Cultura

Joaquín V. González, el precursor de los profesorados argentinos


Ensayista, literato, político, educador, historiador y jurista. Esta es la sintética definición de quien fuera considerado uno de los últimos exponentes de la llamada Generación del '80 del siglo XIX, pero además uno de los representantes más consecuentes de la línea "reformista" del régimen oligárquico, en la etapa de los conflictos sociales y las insurrecciones políticas durante los años del cambio de siglo.
Entre sus múltiples actividades continuó con la tarea académica. En 1904, el entonces presidente Manuel Quintana, lo designó por segunda vez Ministro de Justicia e Instrucción Pública. Desde ese cargo creó el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Buenos Aires, y que actualmente lleva su nombre, y coloquialmente le denominan El Joaquín...
El cual contó con un numeroso plantel de profesores extranjeros –en su mayoría de Alemania–  Los  profesores fueron los Dr. Paul Girth, Dr. Georg Kreuzberg, Dr. Georg Berndt y el Dr. Johann Jakob Laub este último había realizado 67 trabajos de investigación, varios como colaborador de Einstein. 


Joaquín V. González y el rol del Docente formador 
González tenía muy claro lo que esperaba de un docente formador, tal como lo escribió en el decreto del 16 de diciembre de 1904: «Para obtener un buen profesor de enseñanza secundaria no basta, que éste sepa todo lo que debe enseñar, ni más de lo que debe enseñar, sino que es necesario que sepa cómo ha de enseñar, porque lo primero puede obtenerse en el estudio individual o en institutos secundarios o universitarios superiores, pero la última condición sólo es posible adquirirla en el estudio metódico y experimental de la ciencia de la educación. 
Tenía plena conciencia de la necesidad de poner en funcionamiento estos institutos educativos: "Razón es ésta que ha inducido a muchos Estados europeos y americanos a crear institutos especiales de preparación del profesorado, ya independientes, ya como parte de la formación de sus universidades, teniendo en cuenta que aun los graduados en éstas requieren, para adquirir la aptitud de enseñar, el paso por dichos institutos o facultades pedagógicas con su correspondiente práctica escolar y prueba de suficiencia.(…)"
 "Una de las principales preocupaciones públicas de todo país que procure el progreso de la educación pública, -sostenía J. V. González- , debe ser la formación del profesorado capaz de llevar a efecto las varias enseñanzas que la cultura actual exige, ya de los profesionales y de los Gobiernos; siendo evidente que la mayor relajación y decadencia de los estudios en los establecimientos docentes de la Nación, han sido causadas en ciertas épocas por la manera descuidada y sin límites con que han sido provistas las cátedras, más bien a manera de simples empleos o ayudas de costas personales, que como un alto y noble ministerio social y patriótico…»
 
