1591 Cultura + Espectáculos

¿Por qué leemos literatura de Corea del Sur?

El auge de la cultura coreana y el persistente interés por la misma viene consolidándose desde diferentes disciplinas. Podemos detenernos a comentar el boom del k-pop, el consumo de producciones audiovisuales (cine o doramas) e incluso revisar cómo la cocina tradicional coreana llegó y arrasó en esta parte del mundo. Pero, desde nuestro lugar, nos interesa hablar de literatura. La cultura coreana llegó para copar todos los espacios en cuestión de pocos años, podríamos reconocer desde los 90’s en adelante.
Sabíamos y estábamos (más o menos) al tanto de qué y por qué se escribe en Argentina, los temas que atraviesan a nuestros autores y los paradigmas que sostienen nuestra idiosincrasia, pero con Corea del Sur partíamos con una premisa un tanto compleja. Nos preocupaba partir con preconceptos erróneos o, por lo menos, demasiado occidentalizados. O simple y llanamente iniciar una lectura con prejuicios. Como pudo comentar en alguna oportunidad Nicolás Braessas, traductor y editor de Hwarang -la primera editorial de literatura coreana en Argentina- “una constante de sus producciones literarias y audiovisuales es la relación con el pasado, su ingreso acelerado a la modernidad y la crueldad ante los que no soportan el ritmo del pali pali (rápido-rápido)”.
Nos decidimos, entonces, a explorar qué se escribe hoy en Corea del Sur y qué mejor manera de hacerlo de forma colectiva, agrupándonos a leer y compartir nuestros conocimientos y dando los primeros pasos en este nuevo mundo literario. Así dio inicio, en el mes de abril, el Club de Lectura de Literatura Coreana Contemporánea. El lugar del encuentro fue Rayuela Librería, que nos brindó el espacio para realizar esta actividad y le agradecemos a su dueño, Fernando Linetsky, por habernos recibido entre la calidez de sus libros y su café. El Club contó con dos encuentros mensuales: uno, el primer sábado del mes y otro, el último. En el primer encuentro se trataría de introducir conceptos, ideas y el libro que se leería; en el segundo, se daría una ronda de debate. El concepto de debatir una lectura tiene como propósito profundizar y encontrar los temas subyacentes a los textos leídos, la búsqueda de información paralela de los y las integrantes del Club y el acalorado debate sobre temáticas que, en Argentina, parecieran saldadas (al menos discursivamente) hace tiempo, no así en Corea del Sur.

El primer libro leído fue Almendra de Won Pyung-Sohn, donde exploramos la historia del protagonista, un niño que sufre de alexitimia, esto es la incapacidad para reconocer y expresar emociones. Más adelante leerán la reseña de este libro de la mano de Andrea Véliz, integrante del Club de Lectura. Este primer libro sería una especie de anticipación a un tema que se repetiría en todos los demás: la salud mental.
El libro del mes de mayo fue Nos sale bien pedir perdón de Lee Kiho, que relata la historia de dos extraños personajes que son expulsados a la sociedad después del cierre del Instituto de Salud Mental en el que vivían y que habían sido abandonados por sus familias. La historia, con mucho humor negro, volvió a traer luz sobre el mismo tema que Almendra y le agregó otro gran eje: la violencia sistematizada de la sociedad coreana. En esta edición del Suplemento 1591 Cultura+Espectáculos también podrán leer la reseña del mismo de la mano de Gimena Montivero, otra integrante del Club.
Pasando página, y casi a modo cronológico, los libros leídos en los siguientes meses fueron: Conejo maldito de Bora Chung, El buen hijo de Jeong You-Jeong, Tengo derecho a autodestruirme de Kim Young-Ha y La vegetariana de Han Kang. Terminar el año con el premio Nobel de Literatura a una autora surcoreana, y cabe destacar que además se trata de una escritora mujer, fue el moño que necesitábamos para concluir un año de lecturas. Como si fuese un faro, tenemos un camino marcado para continuar con este recorrido literario que nos dispusimos a transitar, como comentamos, de manera colectiva y colaborativa.
Durante este año de literatura y trabajo en equipo, pudimos concretar con la escritura de reseñas de cada libro leído, puesto en voz por los y las participantes que nos acompañaron.
Esperamos que puedan interesarse por estas propuestas de títulos y autores con nosotras.
CONEJO MALDITO

