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Opinión HISTORIA. POR ANA MARÍA CECCHINI DE DALLO

Congreso Constituyente 1852/1853 visto desde cerca: sesiones públicas y secretas

Hacia el 170º Aniversario de la sanción de la Constitución Nacional, la autora rescata los entretelones de las históricas sesiones.
Ana María Cecchini de Dallo

Por Ana María Cecchini de Dallo

Una vez formalizada la inauguración del Congreso los diputados, entre diciembre y la primera quincena de abril, en sesiones públicas y secretas, se abocaron a: redactar un reglamento que regiría los debates, analizar la situación que conmocionaba a la provincia de Buenos Aires en donde se había instalado una guerra entre la ciudad y la campaña por discrepancias ideológicas, a revisar leyes remitidas por el Director Nacional y, mientras tanto, la Comisión de negocios constitucionales redactaba el proyecto de constitución.

Es oportuno revisar este tiempo al interior del congreso para dar respuesta a planteos como el de José María Rosa en Nos los representantes, cuando reduce la labor de los diputados a las que llama “diez noches históricas” en las cuales se debatió el proyecto constitucional, descalificando el resto del período de sesiones.

Reglamento y Comisión de Negocios Constitucionales

Éste se aprobó el 24 de diciembre y consta de 14 títulos y 120 artículos; su finalidad era la de ordenar los debates, evitar los discursos excesivamente largos y descartar la lectura de opiniones en el transcurso de los debates, entre otras.

Precisamente la cuestión de impedir el discurso escrito y la obligación de fundar “in voce” las intervenciones los trasladó a un interesante recorrido universal sobre la cuestión. Vale acotar que el largo reglamento no logró totalmente su objetivo ya que las formalidades siguieron ocupando tiempo en el desarrollo del Congreso

En la misma sesión del 24 de diciembre, a pedido de Manuel Leiva, diputado santafesino, en reclamo de lo que establecía el reglamento, se creó la comisión que debía abocarse a redactar el proyecto de constitución, quedó inicialmente integrada por Juan María Gutiérrez, José Benjamín Gorostiaga, Pedro Ferré, Pedro Díaz Colodrero y el mismo Leiva.

El 23 de febrero, por recambios y renuncias, se decidió ampliar la composición. Luego de su incorporación al Congreso se sumaron dos miembros extra: Santiago Derqui y Martín Zapata. Además. En reemplazo de Ferré, que marchó en misión a Buenos Aires, se nombró como suplente a Salustiano Zavalía.

Relaciones con Justo José de Urquiza

El Congreso debió intervenir en temas que promovía el Poder Ejecutivo de la Confederación Argentina, el Director Justo José de Urquiza, y los sometía a su consideración. Para analizarlos, el Congreso constituía pequeñas comisiones, generalmente tripartitas, que presentaban luego sus conclusiones al pleno del mismo para la aprobación.

Ejemplos de estos casos, fueron los tratados con Paraguay y Bolivia. También comunicaba nombramientos, pedía autorización para gastos y designaba diputados para llevar a cabo gestiones ante el gobierno de Buenos Aires.

Sitio y combate entre federales bonaerenses y porteños

Luego de los intentos del gobierno de la ciudad rebelde de torcer el rumbo constitucional de la Confederación -invasión a Entre Ríos y Misión José María Paz-, se sucedieron nuevos acontecimientos bélicos en la provincia de Buenos Aires, los que serán el origen de largos debates en el interior del Congreso. Algunas de las sesiones referidas a estos temas fueron secretas y luego de superados se autorizaron la publicación de las actas.

Los discursos y proyectos que se presentan en estas sesiones trasuntan, en varios expositores, en especial Gondra y Zuviría -los más insistentes-, una gran inquietud por la ausencia de Buenos Aires y el aliento a que sea el Congreso el que procure acuerdos. Otro grupo, en el que se destacan Gutiérrez, Gorostiaga, Seguí y Leiva, esgrime el argumento de que han sido agredidos e insultados -el Director y el Congreso- en demasiadas oportunidades por el gobierno de Buenos Aires y por lo tanto lo que convenía era apurar la marcha organizativa.

