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Opinión

Escasez de agua: un enfoque ambiental para la sostenibilidad

2.000 millones de personas no acceden a servicios de agua potable. Es cada vez más urgente solucionar este problema.

A

lguna vez habremos escuchado o leído que a la Tierra se la conoce como el “planeta azul”, porque, vista desde el espacio, el color de sus océanos es el predominante. Nuestro planeta está cubierto por un 70% de agua. El 97,5% de esa agua es salada (forma mares y océanos), un 2,5% es dulce, y solo el 0,3% está en lagos y ríos de donde nuestras sociedades toman la mayor parte que utilizan. El resto se encuentra en forma de hielo (glaciares y casquetes polares) y en aguas subterráneas.

Según datos del Banco Mundial, alrededor de 2 mil millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura, 3.600 millones no cuentan con servicios de saneamiento seguros y 2.300 millones carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos. El agua es, literalmente, la esencia de la vida. Es absolutamente necesaria para la salud humana, la producción de alimentos y el saneamiento, así como para el progreso económico, transporte, producción de energía, erradicación de la pobreza y desarrollo sostenible.

Latinoamérica sedienta. Las brechas en el acceso a fuentes de abastecimiento de agua y saneamiento, el crecimiento demográfico, el uso intensivo de agua, la mayor variabilidad de las precipitaciones y la contaminación son factores que se conjugan en muchos lugares en América Latina, transformando el agua en un bien que genera las principales crisis de la región. América Latina no solo presenta una distribución geográfica desigual del agua, con zonas extraordinariamente ricas y otras más secas, sino que también el 80% de la lluvia se concentra en pocos meses del año.

La disponibilidad, calidad y abastecimiento en muchas ciudades de Latinoamérica están interrelacionados en las regiones urbanas debido a los siguientes factores: falta de agua potable de buena calidad que llegue a todas las comunidades, en especial a las zonas periféricas, a causa de la polución y contaminación ocasionadas por el uso intensivo de la tierra, además de la falta de tratamiento de las aguas residuales. Cabe mencionar que la proliferación de los vertederos a cielo abierto y la disposición de desechos sólidos por doquier se han convertido en un problema de significativa importancia dentro de la contaminación de fuentes superficiales y subterráneas.

Si a lo descripto anteriormente le agregamos que, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la variabilidad climática (la parte natural del clima –no antrópica– por ejemplo, causada por el fenómeno El Niño/Oscilación del Sur y otros fenómenos naturales) y el cambio climático (causado por los humanos) han provocado que los fenómenos meteorológicos, como las inundaciones y las sequías, sean cada vez más extremos, es, entonces, fácil suponer que cada vez serán más probables e intensos los daños sociales asociados. Esta dinámica aumentará aún más con cada grado de calentamiento global.

Por un plan exitoso. Todos los países sin excepción deben estar plenamente conscientes de la disponibilidad actual y futura del agua, y de las estrategias diseñadas para una eficaz gestión de la misma. El agua de una ciudad constituye un componente clave que incide sobre las complejas condiciones ambientales que sostienen a las poblaciones humanas.

Los componentes de un programa de gestión del agua exitoso son bien conocidos en la región y existen numerosos estudios por parte de la academia y la comunidad científica. Uno de los puntos claves son el reciclaje y la reutilización. Esto significa que solo hay dos maneras de reducir el volumen de contaminantes: reducir el flujo de entrada o reciclar y reutilizar los materiales que se descargan en el medioambiente. El reciclaje se practica en un grado u otro en todo el hemisferio, pero es necesario aumentar la magnitud de los programas de reciclaje.

Además, se destaca la importancia del monitoreo: la generación de datos debe ser llevada a cabo normalmente por el gobierno central debido a la interdependencia de las aguas que fluyen entre los estados, provincias o regiones de los países.

Son necesarios, también, los programas de investigación. Deben basarse en la ciencia de la calidad del agua, para ser efectivos. A medida que avanza el crecimiento económico y demográfico, el problema de la gestión de la calidad del agua se hace más amplio y complicado. Esto requiere más investigación científica para comprender tanto la naturaleza del problema como las medidas adecuadas para combatirlo.

Sobre políticas y gobernanza, es importante resaltar que la gestión del agua también requiere un conjunto eficaz de instituciones para establecer las políticas, supervisar los resultados y hacer cumplir las normas y políticas resultantes. Para esto es necesario contar con marcos legales adecuados, agencias públicas, políticas y mecanismos de aplicación apropiados.

Finalmente, el agua afecta todos los aspectos del desarrollo y se relaciona con la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es por ello la necesidad de abordar su problemática de manera integral, interdisciplinar y transdiciplinar.

*Latinoamérica 21.

Por Nathalia Tejedor-Flores; José Fábrega-Duque; Reinhardt Pinzón y Elsa Flores

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