Los Labubu son, ahora, artículo codiciado. Y accesorio todo terreno de mega-ídolos de ultra-fama efímera o de permanencia alucinante y cuya verdadera función es la de ser instantáneamente instagrameables. Los hay difíciles de conseguir y de máxima pureza y falsos y adulterados (Lafufus). Pero todos son unos pequeños y conejiles peluches de sonrisa dentada con influencia del folklore nórdico o algo así.
Así, en el Reino Unido ha llegado a suspenderse su comercialización luego de que estallasen múltiples peleas en las tiendas de parte de clientes alucinados luchando por este o aquel modelo. Y en Rusia se estudia su prohibición total argumentando que su "apariencia atemorizante" afecta la salud mental de los pequeños.
"Los adultos están comprando más juguetes que nunca no porque quieran volver a ser niños sino porque sienten que así escapan de un mundo caótico y de futuro incierto".