Por Domingo Garay
Con mucho gusto comparto algunas cuestiones generales sobre los incendios forestales, cuestiones que, si bien son de carácter general, resultan interesantes a la hora de analizar un incendio como el que se desarrolla en el Cerro El Velasco y que acumula más de 21.000 hectáreas quemadas (algo así como la superficie de 3 ciudades de La Rioja).
Un incendio forestal conlleva importantes implicaciones ambientales que deben ser analizadas desde diversas perspectivas. En este sentido, es fundamental considerar los efectos que el fuego tiene sobre la vegetación, la fauna, el suelo, el agua y la atmósfera, así como los impactos derivados de estos.
En términos de vegetación, la cobertura se reduce drásticamente, lo cual afecta no solo a la biodiversidad del área, sino también a la capacidad del ecosistema de retener carbono, ya que se disminuyen los sumideros de CO2. Además, el fuego puede alterar la composición de las especies vegetales, con la posible desaparición de flora nativa y la invasión de otras menos adaptadas. Sin embargo, hay algunos aspectos positivos, como la eliminación de malezas invasoras y la posible renovación de especies que se benefician de la regeneración.
Respecto a la fauna, muchas especies pierden la vida y otras se ven obligadas a migrar ante la destrucción de su hábitat. El fuego altera la cadena trófica, afectando las interacciones entre depredadores y presas. Como aspecto positivo, el incendio puede, en algunos casos, eliminar insectos dañinos para el ecosistema y provocar el alejamiento de predadores, lo cual favorece temporalmente a especies más vulnerables.
En cuanto al suelo, los incendios forestales degradan su calidad, disminuyendo sus propiedades para retener nutrientes y agua. Además, el calor intenso puede generar hidrofobicidad, un fenómeno en el que el suelo se vuelve impermeable, lo cual incrementa el riesgo de erosión y dificulta la recuperación de la vegetación. A pesar de estos daños, el fuego también puede liberar nutrientes a través de la descomposición de la materia orgánica, lo que en ciertos casos favorece el crecimiento de nuevas plantas.
Los incendios alteran el ciclo hidrológico, ya que la vegetación destruida ya no puede absorber ni regular el flujo de agua. Esto puede provocar cambios en las cuencas hídricas y en el caudal de los ríos, generando un aumento de sedimentos que afecta a la calidad del agua. En cuerpos de agua cercanos puede ocurrir un proceso denominado eutrofización, que es el aumento de nutrientes en el agua, lo cual provoca el crecimiento excesivo de algas.
En cuanto a la atmósfera, la liberación de grandes cantidades de humo y gases como el dióxido de carbono contribuyen al calentamiento global. Además, se emite material particulado que puede perjudicar la salud de personas y animales, especialmente en las zonas cercanas.
Para finalizar, resulta importante resaltar que incendios como el del Cerro El Velasco tienen consecuencias profundas y multifacéticas sobre el ambiente. A pesar de algunos potenciales efectos positivos, los daños en la vegetación, la fauna, el suelo, el agua y la atmósfera son seguramente significativos y requieren una evaluación cuidadosa y una gestión adecuada que contemple estrategias efectivas de recuperación.
* Domingo Garay, Licenciado en Ciencias del ambiente
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