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Opinión

Coach, Coaching, falsos gurúes y Cositortos

¿Qué es eso de “couchin" ontológico?, me preguntaron, con legítima curiosidad, más de una vez. 
Xavier Ferrera Peña

Por Xavier Ferrera Peña

La respuesta es tan simple como complicada. Sencilla, por definción: Un coach es un entrenador. Y punto. Acompaña a su cliente a descubrir la brecha entre su realidad actual y su realidad ideal.

Es complicada por el contexto: Los falsos profetas, los consultores amparados en el rótulo de coach; y –en el extremo de la desacreditación de esta profesión- Los “Leonardo Cositorto” y sus esquemas piramidales Ponzi que han dejado en la ruina a miles de crédulos.

Como egresado de Axon Training y miembro de la International Coaching Federation, la organización internacional más grande de coaches del mundo no puedo más que lamentarme y repudiar a los cositortos y gurúes que, simulando ser Papas sin siquiera haber sido monaguillos ni creyentes (por poner un ejemplo burdo) han aportado su moneda a la confusión.

Intentaré ser llano. Un coach es un entrenador. No es psicólogo, ni médico, ni curandero. No tenemos las competencias del psicoanálisis, ni de la cura de enfermedades ni la de obrar milagro alguno.

Estamos regulados por códigos deontológicos establecidos por la ICF (International Coaching Federation), que son inquebrantables; estamos obligados al secreto profesional y nuestra relación con un cliente es estrictamente profesional.

¿Y entonces qué hacemos? Escuchar a nuestro cliente y, a través de preguntas y sin abrir juicio de valor, animarlo y acompañarlo a que descubra cuál es la brecha entre lo que está viviendo y lo que desearía vivir. Entre su presente, sus objetivos y cuáles son las acciones que debe emprender y las que debe evitar para alcanzarlo.

Un coach acompaña, no aconseja. Entrena, no abre sentencia alguna sobre la realidad de su cliente. Escucha activamente y pregunta para movilizar. La respuesta siempre está en el coachee (cliente), no en el coach. Y en base a ese camino de co-creación, procura que el cliente trace un plan, siempre acompañado por su coach para alcanza su realidad ideal. Lo que sueña (alcanzable, real).

Nada más lejos de los Cositortos, que de la ontología pasaron al materialismo de la estafa. Los coaches nos interesamos en el ser, no en el tener. Porque para tener, primero hay que ser.

Están entonces quienes te ofrecen la salvación a través de fórmulas misteriosamente sospechosas como las de depositar dinero para ganar fortunas; los que prometen milagrosas pócimas para librarte de tal o cual problema; los que te aconsejan qué hacer y cuándo para tener lo que siempre quisiste. Y estamos los coaches. Que no somos todo lo anterior.

En todos los ámbitos vas a encontrar estafadores morales. En todas las profesiones. Esta no podía estar exenta.

Aprendí a escuchar de mi coach formador, Hernán Fainberg (IG: @hernanfainberg) que primero era redescubrirme para luego poder acompañar a alguien en su indagación interna. De él aprendí que hay que hacerlo con profesionalismo, rigurosidad con las competencias que establece la ICF y, por sobre todas las cosas con humanismo, empatía y respeto.

Eso es un coach. Quien te va a acompañar en el camino de la creación de nuevas realidades. Te va a acompañar, pero el “trabajo interno” va a ser tuyo. Absolutamente tuyo. Y esa conjugación a través del diálogo es efectiva. Está demostrado. Hay miles de testimonios en Internet a los que puedes acceder a un clic de distancia.

Y al decir de Humberto Maturana, uno de nuestros grandes referentes, “las personas somos el problema, el camino para resolverlo y la solución”

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