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Sin pies en la tierra

"...Hay ídolos que nacen y no mueren y que en algunos países vienen a marcar el rumbo mismo del país en sí, buscando ese "ídolo" que le alimente los sueños que ningún otro fenómeno puede lograrlo..."

Por PAULA MONSBERGER

¿Qué es un ídolo? 

Según la definición del diccionario castellano es la persona o cosa amada o admirada con exaltación. 

Hay ídolos que nacen y no mueren y que en algunos países vienen a marcar el rumbo mismo del país en sí, buscando ese "ídolo" que le alimente los sueños que ningún otro fenómeno puede lograrlo.

En el año 1960 nacía "Diego Armando Maradona". El Pibe de Oro en Villa Fiorito, ese niño prodigio del equipo infantil Los Cebollitas. 

A los 15 años lo contrataba Argentino Juniors, y un año después lo invitan a formar parte, nada más y nada menos, que para jugar en la Selección Nacional. 

Se iniciaba una estrepitosa conquista, aunque no tan extensa, conquista con la pelota en sus pies con alas, que llevaría a consagrarlo como el "mejor jugador del mundo" de todos los tiempos.

Aclaro que escribo sobre ese jugador que volaba "sin pies en la tierra" tras una pelota mágica que iba donde él quisiera que fuese. No escribiré de su vida personal ni de sus gustos ni de sus últimos días, cada uno es dueño de hacer lo que le plazca con respeto, lo que quiera o a veces lo que pueda. 

Escribo sobre ese "Jugador" de Argentinos Juniors con camiseta 16, ese joven de la Selección Juvenil en Japón, el que sacó Campeón a Boca frente a River, su corto paso por el Barcelona con hepatitis y una fractura, y su llegada al Nápoles debutando en el San Paolo con la Copa de Italia. Escribo de su consagración con el mundial de México de 1986, donde volando "sin pies en la Tierra" un 22 de junio, desde mitad de cancha y venciendo todo obstáculo que se le presentara contra el equipo inglés, convertía "el gol" más inolvidable de la Historia del Fútbol, consagrando a la Argentina Campeón del Mundo. 

Pudo bailar en la Rai, amado en Italia, Argentina y el mundo. Fue un exitoso Conductor Televisivo. Recibido por reyes y líderes de países del mundo, que lo admiraron, formó una familia que lo amó y ama, tuvo deslices y suspensiones, eligió su camino o tal vez se rodeó de personas que no lo valoraron como se merecía...pudo ser todo lo que eligió...o le permitieron ser...

Recibió los premios Clarín y Olimpia al mejor deportista argentino de la historia. 

Fue Director Técnico de la Selección Argentina, del equipo de Dubai  y presidente del Club Bielorruso Dynamo Brest y entrenador del Club mexicano Dorado de Sinaloa.

¿Pero qué pasa con los Argentinos y su ídolo máximo, "el Diego", qué pasó para que más allá de toda edad, o profesión, o ámbito, o religión, o ciudad, haya sido y sea el "IDOLO MÁXIMO" que sigue la mayoría de la población como un "amuleto creador de sueños" que otros no pudieron ni podrán cumplir?

¿Qué mueve sociológica y psicológicamente a una nación para que su "único ídolo" haya sido y sea "el pibe de oro" durante los últimos 40 años?

Ese pibe que sin apoyar los pies en la tierra, volaba sobre la cancha convirtiendo los mejores goles de la historia del Fútbol, en mi humilde opinión. 

Para algunos, los Idolos son Idolos y nada más. Para otros, los Idolos deben dejar estela con sus acciones.

Para "el Diego" ser un ídolo era algo tan natural; él fue todo y pudo ser más, pero a veces se hace difícil vivir "sin pies en la tierra".

LA AUTORA. PAULA MONSBERGER. Magister en Relaciones Internacionales. Lic. en Ciencia Política, Relaciones Internacionales y Comercio Internacional. Profesora de Alemán. Maestra en Declamación y Recitado. Conductora de Radio y TV. Actriz.

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