Sociedad

Recordaron al padre Carlos González junto a Bergoglio

Carlos González junto a Bergoglio.

Tras el reciente fallecimiento del padre Carlos González, desde la Diócesis de La Rioja recordaron que fue seminarista junto a los padres Miguel La Civita y Quique Martinez, discípulo también del Padre Bergoglio, hoy Francisco.
Nacido en la ciudad de Córdoba en 1951, ingresó al Seminario mayor de esa ciudad y fue invitado por el Obispo Angelelli a sumarse a su diócesis riojana. Con un estilo sencillo, cercano, generoso y gran sentido del humor pastoreó varias parroquias de la Diócesis de La Rioja quienes hoy lo lloran y recuerdan con cariño
Desde hace varios años el padre Carlos padecía cáncer que sobrellevó con fortaleza y en los últimos meses se agravó hasta terminar con su vida.
El velatorio se realizó durante toda la noche del martes en la Capilla Cristo Rey del Barrio Joaquín V. González de la Rioja ciudad en donde se celebraron dos misas. A las 11,30 del día 12 de febrero Monseñor Braida, obispo de La Rioja presidió la Misa de exequias para luego acompañar sus restos al Cementerio. Recoleta en donde será inhumado a las 13.00.
Justamente, el Papa Francisco, en las Jornada Mundial del Enfermo en el Año Jubilar 2025, invitó a “hacernos “peregrinos de esperanza”. En esto nos acompaña la Palabra de Dios que, por medio de san Pablo, nos da un gran mensaje de aliento: «La esperanza no defrauda» (Rm 5,5), es más, nos hace fuertes en la tribulación”.
“Son expresiones consoladoras, pero que pueden suscitar algunos interrogantes, especialmente en los que sufren. Por ejemplo: ¿cómo permanecer fuertes, cuando sufrimos en carne propia enfermedades graves, invalidantes, que quizás requieren tratamientos cuyos costos van más allá de nuestras posibilidades? ¿Cómo hacerlo cuando, además de nuestro sufrimiento, vemos sufrir a quienes nos quieren y que, aun estando a nuestro lado, se sienten impotentes por no poder ayudarnos? En todas estas situaciones sentimos la necesidad de un apoyo superior a nosotros: necesitamos la ayuda de Dios, de su gracia, de su Providencia, de esa fuerza que es don de su Espíritu (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1808)”, ahondó.
“Detengámonos pues un momento a reflexionar sobre la presencia de Dios que permanece cerca de quien sufre, en particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir”, agregó.
“El encuentro. Jesús, cuando envió en misión a los setenta y dos discípulos (cf. Lc 10,1-9), los exhortó a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Les pidió concretamente ayudarles a comprender que también la enfermedad, aun cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor. En el tiempo de la enfermedad, en efecto, si por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad como criaturas —física, psicológica y espiritual—, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Él no nos abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos”, aseveró.
“La enfermedad entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos. Por eso se dice que el dolor lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios de forma cercana y real, hasta «conocer la plenitud del Evangelio con todas sus promesas y su vida» (S. Juan Pablo II, Discurso a los jóvenes, Nueva Orleans, 12 septiembre 1987)”, informó.
“Y esto nos conduce al segundo punto de reflexión: el don. Ciertamente, nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo “fieles a la fidelidad de Dios”, según la hermosa expresión de Madeleine Delbrêl (cf. La speranza è una luce nella notte, Ciudad del Vaticano 2024, Prefacio)”, ratificó.

DIOCESIS BERGOGLIO seminarista CARLOS GONZÁLEZ

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