El presente de Independiente tiene nombre y apellido: Carlos Tévez. Hay un cambio rotundo, algo que no se veía en el mandato anterior del Ruso Zielinski. Un cambio desde la confianza, el juego, las ganas y de aire. Aunque no bastó esta noche para quedarse con la victoria frente a Argentinos Juniors y poder asegurarse el liderazgo.
Del otro lado, el equipo de Pablo Guede que por momentos dejó de qué desear y se vio superado, le encontró tarde el rumbo al partido. El empate sin goles terminó siendo justo.
Un Rojo con personalidad
Con uñas y dientes, así salió a jugar el Rojo. Con tres conceptos claves: presión alta, equipo corto y formación en espejo, que funcionaron a la perfección para Carlitos en la primera parte. Faltó una cosa y lo más importante: el gol. Pero fue superior y mereció irse al descanso en ventaja.
Nombres en específico que tuvieron un buen primer tiempo como los de Braian Martínez, Federico Mancuello, que estrelló un remate al travesaño, y Matías Giménez, que estuvo cerca de abrir el partido con un cabezazo que cayó en las manos de Martín Arias luego de una excelente asistencia de Mancuello.
Del otro lado, Pablo Guede se agarraba la cara de lo mal que estaba jugando su equipo. Pero el marcador seguía en blanco. Ya se sabe que al fútbol no se gana por merecimientos. Que el que se lleva los puntos es el que hace más que el otro.
Y en el final Argentinos reaccionó y tuvo que aparecer Rodrigo Rey en tres ocasiones diferentes en las que el Bicho, casi sin nada y luego de un flojo primer tiempo, tuvo chances claras para irse arriba en el marcador.
En la parte final, el juego estuvo más peleado. Había un poco más de nerviosismo en el local, porque las cosas no salían de la mejor forma, mientras la visita continuaba en el mismo hilo que la primera parte pero un poco más retenido.
El Rojo se llevó un empate de La Paternal.
Era todo un interrogante. A falta de 10 minutos, el partido estaba para cualquiera de los dos. El famoso y ocurrente gol gana. Hubo chances para ambos lados pero las mejores las tuvo el Bicho. Un tiempo para cada uno, entonces, y se puede decir que el empate termina siendo justo.
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