Reseña para el libro de Bora Chung
Por ROCÍO ARGANARAZ
Conejo maldito de Bora Chung es una colección de diez cuentos en los que se encuentra, para mí, la combinación perfecta entre historias sobrenaturales y un dejo de críticas sobre la humanidad. A través del surrealismo y el terror, la autora logra plasmar situaciones cotidianas en las que se expresa el lado más oscuro del ser humano: situaciones comunes en el día a día de todos nosotros que, quizás, se encuentran completamente normalizadas, pero que a través del absurdo –con un toque de ciencia ficción–, salen a luz, generando incomodidad y miedo. En estos diez cuentos encontraremos entretenidas historias en las que se entrelazan múltiples emociones como el enojo, el amor, la empatía y la culpa relacionada con los vínculos sociales de los personajes, que presentan alguna característica surrealista o terrorífica.
«El conejo maldito» es el primer cuento del libro –y el mejor en mi opinión–; trata de una familia que en el pasado fue apartada por la sociedad por ganarse el pan con una actividad poco común y fuertemente rechazada: “nuestra familia, que se dedica a la fabricación de fetiches malditos” (p. 9). Es la amistad pura y empática entre dos niños la que cambia la forma en la que esta familia es vista. El relato se cuenta desde la voz del abuelo de la protagonista, que le cuenta cómo en su infancia el vínculo entre él y otro niño de una prestigiosa familia empresaria cambia la forma en la que esta familia es vista. Es una amistad pura y empática. Sin embargo, la corrupción y la lucha de poderes termina en un evento trágico con inocentes víctimas que necesitan ser vengadas. «El conejo maldito» nos brinda una entretenida historia en la que múltiples personajes nos producen miedo y ternura a la vez, y nos hacen dudar entre los límites de lo bueno y lo malo.
«La cabeza» es sin dudas el más espeluznante de la colección. Con una excelente y cruda descripción, se trata de la historia de un monstruo originado por los más desagradables deshechos humanos, quien se encuentra en la continua lucha por la aceptación de su madre, la protagonista. Ella no solo está aterrorizada con la aparición de este ente, sino que también debe lidiar con las exigencias de roles que le impone su familia y seres queridos. Bajo la misma temática, en relación con las imposiciones sociales y compartiendo una cruda narración repleta de descripciones espeluznantes, «La regla» cuenta la historia de una mujer que quiere desarrollarse profesionalmente, pero termina luchando a contrarreloj para encontrar un esposo ‘adecuado’ para un hijo que no decidió tener: “Si tomas anticonceptivos durante mucho tiempo y tu cuerpo tiene alguna anomalía, puedes quedarte embarazada como efecto secundario” (p. 61). El tiempo corre, la ansiedad en la narrativa aumenta y la protagonista sigue sin conseguir un buen esposo –aun teniendo constantes citas arregladas por su familia–, sabiendo que su destino y el de su bebé serán terribles si no logra hacerlo. El final de este cuento es lo mejor.
