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Opinión

Anglicismos en tangos

Un repaso por las expresiones del inglés que se han incorporado a las letras de importantes escritores de nuestro tango.
 Fernando Sorrentino

Por Fernando Sorrentino

En el trabajo “Galicismos en tangos” realicé la semana pasada una breve enumeración de vocablos que, siendo de origen francés, han ingresado, con mayor o menor metamorfosis, en las letras de muchos tangos. En rigor, la lista peca por escasez extrema, pues los ejemplos que podrían aducirse sin duda quintuplican los pocos que yo presenté.

Aunque ni remotamente podría compararse su aporte con el de los vecinos del país que empieza en Calais, también la lengua de –Napoleón dixit– la perfide Albion ha legado algunos vocablos a ciertos tangos. La frase high-life, al ingresar en el español popular argentino, se convirtió en jailaife, jailefe, jailai o jaife: ‘individuo de apariencia distinguida’.

En Nunca es tarde (1924), especie de sermón eclesiástico-lunfardesco, Celedonio Flores, en los hexadecasílabos que eran tan de su gusto, apostrofa al pecador señalándole su decadencia:

Recibiste los biandazos de la suerte mistonguera y a la nada se te fueron los momentos de esplendor.

De tu percha tan debute, tan jailaife y tan diquera, perdoná que te lo bata, no te queda ni el color.

Burlesco

¿La misma actitud de ubi sunt?, burlesco ante las glorias pretéritas se encuentra en Uno y uno (1929), de Lorenzo Juan Traverso (quien, por obvias razones de rima, prefiere la forma jailefe):

¿Qué quedó de aquel jailefe

que en el juego del amor

decía siempre: “Mucha efe me tengo pa’ tallador”?

Tan triste e irreversible es la decadencia del personaje que...

ya no hay tarros de colores

ni almuerzos en el “Julien”,

ya no hay paddock en las carreras…,

donde tarros de colores significa “zapatos en armonía con el color de los trajes y sombreros” que illo tempore lucía, “al por mayor”, el ahora abatido protagonista.

Satírico

En Lunes (1929), tango satírico de Francisco García Jiménez, aparecen, muy cerca, paddock y poker:

El lungo Pantaleón

ata la chata,

de traje fulerón

y en alpargata....

Ayer en el paddock

jugaba diez y diez...

Hoy va a cargar carbón

al Dique 3.

Piantó el domingo de placer,

bailongo, poker y champán.

En diversos tangos pueden hallarse algunos otros términos ingleses (no demasiados): ron (=rum), gin (José González Castillo, Aquella cantina de la ribera); strip-tease (Homero Expósito, Siempre París); gin-fizz (Celedonio Flores, Corrientes y Esmeralda); degree, spleen (Alfredo Marino, Un cambio te viene bien); clinch, round, jailefe (Héctor Marcó, Viejito calavera).

Aquel exitoso splle

Pero, sin duda, el más exitoso de todos estos vocablos, posiblemente debido a la facilidad de su rima y a su vaga polisemia, es spleen (siempre pronunciado, y a veces escrito, esplín).

Entre una retahíla de asonancias en í (morir, violín, París, spleen, Mimí), Homero Manzi (Ronda de ases, 1942) escribió:

Cruzaron el tango bichitos de luz,

fracasos de seda, muñecas de spleen.

El mismo autor, en Viejo ciego (1926):

Puntual parroquiano, tan viejo y tan ciego,

tan lleno de pena, tan lleno de spleen…

Por último, citemos a Juan Miguel Velich, cuyo admonitorio, quejoso, caótico y detectivesco Cualquier cosa (1928) comienza con esta octavilla (yo diría que, en lugar de “comprobaste”, sería mejor “demostraste”):

Cualquier cosa resultaste

para que un hombre derecho

tu maldad tomara a pecho

entregándose al esplín.

Con tu acción me comprobaste

lo que de ti suponía:

que tu amor me sonreía

para lograr otro fin.

Lo cierto es que, desde hace no menos de cincuenta años, en la Argentina nadie (salvo que lo haga en broma) pronuncia las palabras jailaife o esplín. Los otros vocablos –excepto degree– han tenido mejor supervivencia.

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