algo, como a los 16
años me compraron una batería, y desde ahí siempre estudiando en forma
particular.
Cuando me fui a estudiar a Córdoba aprendí a tocar guitarra
por que no daba tocar la batería en un departamento.
A los 23 años retome percusión, me regalaron un bombo muy
bueno, un Froilán. Ahí comencé a tocar en bares con amigos, a conocer músicos,
pero siempre como hobby, hasta que me cansé y le dediqué más tiempo, empecé a
mejorar y decidí hacerlo como una futura carrera.

¿Cómo vive la
sociedad francesa la pandemia? ¿Qué cambios puede haber?
Realmente no creo que haya grandes cambios, la sociedad está
muy cansada y la situación de encierro ayuda a reafirmar e intensificar
posturas y creencias a veces peligrosas.
Hay gente que se cree rebelde y revolucionaria por no usar
barbijo, o estar en contra de las vacunas poniendo en peligro a los demás. Y
sobre todo las oposiciones políticas que ven como una amenaza el triunfo de las
campañas de vacunación y operan sin vergüenza para entorpecer el proceso.
Personalmente espero que esta situación nos ayude a modificar
nuestros hábitos de consumo y el valor que damos a ciertos trabajos, en
especial los más precarizados, que resultaron en muchos casos ser de los más
esenciales.
¿Cómo afecto tu
trabajo?
La pandemia me agarro trabajando como diseñador para una
empresa de ingeniería que apenas se decretó el confinamiento en Francia nos
mandó a hacer teletrabajo.
Tuve la posibilidad y la suerte de seguir trabajando durante
todo el año y mantenerme ocupado sin exponerme mucho, sobre todo en los peores
momentos de circulación del virus. Me pasé la primera ola en casa trabajando y
estudiando, creo que para mí fue bastante productivo.  Pero bueno, sé que no es la realidad de
muchísima gente.
Luego en el verano todo se relajó, volvimos a la oficina,
los comercios empezaron a abrir, y también las escuelas.
Pude comenzar las clases presenciales en septiembre, pero en
noviembre nos volvieron a confinar así que de nuevo a casa. Tomando las clases
online y esperando poder volver a las aulas del Conservatorio Nacional Superior
de Música y Danza de París (CONSER).

¿Te contagiaste de
covid-19? ¿Qué mirada tenés sobre la vacuna?
No me contagié. Ojalá la implementación de la vacuna sirva
para poner al día los carnets de vacunación y volver a la concientizar a la
gente sobre la importancia de las vacunas en general como métodos de cuidado
colectivo.
Me gustaría ver un poco de madurez política en la oposición para
poder acompañar y facilitar los planes de vacunación, como así también responsabilidad
del oficialismo, porque tienen en sus manos una gran responsabilidad para con
toda la sociedad.
Acá en Francia tienen un sistema de salud pública muy
completo, y si bien al principio arrancaron muy lento, luego pudieron
acelerarlo.
¿Cómo crees que vamos
a salir después de la pandemia?  La forma
de viajar, el trabajo, etc.
Creo que es necesario replantear muchas cosas sobre nuestra
forma de vida, nuestras prioridades, responsabilidades y cómo nos relacionamos
con la comunidad, creo que entramos en un ciclo donde este tipo de eventos van
a ser cada vez más comunes y globales y vamos a tener que aprender a ayudar al
otro, aunque sea de manera indirecta cumpliendo los cuidados y recomendaciones
establecidas. Digo, no es tan difícil, nos acostumbraremos más a respetar
protocolos, los barbijos se volverán algo más en la mochila y sumaremos una
vacuna al carnet de vacunación.
Pero, una vez controlado el virus, la gente se va a volver a
amontonar, los abrazos van a volver como también las rondas de mate y el día a
día va a volver a la normalidad.
¿Cómo es el vínculo con
tus familiares en La Rioja?
Con mi familia hablo seguido. Desde que me fui en 2019 no
pude volver, pero por suerte siempre estuvimos muy bien conectados. Por
supuesto que los extraño, ya llevamos dos años sin un abrazo, pero sabiendo que
están bien, todo es más fácil.

Curiosidades
¿Qué cosas extrañás
de Argentina y qué te gusta de las costumbres del país en el que estás?
Extraño una buena mila
o un locro más que un asado, pero definitivamente la comida se extraña mucho. Y
bueno, justo ahora en febrero me agarra una nostalgia y unas ganas de chayar
tremendas.
Pero en general, lo que más me falta son las amistades,
estar en los pagos, la sencillez de la gente. Acá para hacer amigos hay que
concretar una cita, respetar horarios, asumir compromisos, nadie te golpea las
manos a la siesta sin avisar solo para chusmear un rato y tomarse unos mates
No hace falta que lo diga yo, pero Francia es un hermoso
país, hay mucho para visitar y conocer. Yo justo me quede en Paris, que como
buena capital es donde está todo el caos y el mundo anda a las apuradas. Pero
también está súper bien conectado, y apenas salís de la capital el paisaje es
mucho más hospitalario.
¿Cuáles son tus
planes a futuro?
Por el momento, si todo sigue bien, tengo planes de
quedarme, seguir estudiando música y trabajando, que es lo que me permite
mantenerme y pagar los estudios.

































































Eventualmente veré para dónde sopla el viento, pero siempre
con un pie en Argentina y un latido vidalero en el corazón donde sea que me
encuentre.

Colaboración: Yanina Espinosa 

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