«Los dedos fríos» es un cuento terrorífico en el que la protagonista se despierta en un auto, en una oscuridad absoluta sin recordar qué sucedió y en compañía de una mujer cuya voz la protagonista no reconoce, pero que parece saber qué sucedió. La trama aumenta en su tensión conforme avanzan las conversaciones y la mujer de voz desconocida empieza a mostrar su verdadera personalidad, tornándose el clima cada vez más oscuro y saliendo poco a poco la verdadera razón que llevó a la protagonista a esa situación: “Piensa que es la primera vez en su vida que se siente indefensa en la oscuridad. Si han sufrido un accidente de coche significa que han ido por una carretera, entonces ¿por qué no se ve ninguna farola? ¿Dónde demonios están? ¿Y adónde van?” (p. 55).
Tenemos también entre los cuentos historias de terror presentadas como fábulas, como «La trampa», «Las cicatrices» y «El amo del viento y la tierra», que tienen una incómoda trama sobre las terribles consecuencias que la codicia y el egoísmo tienen sobre personajes indefensos, como niños y animales, que sufren atrocidades ante la mirada ciega de una humanidad totalmente inmóvil. Estas historias nos generarán incomodidad, tristeza e impotencia, queriendo, por momentos, hacernos dejar la lectura, pero que a la vez son tan atrapantes que no pueden dejar de leerse. A diferencia de los otros cuentos, puede encontrarse claramente una enseñanza al final de cada uno de ellos.
«Adiós, amor mío» es una fascinante historia futurista, en la que un hombre que sufre de una profundad soledad en una ciudad repleta de gente, crea un vínculo especial con un robot humanoide, Derek. Con el paso de los años, Derek queda obsoleto y debe ser reemplazado por otro más nuevo, Seth, que posee un software mucho más evolucionado, que replica fielmente la complejidad de emociones y pensamientos de un ser humano, generando así un clima de desconfianza y miedo entre los tres personajes. Este es un cuento que podría fácilmente ser un capítulo de Black Mirror.
«Mi dulce hogar» narra la historia de una pareja, una joven mujer y su esposo, que se mudan a un barrio donde no parecen ser bienvenidos. Eventos extraños empiezan a suceder a su alrededor y afloran inconvenientes familiares entre los personajes. Refleja claramente la situación de una mujer que intenta contener situaciones que, tarde o temprano, terminarán desbordándola.
«El reencuentro», por su parte, es una hermosa historia de amor, protagonizada por personajes rotos por la guerra, directa o indirectamente, que viven no solamente una serie de eventos sobrenaturales, sino que también cargan con una historia atravesada por la violencia. En los personajes se puede sentir una profunda angustia y, a la vez, producen ternura con la historia romántica que se relata.
Todos los cuentos de esta colección tienen sus particularidades que los hacen especiales y atrapantes. La diversidad de situaciones y vidas pone de manifiesto la creatividad e imaginación de la autora. A este título del Club de Lectura, si pudiésemos ponerle puntaje, le pondría un 8/10 por sus fascinantes tramas, mezcladas con crítica social y el buen manejo de recursos literarios.