En Buenos Aires se planteó un conflicto entre el gobierno de la ciudad que sostiene sus privilegios y la campaña, representada por tropas que lideró Hilario Lagos, con el apoyo de varios comandantes de los fortines. Estas milicias se sublevaron contra el gobierno de Valentín Alsina, al que logran derrocar; demandaban la adhesión a los principios confederales y querían participar en el Congreso. Para lograrlo mantuvieron el sitio a la ciudad con apoyo de la Confederación, que envió tropas de infantería e incluso una escuadra, a la cual el gobierno porteño sobornó para romper el sitio del puerto. La conducción de la resistencia en la ciudad la asumió Bartolomé Mitre.

El congreso sesionó en secreto el 30 de noviembre y el 21 y 22 de enero; el 26 de febrero y, por fin, 10 y 12 de marzo; las actas de las tres primeras fueron publicadas, como se dijo, las restantes permanecieron inéditas hasta que las encontró Emilio Ravignani, que las dio a conocer en la obra “Asambleas Constituyentes Argentinas” (Tomo IV).

El debate del 30 de noviembre fue totalmente marginal, ya que se le objetaron al presidente Zuviría fallas de procedimiento. Una de ellas, vinculada con el control que debía ejercer para desocupar la barra donde se hallaba el público. Por estos reclamos, Zuviría se sintió ofendido y menoscabado, tanto que sólo se reencaminó la sesión cuando dos diputados le rindieron un homenaje. En parte las observaciones tenían que ver también con la postura que manifestó de aproximación sin condiciones a Buenos Aires.

En la sesión secreta del 21 de enero se presentó Luis de la Peña, ministro de la Confederación, quien fue interpelado para que informe sobre la actuación del Director en el conflicto porteño. Se supo así que mantenía correspondencia con Hilario Lagos. También se conocieron las gestiones del cuerpo diplomático con asiento en la ciudad sitiada, para buscar un acuerdo de paz, ya que temían por los bienes de sus connacionales y el fracaso de las mismas, pues los porteños no las aceptaron, lo cual molestó a los extranjeros. Ante tales informes se temió por la paz en la Confederación.

El debate que siguió tuvo la intervención de varios diputados e involucró opiniones contrapuestas, unos entendían que el Director y el Congreso debe mediar, en tanto los que se oponían insisten en que el gobierno de Buenos Aires es irrecuperable. Por fin se votó por mayoría autorizando la intervención en paz y, de requerirse, incluso la armada.

En la sesión secreta del 26 de febrero se autorizó, por unanimidad, al Director de la Confederación un crédito para afrontar los gastos del gobierno de 500.000 pesos fuertes, utilizando para garantizarlo tierras y propiedades públicas y/o gravar las rentas futuras.

En la sesión secreta del 10 de marzo, se analizó el proyecto de Martín Zapata por el cual se les asignaba dos diputados a la campaña de la provincia de Buenos Aires, el que se aprobó en otra sesión secreta, la del 12 de marzo. No obstante ello, esta acertada propuesta fracasó, porque el gobierno díscolo utilizó el soborno para romper el sitio de las tropas y de la escuadra de la Confederación, recurso al cual también Urquiza había apelado en su momento.

El Congreso envió comisionados a negociar a Pedro Ferré y Facundo Zuviría, quienes junto a de la Peña prepararon un acuerdo con representantes de la ciudad de Buenos Aires y de Lagos, el que se firmó el 9 de marzo, pero que Urquiza rechazó por no respetar lo acordado en San Nicolás.

Dos curiosidades rescatadas de estas actas son la llegada a Santa Fe de un taquígrafo, profesor en estenografía. En cuanto a la barra para el público, a raíz de su retiro durante las sesiones secretas, estaba ubicada en los arcos que se encontraban en uno de los laterales de la sala.

Como se ve, no fueron días tranquilos y de holganza los que precedieron a la sanción de la Constitución, se comprueba la mentira interesada de la versión de José María Rosa. Las enormes dificultades que produjo la coyuntura política y militar supusieron difíciles resoluciones a los diputados en el período.

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