El Nevado de Famatina volvió a vestirse de blanco y regaló un amanecer inolvidable. Desde Chilecito hasta los pueblos de la Quebrada, el cielo despejado dejó ver la silueta de la montaña —de más de seis mil metros— iluminada por la primera luz del día. El contraste entre el valle y la cumbre nevada convirtió cada esquina en una postal.
El frío y las lluvias del fin de semana fueron cómplices perfectos: techos, viñedos y cardones enmarcaron la cima nevada que, por momentos, pareció flotar sobre el valle. En plazas y miradores, la gente se detuvo a sacar fotos y a disfrutar de ese silencio limpio que sólo deja la nieve después del viento. El Famatina lució nítido, con su abanico de laderas y filos resaltados por el sol bajo.
Además de la belleza, la nieve es reserva de agua para los próximos meses. Ese manto blanco se derrite de manera gradual en primavera y alimenta cursos, canales y perforaciones que sostienen la vida cotidiana, la producción y el riego en el oeste riojano. Cada nevada significativa es una buena noticia para el equilibrio hídrico de la zona.
Cómo mirar el Famatina después de una nevada
Cuando el cielo abre, los mejores momentos para observar la montaña son el amanecer y el atardecer: la luz rasante realza el relieve y los colores del valle. En días despejados, los miradores naturales de Chilecito y Famatina ofrecen vistas amplias.