Rocío Argañaraz

EL BUEN HIJO

Reseña para el libro de Jeong You-Jeong
Por JUAN MANUEL GORDILLO
El buen hijo, escrita por Jeong You-Jeong, es un thriller que narra el asesinato de la madre del personaje principal. Nos enfocamos en Yu-Jin, el segundo hijo de una familia de cuatro que comienza a padecer episodios epilépticos en su juventud, lo que le imposibilita seguir con su vida cotidiana y su carrera de nadador.
Por un desafortunado accidente, el padre y hermano de Yu-Jin fallecen, dejando al pobre chico bajo el yugo de su sobreprotectora madre, que frente a la condición de su hijo y al accidente, decide tomar el control de su vida. Esto no queda sin consecuencias, ya que su hijo, por rebeldía o por hartazgo de los efectos secundarios, deja voluntariamente de tomar su medicación contra la enfermedad, aunque esto le lleve a sufrir ciertos episodios.
Una noche Yu-Jin llega a su casa, borracho. Luego de unos acontecimientos que, en principio, no logra recordar, encuentra sangre en su habitación. Baja las escaleras buscando a su madre, a quien encuentra muerta. La historia continúa con Yu-Jin tratando de explicar qué podría haber pasado, investigando y recopilando información en su mente, a la vez que busca no involucrarse en el asesinato. Es a través de los recuerdos de su niñez y adolescencia que comienza a unir los hilos que llevaron a ese momento y se percata de que, efectivamente, es el autor de la desgracia.
Aunque sepamos desde un principio lo que sucedió, la autora logra que el lector quede inmerso en los soliloquios de Yu-Jin, que buscan de alguna manera explicar, por no decir justificar, las acciones que toma; además de que cada personaje es clave en el desarrollo de los hechos.
PERSONAJES
Yu-Jin: el protagonista. En toda la obra, nos paramos desde su punto de vista y conocemos, a través de él, las consecuencias de su crianza y de lo que lo lleva a asesinar a su madre. El creciente odio hacia esta y su tía se puede resumir con las siguientes palabras de Yu-Jin: “Si mi tía y mi madre eran las carceleras de mi vida, las medicinas eran las cuerdas con las que me ataban”.
La madre de Yu-Jin: es una mujer sobreprotectora que alimenta el odio que le tiene su hijo al controlar cada paso de su vida, especialmente a través de las pastillas de su ‘enfermedad’.
He-Jin: amigo de la infancia de Yu Jin, es en quien más confía, y su nuevo hermano, al ser adoptado por la madre. Es quien entiende cómo se siente el protagonista en todo momento, velando por su bienestar.
La tía de Yu-Jin: aunque no forma parte del núcleo familiar principal, su participación es determinante en la obra, ya que es ella quien le receta la medicación a su sobrino y es gracias a ella que se develan ciertos secretos familiares.
Recomiendo El buen hijo si te gustan las narrativas psicológicas y un desarrollo lleno de suspenso, en donde se explora la memoria, la culpa, la libertad y la identidad.

