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Internacionales PARAGUAY

El macabro caso del nene que desapareció durante 9 días y lo encontraron muerto en la copa de un árbol

Un vecino confesó que había matado al chico por accidente y que para ocultar el crimen, su mamá y su hermanastra lo ayudaron. Si bien estuvo menos de cinco años en la cárcel, un inesperado hecho hizo justicia por el homicidio del nene de siete años.

Se cumplen 28 años este viernes de un escalofriante episodio que ocurrió en el barrio Kennedy de Lambaré y que marcó para siempre la historia criminal de Paraguay.

En la mañana del 6 de septiembre de 1996, una nena de 12 años salió de su casa a buscar mangos en unos árboles cercanos a su casa. En cuanto quiso subirse a uno, descubrió el horror: en lo más alto, estaba el cuerpo de Eric Astorga, un chico que había estado desaparecido durante nueve días y que era intensamente buscado.

Sin embargo, fueron las circunstancias de ese encuentro las que produjeron la mayor sorpresa: el nene de siete años estaba atado al árbol en una silla plástica, con la misma ropa con la que se lo había visto por última vez y en un estado de descomposición avanzada.

Las fotos de la escena del crimen estuvieron en las portadas de todos los diarios del país y el misterio que había generado su desaparición se potenció. Rituales satánicos, un hermano bajo sospecha, un secuestro extorsivo y un supuesto accidente, así se desarrollaron las hipótesis del terrible caso del joven Eric que conmocionó a la sociedad paraguaya.

Un secuestro extorsivo, rituales satánicos y un hermano bajo sospecha

En 1996, Eric Rubén Astorga Benítez tenía siete años y vivía con sus padres y hermanos en un conventillo de la calle Piribebuy en el barrio Kennedy, de la ciudad de Lambaré, a pocos minutos de Asunción.

En la tarde del miércoles 28 de agosto, Eric y sus hermanos se habían quedado en la casa de unos vecinos ya que sus padres habían viajado por trabajo. Por eso, para tratar de divertirse en una tarde aburrida y calurosa, salió para jugar al fútbol con unos chicos del barrio en la puerta del inquilinato.

Inesperadamente, en el medio del partido, uno de los nenes pateó la pelota lejos de donde estaba el grupo y fue Eric quien se ofreció para ir a buscarla, pero luego de ese momento, no lo volvieron a ver.

En cuanto los niños se dieron cuenta de que su amigo no aparecía, lo empezaron a buscar por todos lados y, después de revisar cada rincón, fueron a avisar a los adultos. En cuestión de horas, todo el barrio comenzó a buscar al menor de siete años, pero no se encontró ni un rastro de él.

Luego de que les dieran la trágica noticia a los padres de Eric, Aurelio Astorga Aquino y Dalia Benítez llegaron a Lambaré y denunciaron la desaparición de su hijo ante la Policía. Rápidamente, se desplegó un operativo de búsqueda que involucró a efectivos policiales y bomberos para recorrer casa por casa con la esperanza de encontrar cualquier señal que apuntara al paradero del chico.

Con el correr de los días y la falta de información, el país entero comenzó a seguir el caso y a especular con las diferentes hipótesis en relación con lo que había ocurrido en la tarde del 28 de agosto de 1996.

En ese momento, lo primero que se dijo era que se trataba de un secuestro extorsivo y que alguien estaba tratando de sacar provecho del dinero de los padres del nene. Sin embargo, poco a poco, esta teoría comenzó a perder fuerza, ya que la familia Astorga Benítez no tenía muchos recursos económicos como para pagar un rescate.

Durante los días en que se desarrolló la búsqueda, periodistas de la prensa paraguaya acamparon en la puerta de la casa del chico de siete años, expectantes a cualquier dato que surgiera de la investigación que mantenía en vilo a toda la comunidad. Fue en ese momento cuando otra hipótesis se fortaleció: la del satanismo.

En este contexto, se creía que Eric había sido víctima de un ritual satánico, ya que en esa época era común hablar de jóvenes que realizaban estas prácticas. Los vecinos del barrio Kennedy llegaron a señalar a dos adolescentes de 17 años de ser los autores del atroz crimen, quienes, a su vez, eran amigos de Gustavo, el hermano mayor del nene desaparecido.

Estos rumores crecieron a tal punto que la Policía terminó sospechando y llamaron al chico a declarar. Las dudas giraban en torno a su apariencia física: llevaba pelo largo, vestía ropa de color negro y parecía ser una persona introvertida. Por eso, a más de una semana de la desaparición del nene y a falta de pistas orientadoras, ordenaron su detención y lo acusaron de asesinato.

“Viernes de horror”

En la mañana del viernes 6 de septiembre de 1996, Graciela González, una nena de 12 años que vivía en el mismo conventillo que la familia Astorga Benítez, salió a hacer unas compras que le había pedido su mamá y, a la vuelta, empezó a buscar un árbol de mango para llevarse una fruta a su casa. Sin embargo, todo cambió cuando levantó la vista y un grito desesperado estremeció a los vecinos.

De repente, miré hacia arriba y allí vi, como colgado en una rama al mita’i (nene en guaraní)”, contó la chica. En lo más alto de la planta, estaba el cuerpo de Eric Astorga Benítez, sentado y atado a una silla de plástico.

Si bien habían pasado nueve días desde la última vez que vieron al nene, Graciela lo reconoció al instante, ya que llevaba la misma ropa del día de su desaparición. Rápidamente, corrió a avisarle a los vecinos y a los papás de Eric. En cuestión de minutos, el lugar se llenó de personas y se convirtió en una escena aterradora.

“Recuerdo la imagen de mi mamá arrodillada con una biblia en la mano, debajo del mango. Lloraba desesperadamente, le dije que se tranquilice y ella me dijo: ‘Mira a tu hermano’ y señaló hacia arriba. Me quedé congelado cuando lo vi a Eric en la punta de la planta de mango sentado en una silla de colectivo que fue atada a ese árbol”, relató Gustavo años más tarde al portal paraguayo Crónica.

Los bomberos tardaron cuatro horas en bajar el cuerpo del nene de siete años. El procedimiento se llevó a cabo en vista de los vecinos y el dolor de la comunidad estalló en todo Paraguay. Al día siguiente, el diario Última Hora publicó en la portada la escalofriante foto de cómo el pequeño era bajado del árbol en una silla de plástico, con un título que describía lo que sintieron todos los testigos: “Viernes de horror”.

PARAGUAY ASESINATO
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