El Instituto y su particular lugar en el campo educativo 
El Instituto Superior del Profesorado es un establecimiento estatal, que desde 1904 tiene un papel preponderante en la formación de profesores de nivel medio. Hunde sus raíces en el "Seminario Pedagógico" que la Facultad de Filosofía y Letras y que a su vez la Universidad de Buenos Aires incorporó en 1903. A partir de un decreto del mismo año, el Estado había comenzado a exigir diplomas específicos para el ejercicio de la docencia en las escuelas secundarias. Hasta aquel momento habían sido los egresados universitarios, maestros, e incluso personas sin formación sistemática quienes llevaban adelante las asignaturas en los colegios. El Seminario buscaba, entonces, brindarle a la población universitaria la preparación pedagógica y práctica necesaria para su posterior desempeño laboral, el comienzo de la profesionalización docente coincidió, no casualmente, con la expansión del sistema educativo. 
Desde fines del siglo XIX, la instrucción de la población comenzó a ser un tema de preocupación en los círculos dirigentes. Además del espíritu disciplinador que animó el debate, comenzaba a pensarse que las escuelas secundarias, en constante expansión, eran espacios con especificidades propias. Es que los profesores ya no solo debían preparar a un reducido número de alumnos para el pasaje a la Universidad. Ahora, también recibían a un buen porcentaje de adolescentes de clase media que finalizarían allí sus estudios. Así, se iniciaba a re-pensar los métodos educativos, los programas y los fines de dicho trayecto escolar. 
En 1903 surge la necesidad de reformular la educación secundaria, hasta la conformación del Instituto de formación docente. El informe de este año, que encargó el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Juan Ramón Fernández para evaluar el estado del nivel educativo secundario, translucía las preocupaciones que suscitaba la falta de formación práctica y pedagógica de los profesores: En la enseñanza secundaria la situación creada por el profesor es aún peor que en el nivel primario. Compuesta en su gran mayoría de diplomados universitarios, este ha implantado la cátedra porque no conoce otro sistema de enseñanza; y así se tiene en los Colegios Nacionales (…) catedráticos de historia de Grecia o de Roma, que no son profesores de historia y geografía universal, etc.
 El Ministerio de Justicia e Instrucción Pública (1903), con el objetivo de solucionar este déficit, y siguiendo una "fórmula que es casi idéntica a la alemana", se ocupó de convocar a seis especialistas para que diseñaran e impartieran el Seminario Pedagógico. Se eligieron a través de un concurso que realizó el Ministerio de Instrucción Pública de Prusia, La llegada de los expertos debía prestigiar el curso local, hasta cristalizar en un Instituto independiente.
El Seminario atravesó varios cambios, al finalizar su primer año de trabajo, los docentes prusianos comunicaron al Ministerio local una serie de reservas respecto a la puesta en marcha del curso, según ellos, el problema de la formación docente no estaba resuelto aún, señalaban principalmente la falta de coordinación entre la preparación científica y pedagógica de los estudiantes; propusieron, entonces, que el Seminario cambiara de carácter y ampliara sus funciones. 
El Dr. Joaquín V. González ya nombrado como Ministro de Justicia e Instrucción Pública, se hizo eco de esta propuesta, y en 1904 se creó el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. 
No obstante, las continuidades pesaron más que las modificaciones: los docentes y el espacio físico de la institución se mantuvieron intactos. El cambio más significativo se produjo al año siguiente con la creación del Curso de Bachilleres. 
Además de encargarse de la formación didáctica-pedagógica de los alumnos, los profesores del Instituto comenzaron a ocuparse de la dimensión científica de los egresados de los Colegios Nacionales y de las Escuelas Normales; para ello se convocaron más docentes prusianos. 
Wilhem Keiper, el primer rector del Instituto, objetaba que los cursos de la Facultad no se preocupaban por el conocimiento "enciclopédico" de las materias, sino que cada año se dictaba una parte "especial" de las asignaturas, los futuros profesores, según su criterio, debían estudiar con "planes completos", como los del Instituto. 
Finalmente, afirmaba que la población universitaria no se interesaba en la preparación que el Instituto brindaba, y que no tenían en realidad una verdadera vocación docente. Posteriormente, el Dr. Keiper, escribiría: Los diplomados universitarios no se habrían sometido de buen grado a las exigencias de una preparación pedagógica que consideraban pedante o superflua, en la creencia errónea de que el dominio científico de su asignatura les daba ipso facto la capacidad suficiente para dirigir una clase en el Colegio Nacional, y habrían considerado siempre la tarea docente (…) como una ocupación de paso, como "un modo de vivir" (…) en general se hubieran dedicado a la carrera de profesor, salvo muy honrosas excepciones, tan solo aquellos que hubieran encontrado dificultades insuperables en su profesión original, Keiper (1914).
Las autoridades del Instituto quisieron que sus estudiantes tuvieran, al igual que la Universidad, una formación disciplinar de "excelencia", pero que no descuidara aquellos aspectos pedagógicos y metodológicos necesarios para trabajar con jóvenes. Consideraron que la autonomía tenía sentido porque la preparación y los objetivos del Instituto eran distintos a los de la Universidad. 
El 16 de diciembre de 1904 se crea el Instituto Nacional del Profesorado Secundario con el nombre del "Dr. Joaquín V. González" y tenía por fin terminar con un origen tan heterogéneo en la formación del profesorado para la enseñanza secundaria.
A través de sus más de cien años de vida el Instituto Superior del Profesorado J. V. González ha venido desarrollando su acción en el campo de la educación secundaria y superior.
Por Profesor Víctor Alejandro Fuentes / Asociación Gonzaleana

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