Juan Manuel Gordillo

TENGO DERECHO A DESTRUIRME

Reseña para el libro de Young-Ha Kim
Por JUANA BRUGNOLI
En Tengo derecho a destruirme, Young-Ha Kim nos sumerge en una Seúl gris, atrapada en el desarraigo y la soledad, donde el narrador es un personaje frío y casi místico que observa y facilita la autodestrucción de sus clientes. Sin juzgar ni intervenir, simplemente ofrece una salida a quienes están dispuestos a hacer un pacto con el olvido. La historia sigue al narrador en sus encuentros con varias personas atrapadas en sus propias prisiones emocionales. Entre ellas, C y K, dos hermanos que viven en tensión constante, ambos obsesionados con Judith, una mujer enigmática que parece desdibujar todo lo que toca.
La trama se convierte en una exploración de almas perdidas que buscan autenticidad, incluso si solo la encuentran al borde del abismo. El narrador, siempre distante, se acerca a las personas como si las estudiara en un museo, ofreciéndoles una última salida con una mezcla de desapego y comprensión. Mientras tanto, Judith es una fuerza de deseo y autodestrucción, girando entre C y K, su relación como un péndulo de lo pasional a lo caótico. Ella es a la vez musa y destructor de la paz para estos hermanos que buscan algo que les dé sentido en medio del vacío. Y es aquí donde surge la posibilidad de que C y K no existan realmente, sino que sean espejos de Judith, fragmentos de su propia psique en pugna. C, con su carácter introspectivo, podría ser su lado melancólico, la parte de ella que observa la vida desde un rincón. K, más impulsivo y violento, podría representar su chispa rebelde, la que se aburre de la realidad y coquetea con el vértigo de la destrucción. La novela permite esta interpretación en la que los personajes son reflejos en el laberinto interior de Judith, tal vez facetas de una misma mujer, distintos yo atrapados en un juego de sombras. Y así, no sería raro pensar que Se-yeon y Mimi también sean diferentes versiones de Judith en distintas etapas de su vida, todas en la misma búsqueda de sentido.
Kim no explica abiertamente las emociones de sus personajes; en cambio, utiliza referencias artísticas que hablan sin palabras. La muerte de Marat de David, por ejemplo, refleja la serenidad sombría con la que el narrador ve la muerte, casi como si fuera una obra de arte en sí misma. Judith, con su sensualidad y peligro, evoca la Judith de Klimt, una figura seductora y destructiva que consume y atrae. Además, la preferencia de los personajes por los autorretratos de van Gogh sugiere su necesidad de mirarse hacia adentro, de cuestionarse hasta el agotamiento, como el propio artista en sus cuadros. La música de Chet Baker, especialmente su interpretación de «My Funny Valentine», también crea un eco melancólico, un susurro del hastío y la nostalgia que invade a cada personaje. Incluso Sylvia Plath aparece, con su frase “The blood jet is poetry”, como un guiño a la relación inevitable entre creación y autodestrucción, como si el acto de vivir y de destruirse fueran expresiones del mismo impulso.
El estilo de Kim es afilado, casi clínico, cada palabra cortada al mínimo, como un latido cansado y calculado. La prosa es contenida, el tono distante y lleno de misterio, el ritmo pausado, como si cada frase invitara al lector a sumergirse en una espiral lenta e hipnótica. Y, sin adornos, Kim nos deja ver la belleza pesada de la desesperación y la soledad. Es una novela que desafía las nociones convencionales sobre la vida y la muerte, que habla a los que buscan historias que exploran las profundidades de la alienación en una sociedad moderna y fría, a los que se atreven a mirar su propio abismo.
Kim Young-ha es un tejedor de historias extrañas y potentes, nacido en la provincia de Gangwon en 1968, en Corea del Sur, un hombre marcado desde la infancia por el movimiento constante, siguiendo a su padre militar, y por la pérdida de la memoria antes de los diez años, efecto de una intoxicación por monóxido de carbono. Tal vez por eso se ha dedicado a llenar el vacío de sus propios recuerdos con los relatos ajenos. Pasó por la administración de empresas en Yonsei, aunque el ejército lo llevó al 51° regimiento de infantería cerca de Suwon. Solo después de esa etapa pudo abrirse camino en la literatura, con su primera novela Tengo derecho a destruirme (I have the right to destroy myself), con la que ganó el Premio Munhakdongne para Nuevos Escritores en 1996. Desde entonces, ha dado vida a ocho novelas, cinco colecciones de relatos cortos y varios ensayos. Sus palabras han viajado en una docena de lenguas y lo han llevado a recibir los premios Hyundae, Dong-in y Yi Sang. Hoy, Kim vive en Seúl.
Su escritura es una maquinaria radical que desvía las historias tradicionales y nos planta en el universo de personajes que desafían lo común: coordinadores de suicidios, asesinos con alzheimer, espías perdidos en un sur desconocido. Para Kim, lo antiguo no es algo que se rechaza, sino que se ignora como si no tuviera relevancia. En Tengo derecho a destruirme, su narrador habla del único acto autónomo que queda en una era dominada: la muerte voluntaria. Otros libros, como Black Flower, exploran la modernización de Corea a través de realismo mágico y las miradas de inmigrantes coreanos en México. En Your Republic is Calling You, seguimos el desconcierto de un espía de Corea del Norte ante una orden inesperada, mientras que Diary of a Murderer se adentra en la mente de un asesino que pierde la memoria, pero no el impulso. La obra de Kim vibra entre el misterio, lo oscuro y lo inevitable; cada personaje es una ventana hacia los bordes de la existencia humana, donde lo absurdo y lo poético se encuentran.

