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Opinión

El aborto, más allá de lo legal o ilegal

Es interesante como se dan los movimientos en ese dolor enquistado que no se sabe cómo ni el modo de superar, porque ninguna lo puede poner en palabras, es como juzgar el hambre desde estómago ajeno.
Lic. Amanda Carrara*

Por Lic. Amanda Carrara*

Este es un tema por demás delicado, porque los abortos provocados o no, traen consecuencias para las mujeres que silenciosamente continúan sus vidas de una manera diferente, no es mejor ni peor, simplemente diferente, ellas lo saben bien, se paran ente un espejo social al que tienen que engañar, porque si se muestran tal y como se sienten temen ser rechazadas, juzgadas, despreciadas, atormentadas, ¡en fin! Por eso quizás necesitan agruparse bajo un lema que las identifique, pero no tanto que las individualicen por lo que les pasó sino por lo que también les pasaron a otras que están en su misma condición, y al agruparse por ese dolor tan profundo se cree que al compartirlo se lo supera...

Es interesante como se dan los movimientos en ese dolor enquistado que no se sabe cómo ni el modo de superar, porque ninguna lo puede poner en palabras, es como juzgar el hambre desde estómago ajeno.

Recuerdo cuando el colectivo feminista hacía sus manifestaciones nadie de esas mujeres que lo integraban les cuentan a las novatas lo que viene después, la culpa, la soledad que provoca esa culpa y no les queda otra que engrosar las filas con un pañuelo verde al cuello, en la muñeca o colgando de la mochila, y aún así la culpa sigue dentro, luego van a la psicóloga, al psiquiatra, porque después de una experiencia de aborto la vida no es igual, agreden porque temen ser agredidas, se defienden de todo y de nada, temen a la muerte, esa que ellas provocaron... De eso no hay retorno, en la privacidad de un consultorio con sus caritas desencajada, los ojos llenos de amor y lágrimas desearían regresar el tiempo para cambiarlo todo, sin embargo, el costo para sobrellevar el dolor es engrosar las filas con la esperanza de que muchas más se sumen para que su culpa y soledad cobre sentido y se mitigue, gritan desaforadamente, liberando por segundos la opresión que ellas en si misma generaron....

Mírenlas, observen sus movimientos casi convulsivos, contemplen el dolor de muchas de ellas... No las culpen más de lo que ya se sienten, porque esa herida siente que la han de llevar por siempre, no saben que hay una salida, solo se miran en destrucción...

Muchas veces los bebés al tomar la vida y las mamás al permitirlo, esa criatura le devuelve un sentido valiosísimo a su vida y al interrumpirlo queda la gran incertidumbre de lo que pudo y no se permitió que fuera, y como no existe explicación o visión, se percibe el vacío, sobreviene el dolor, la angustia, la culpa, eso de lo cual nadie les habló.

Por eso apelo a que las miremos con amor, si, con mucho amor, ellas necesitan un espacio y tenemos el deber de concederlo, no por lo que hicieron, por lo que hacen o por lo que necesitan se haga, simplemente porque son mujeres que están profundamente dolidas y desbastadas, que a pesar de todas las manifestaciones saben que por sí mismas tienen que encontrar el camino, su propio camino, para poder sobrevivir y luego vivir, porque dentro del grupo se entretiene, se siente en igualdad, ante el dolor y la frustración, luego al regresar a la casa, a su intimidad, siente que es atrapada por su propia realidad, y ahí no está el grupo que supuestamente la “contiene” miremos compasivamente porque la condena no es la social, sino la personal, la que ya tienen ellas mismas.

Escucho que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo, y es verdad, nos lo poseemos, pero parece que solo nos damos cuenta que lo tenemos cuando algo anda mal, cuando no nos responde como esperamos, cuando nos sentimos profundamente traicionadas por él y lo tratamos como algo ajeno y propio a la vez. Aquí las opiniones son diversas, tanto como las personalidades que habitan este planeta, sobre todo cuando queremos intentar unir la moral con lo legal, dos miradas completamente antagónicas que tienen bases completamente distintas, hacer un debate al respecto es un entretenimiento circense para aumentar grietas y no esclarecer ni llegar a un punto de encuentro, porque cada polaridad defenderá aguerridamente sus principios, mientras en el medio queda una persona completamente vulnerabilizada por su condición y por sus opciones y esa no es una salida que dignifique a nadie.

Somos dueñas de un cuerpo que muchas veces no nos enseñaron a respetar y cuidar, a querer y aceptar, porque también hay modelos sociales que se imponen como el ideal y todas queremos llegar a eso, la película la naranja mecánica ya nos mostró lo que implican los ideales a seguir al costo que fuere, incluso a la perdida de la identidad. Yo la verdad en mis años que llevo de profesional y los vividos como persona, no he visto que alguien se corte un dedo y lo cuelgue de su cuello como un dije por el placer de hacer lo que quiera con su cuerpo, porque es suyo, porque le pertenece. Hasta las prostitutas que viven de su cuerpo lo cuida y lo preservan, o sea, las mujeres somos dueñas y no a la vez de nuestros cuerpos hasta que cuando de consecuencias y responsabilidades se trata, las exigencias recaen en otras personas que deben hacer algo que yo no puedo hacer en lo que es mío, que me pertenece y no se que hacer con él.

Tampoco en mis años vi que si hago algo bueno con mi cuerpo necesite de ayuda psicológica para superarlo, si por ejemplo me hago una cirugía estética y me veo espléndida porque por fin me he liberado de algo que me traumaba o no me gustaba y pasaba horas para disimularlo, me sentiré profundamente alegre por la imagen que me devuelve el espejo o por lo que considero me ha embellecido. Sin embargo, a pesar de que estoy convencida de que el aborto es la mejor salida y me quitaré un gran peso de encima, ¿porque el colectivo femenino busca apoyo psicológico? Son controversias dignas de mirar, sin juzgar, solamente mirar con mucho amor, y permitir el análisis reflexivo. Porque si algo no quiero en mi vida, no tengo que crear las condiciones para darle entrada y para eso tengo que crear mi propia responsabilidad.

Los embarazos no deseados son evidentemente una frustración de lo que no pudimos controlar, y ese embarazo se produjo de a dos, imposible que sea unilateral, sin embargo, las decisiones y consecuencias parecen siempre corresponder a la unilateralidad. Cuando el acto sexual se consume es en un momento de consentimiento mutuo, no estoy aquí centrada en una violación, incluyo si el sexo deportivo, donde también se da un acto sublime de amor, y si las probabilidades de un embarazo se concretan, no ha sido un acto tan inesperado.

Hay muchas emociones que se desencadenan detrás de un aborto, de aquello que se truncó, con o sin intencionalidad, la mujer sufre y ese sufrimiento es digno de mirar, de acompañar a resolver, porque somos creadoras de la destrucción y también de la construcción y la reconstrucción, y si esta última lo hacemos acompañadas de la otra polaridad sexual, mucho mejor, porque los hombres en la sociedad actual están en crisis, en una crisis profunda, en la que también necesitan ser mirados y otorgarles un lugar, un espacio de respeto para que desde ahí puedan hacer algo bueno, creativo, constructivo para nosotras. Porque en los abortos es al que menos se mira, ellos también tuvieron una misión truncada y en la mayoría de los casos sin opciones a opinar o acompañar, esa también ha sido una voz silenciada.

Se que es un tema delicado, y abro el debate para todas aquellas opiniones que los lectores deseen manifestar

Muchas gracias por su tiempo para leerme, será hasta nuestro próximo artículo.

Mtra en Psicología Sistémica

REFLEXIONES ABORTO

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