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Internacionales MÉXICO

Era catequista y una madre atenta, pero una noche mató a puñaladas a sus tres hijos

En 1989, Claudia Mijangos, mejor conocida como la “Hiena de Querétaro”, cometió uno de los crímenes más perturbadores de México.

Unos escalofriantes gritos despertaron a los vecinos del municipio de Querétaro, en México, en la noche del 24 de abril de 1989. Nadie supo que pasó hasta la mañana siguiente cuando las autoridades informaron que los tres nenes de 6, 9 y 11 años que vivían en la calle Hacienda del Vegil habían sido brutalmente asesinados por su mamá Claudia Mijangos.

La noticia conmocionó a la comunidad, ya que era una mujer con una buena reputación: fue ex reina de belleza en su pueblo, dio clases como catequista y no tenía antecedentes con la Justicia. Sin embargo, el caso se difundió rápidamente y la prensa la apodó como la “Hiena de Querétaro” por la macabra escena que dejó en su casa al momento de cometer el triple filicidio.

Una joven prometedora

Mijangos nació el 26 de mayo de 1956 en la ciudad de Mazatlán en México, y creció en una familia católica y de clase media. Al ser adolescente, participó en un concurso de belleza de su pueblo y ganó el primer lugar.

Así fue cómo se convirtió en “reina”, no sólo por su apariencia física sino por su inteligencia y su buen desarrollo como estudiante. Sus familiares y allegados veían “un futuro prometedor” en ella.

Años más tarde, después de terminar una carrera universitaria en comercio, conoció a Alfredo Castaños Gutiérrez, con quien se casó y se mudó al municipio de Querétaro. Una vez instalados, abrieron un local de ropa y tuvieron tres hijos, Alfredo, Claudia y Ana Belén.

Mijangos se involucró en la iglesia del colegio al que iban sus hijos, el Fray Luis de León, para estar más cerca de ellos. Allí, se unió a un grupo de catecismo y empezó a dar clases para los chicos que estaban a punto de tomar la primera comunión. En esos años, fue muy cercana al sacerdote Rigoberto Castellano, el director de la institución educativa, al punto de que se rumoreaba que ambos eran amantes.

Los rumores en torno a la presunta infidelidad de Mijangos le trajo problemas al interior de su matrimonio. Por esa razón, ella y su esposo empezaron a tener sesiones de terapia para poder fortalecer su relación. Pese a ello, la ayuda profesional no los ayudó y se separaron.

En esa época, las personas que conocían a Claudia aseguraban que la mujer de 33 años se empezó a comportar de manera extraña. “Decía que veía cosas y decía cosas incoherentes”, expresó el cura Castellano en un documental de Discovery Channel.

Esos dichos se terminaron de comprobar en la trágica noche del 24 de abril de 1989. En aquel entonces, la mujer despertó a su hijo menor Alfredo, de seis años, y lo apuñaló en reiteradas ocasiones provocándole la muerte.

Después de los pedidos de auxilio y los gritos de horror del pequeño, su hermana mayor Claudia María (11) corrió a la habitación y encontró con la sangrienta escena. Si bien le pidió a su mamá que se detuviera, Mijangos la atacó brutalmente y la asesinó de la misma forma. Lejos de detenerse, la mujer se dirigió a la pieza de su hija de 9 años, Ana Belén, y la acuchilló sin piedad.

Después de los crímenes, Claudia reunió los cuerpos de sus tres hijos y se recostó junto a ellos hasta las primeras horas de la mañana siguiente.

Mijangos fue detenida horas más tarde, después de que una vecina ingresara a la casa y se encontrara con los cuerpos de los tres chicos asesinados. De inmediato, alertó lo ocurrido a la Policía y, minutos después, el barrio estaba lleno de peritos e investigadores.

Al inspeccionar la casa, los investigadores encontraron a la mujer con manchas de sangre en toda la ropa y con algunos cortes en el cuerpo. La trasladaron a una clínica local, en donde, según indicaron los médicos, dijo no recordar lo que había pasado con sus hijos.

La condena

Una vez detenida, Mijangos declaró que esa noche empezó a “escuchar voces” que le dijeron que debía atacar a sus hijos con cuchillos de cocina. Más tarde, la investigación reveló que ese mismo día ella había mantenido una discusión con su exmarido y que eso le había provocado una crisis nerviosa.

Durante las siguientes declaraciones, la homicida hablaba de sus hijos como si estuviesen vivos y parecía no tener idea de lo que había hecho. Por eso, un psiquiatra la evaluó y concluyó que Claudia padecía epilepsia y esquizofrenia, dos condiciones que hacían que la mujer tuviera pérdida de la conciencia y alucinaciones.

“Se pudo determinar que en el momento del crimen, no estaba en sus cabales y se declaró inimputable”, dijo Armando Fonseca, el profesional que trabajó con la acusada, en el documental de Discovery Channel.

Después de pasar dos años tras las rejas, Mijangos fue condenada a pasar 30 años detenida en el área psiquiátrica del penal de Tepeppan en la ciudad de México. Recuperó la libertad el 24 de abril de 2019.

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