Por Jennifer Llamus
Algunos argumentarán que las brujas son simplemente personajes de la imaginación colectiva, nacidas de cuentos folclóricos y supersticiones. Sin embargo, otros mantienen que detrás de la leyenda, hay una realidad oculta y misteriosa que aún no entendemos completamente.
En un mundo impulsado por la ciencia y la razón, la noción de brujería puede parecer anacrónica. Pero, ¿es posible que existan fenómenos inexplicables que desafíen nuestra comprensión científica actual? La historia está llena de relatos de mujeres y hombres que fueron perseguidos y condenados como brujos y hechiceros, a menudo basándose en acusaciones infundadas y prejuicios culturales. ¿Fueron estas víctimas simplemente chivos expiatorios de una sociedad temerosa de lo desconocido, o había algo más en juego?
La brujería también ha sido asociada con la práctica de la magia, la conexión con la naturaleza y la búsqueda de conocimientos ocultos. ¿Podría ser que detrás de la etiqueta de "brujería" se encuentre una forma más antigua de sabiduría, relegada a las sombras por razones políticas o religiosas?
En la actualidad, muchas personas se identifican abiertamente como brujas, practicando la brujería como una forma de espiritualidad, conexión con la tierra, el cosmos o el universo, o incluso como un camino hacia la autorreflexión y el empoderamiento personal. Estas nuevas expresiones de brujería desafían las percepciones tradicionales y plantean la cuestión de si las brujas modernas son herederas de antiguas tradiciones o si están simplemente reinventando el concepto para adaptarse a la era contemporánea.
Las brujas modernas, a diferencia de las representaciones estereotipadas que a menudo se ven en la cultura popular, son personas que se identifican con prácticas espirituales, místicas o paganas. La brujería moderna abarca una amplia gama de creencias y prácticas, y las personas que se identifican como brujas pueden tener enfoques muy diversos, que podrían estar asociados al campo de la espiritualidad: integrando creencias y prácticas de diversas tradiciones espirituales y religiosas. Pueden incorporar elementos de la brujería tradicional, el paganismo, la wicca, la astrología, y otras prácticas esotéricas en su camino espiritual. También hay quienes tienden a enfatizar su conexión con la naturaleza, buscando sintonizarse con los ciclos naturales, las fases de la luna y los elementos de la tierra para fortalecer su conexión espiritual y aprovecharlos a su favor. Por otro lado, se suman las prácticas de algún tipo de magia o hechicería incluyendo elementos como velas, cristales, esencias y hierbas, en la realización de rituales, usualmente para manifestar, limpiar, atraer o cortar con determinada situación, pero por sobre todo, usando estas herramientas para el crecimiento y empoderamiento personal. Para algunas personas, las prácticas de la brujería moderna son enfocadas en el desarrollo espiritual, la autoexploración y la búsqueda de la autenticidad. En este ámbito, estas prácticas tienden a ser inclusivas y abiertas a la diversidad. Las personas de diferentes géneros, orientaciones sexuales y antecedentes culturales pueden participar en la brujería moderna, y se fomenta el respeto por las diferencias individuales.
En conclusión, las brujas son y han sido siempre parte fundamental del ecosistema de la sociedad, perseguidas o no, afeadas o no, con sus estereotipadas verrugas de nariz; son las que muchas veces pudieron curar más rápidamente lo que la ciencia no, como el mal de ojo, la culebrilla o el empacho.
No tengo pruebas, pero tampoco dudas que en nuestra búsqueda de respuestas, descubramos que las brujas son tanto reales como imaginarias, dependiendo de la perspectiva desde la cual las observamos. Pero que las hay, las hay….
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