Juana Brugnoli

LA VEGETARIANA

Reseña para el libro de Han Kang
Por MAJO SAAVEDRA Y
DEBORAH BARRIONUEVO
Atrapante de principio a fin, La vegetariana de Han Kang se ha consolidado de manera unánime como la lectura más destacada del Club este año. La coincidencia de haber sido reconocida con un merecido Nobel literario añade una capa de prestigio y refuerza el impacto que esta obra tiene en sus lectores. A través de una narrativa inquietante y delicada, Han Kang nos conduce a reflexionar sobre las complejidades del ser humano y a explorar las profundidades de los lados más oscuros de nuestra naturaleza.
La novela arranca con una premisa en apariencia sencilla: Yeong-hye decide dejar de consumir carne debido a las perturbadoras pesadillas que la acechan cada noche. Sin embargo, este acto de renuncia alimentaria se convierte en el detonante de una transformación radical que desmorona los cimientos de su entorno y expone tensiones subyacentes en sus relaciones familiares y sociales. Nos encontramos frente a una novela de estructura tripartita, cada parte focalizada en un personaje diferente.
En la primera parte, «La vegetariana», aparece el conflicto central y las dinámicas familiares a través de la voz del esposo de Yeong-hye. Las narraciones oníricas casi delirantes se mezclan con escenarios de tortura y violencia. Podríamos decir que aparece en esta parte ‘la carne’ en todas formas: sangre, cuerpo, maltrato, ira.
Cambiamos de foco en la segunda parte, «La mancha mongólica», acá acompañamos a nuestra protagonista desde el punto de vista de su cuñado, un artista frustrado obsesionado con Yeong-hye. Ella se encuentra convaleciente, ha pasado tiempo desde los episodios anteriores y nos da indicios de estar en recuperación. No quisiéramos adentrarme más en la trama de este capítulo porque simplemente quedaríamos cortas de palabras. Sí podemos destacar la reluciente prosa bella y absolutamente poética, llena de imágenes y metáforas que vuelven la lectura una experiencia estética irrepetible. Toda la sensualidad y locura, la belleza y la podredumbre, el color y la oscuridad conviviendo en armonía en pocas páginas.
Para el tercer capítulo, «Los árboles en llamas», focalizamos desde In-hye, la hermana de la protagonista. Una mujer correcta y muy comprensiva de todo lo sucedido. Una mujer que batalla constantemente con ser el estereotipo de la perfección coreana contemporánea y sus propios deseos de liberación y paz interior. El deterioro mental y físico de la protagonista es abismal pero también lo es la trama y la escrita, a estas alturas ya somos unos lectores agobiados por el sufrimiento de Yeong-hye, hemos transitado este recorrido de violencia y enfermedad. A medida que la historia avanza, se revelan temas de opresión, resistencia, deseo y locura, llevándonos a cuestionar las normas impuestas por una sociedad que a menudo reprime el bienestar de los cuerpos y las mentes no convencionales. Sobre el desenlace final, no esperen un final justo y resolutivo. Por lo contrario, terminamos este libro con una sensación de vacío y resignación, sin una redención para los personajes.
La transformación de Yeong-hye es también el recorrido que realizamos como lectores durante toda esta novela. El final de nuestra protagonista es una liberación de las restricciones impuestas por la sociedad y el cuerpo, como una trágica autodestrucción.
Han Kang, con una prosa tan elegante como perturbadora, utiliza estos recursos para desentrañar las consecuencias de la alienación y el rechazo a lo establecido. La vegetariana no solo es un viaje a través de la mente de su protagonista, sino una fuerte crítica a la violencia humana que se encuentra mediando en todos los vínculos de la sociedad. Una radiografía de cómo las expectativas culturales y la fragilidad de la identidad pueden quebrarse.
Esta obra invita a ser un recorrido de introspección profunda y, a su vez, una experiencia poética hermosa e irreemplazable. Como comentamos al principio, se volvió por lejos la mejor lectura que hemos realizado en el año. Adentrarnos en la prosa de esta autora es un antes y un después para cada lector. Vale la pena tomarse un tiempo y padecer justo a la protagonista la angustia y la desesperación. Solo nos queda seguir explorando a Han Kang en otros títulos.

Majo Saavedra y Deborah Barrionuevo
Autor: Majo Saavedra y Déborah Barrionuevo|
LITERATURA COREA DEL SUR TALLER PROPUESTA

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