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Opinión VOCES

Alicia Moreau de Justo

“El médico que no entiende almas, no entenderá cuerpos”.
Jose Narosky

Por Jose Narosky

Todos hemos escuchado esta expresión: “Detrás de un gran hombre, casi siempre hay una gran mujer”. Como si dijéramos que normalmente una mujer ayuda o apoya a un hombre superior. Pero muchas veces ella no sólo lo respalda, sino que además, lo equipara e incluso lo supera.­

Y hubo un caso, aquí en la Argentina, de un matrimonio, en el que ambos fueron figuras destacadas como médicos -lo eran los dos- como pensadores y como figuras políticas de primer nivel. Estoy aludiendo a Juan B. Justo y a Alicia Moreau de Justo.­

El Dr. Justo se casó con ella teniendo 55 años. Le llevaba a su esposa 20 años.­

El fue profesor de Clínica Quirúrgica, fundador del diario “La Vanguardia” y también diputado y senador nacional. Ella no le fue en saga en cuanto a realizaciones. Y le sobrevivió casi 60 años, por ser mucho más joven y porque alcanzó a vivir más de cien años.­

La Dra. Alicia Moreau había nacido en Londres, porque su padre, francés, había tenido que emigrar de su patria, por ser un hombre de ideales que había encabezado una justa rebelión obrera en París. Pocos años después en 1890, sus padres se habían radicado en Buenos Aires.­

La niña Alicia -de sólo 5 años- cursó aquí la escuela primaria y luego se recibió de maestra.­

Solía contar que en el colegio secundario -el Normal Nº 1-, tuvo como profesor a Hipólito Yrigoyen, que enseñaba filosofía, antes de ser Presidente de la República. Ella relataba años después, que muchas veces disentía en clase con el Dr. Yrigoyen, en alguna de sus apreciaciones y que él la refutaba firmemente, aunque siempre con respeto.­

El Dr. Hipólito Yrigoyen en uno de sus libros, escribió años después, que ella había sido la alumna más brillante que él tuvo en sus muchos años de docente.­

En 1907, con 21 años, la futura médica ingresó a la Facultad de Medicina.­

Fue una de las seis primeras mujeres que se inscribieron en nuestro país para estudiar esa carrera. La primera que se graduó, fue la Dra. Cecilia Grierson.­

Era una época en que la sociedad no veía con buenos ojos a las mujeres universitarias. Se recibió seis años después con diploma de honor.­

Además de ejercer su profesión e incursionar en la política -en el socialismo específicamente-, ejercía también el periodismo en una revista que dirigía Enrique del Valle Iberlucea, que fue el primer senador socialista de América.­

A los 35 años, fundó la Unión Femenina Nacional, para luchar por los derechos de la mujer, todavía muy relegadas. Y logró mejorar las condiciones del trabajo femenino.­

La acción de esa entidad influyó decisivamente en los legisladores, para sancionar varias leyes de reconocimiento de los derechos de la mujer: la protección del trabajo femenino y el derecho al voto de las mismas, que cristalizó años después. Ella incluso había elaborado en 1932, un proyecto de ley para el sufragio femenino que fue presentado por el diputado Mario Bravo, pero que no prosperó en ese momento, sino después, en 1947 quince años después.­

A los 71 años fue designada directora del Diario “La Vanguardia” que tiraba en ese momento unos 90.000 ejemplares.­

Y cierro esta nota con una breve anécdota.­

Cuando ella dirigía “La Vanguardia” había un periodista que se ocupaba de notas del exterior y de la sección policiales. Como le notó capacidad, le encargó la redacción de una nota editorial, en la que se criticaba una actitud de los legisladores radicales en el Congreso. El periodista le dijo: -”Discúlpeme Dra.. No la puedo hacer”.­

-”¿No se anima?”, le dijo la Dra. Justo.­

-”No es eso. Es que yo soy afiliado radical”.­

Desde ese momento, además de felicitarlo por su honradez intelectual, le mejoró su ubicación en el periódico, ubicándolo en la sección editoriales. Esa fue la Dra. Alicia Moreau de Justo, un verdadero ejemplo de comprensión y nobleza.­

Y un aforismo final para esta mujer, que por poseer más valores, más se exigió a sí misma: “Muchos pueden seguir la corriente. Pocos... enfrentarla”.­

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