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Opinión

LA FAMILIA desde la mirada sistémica

¿Quién es primero, la pareja o la familia?, esto no se trata de una falacia sobre el huevo o la gallina, es una pregunta interesante porque nos da la pauta de quienes realmente estuvieron primeros para que algo suceda después…
Lic. Amanda Carrara

Por Lic. Amanda Carrara

Es interesante observar en las familias que la madre o padre hablan mal del otro progenitor a los hijos, quienes suelen, generalmente, escuchar algunos con dolor, otros con resentimiento, pero siempre implicados en un sentimiento completamente ajenos a ellos como hijos, porque se ven involucrados en una situación que no pueden resolver y menos comprender. En la mayoría de los casos los hijos ven a su papá como aquello que la mamá les permite ver, y con esa mirada se suelen quedar.

¿Que estoy queriendo decir con esto? ¿Que las mamás son malas? ¿Que se desquitan sus desavenencias utilizando a los hijos contra el padre? ¿Que los hijos deben opinar como parte de la familia, por ser miembros de ella?

Vamos a ir por partes para aclarar la mirada sistémica de las Constelaciones Familiares.

Cuando una pareja se une, se elige, se enamora, hay una entrega de ambos en un acuerdo preestablecido, a ninguno le interesa tomar los recaudos necesarios para que la fertilidad se produzca, obviamente que, en ese contexto tan íntimo, da lugar a que una nueva vida se haga presente, no estoy en este punto mezclando con el abuso o violación, esto último tiene otra connotación que podremos abordar en otra oportunidad. Me estoy refiriendo a un encuentro de mutuo consentimiento.

La pareja en alguno de esos encuentros sexuales íntimos, se embarazan y tienen hijos, pueden ser muchos o pocos, solo uno o ninguno, la cantidad no es un punto a tratar, pero si a tener en cuenta.

La pareja, que comenzó con solo dos personas, se transforma con la llegada del primer hijo en una familia, cuando llega el segundo, el tercero, el cuarto y así sucesivamente, continúa siendo una familia, el primer hijo es quien da a la pareja la posibilidad de ser una familia, esté vivo o muerto, porque ese ser tuvo una presencia y provocó gran algarabía su posible llegada, si toma la vida ya en sí es un éxito, si no pudo hacerlo por las causas que fuere, ese dolor, esa pérdida se la vive intensamente en la pareja, muchas veces la mujer cree que al hombre ese hecho no le ha impactado y no le ha importado, sin embargo en la mayoría de las constelaciones se puede ver la aflicción y dolor ante ese deseo incierto de ser papá y no pudo, ese sufrimiento el hombre en la mayoría de los casos lo ahoga, lo oculta en lo más profundo de su ser, porque en la pareja alguien tiene que ser fuerte para sostener al otro, y muchas veces por un mandato familiar que no se aleja del social, el hombre aún desbastado tiene que mostrarse fuerte, como la columna o el horcón que sostiene la casa, aunque peligre el hogar. Hace un gran sacrificio que luego se le vuelve en contra como un efecto bumerang que regresa para golpear y lacerar seriamente esa columna u horcón que pronto deja de sostener la casa o el hogar. Los reproches, silencios, se hacen presente ante la imposibilidad de colocar palabras y mostrar los sentimientos por los cuales están siendo atravesados.

Por lo tanto, en la familia existen subsistemas dentro de otro sistema, uno que es y le corresponde únicamente a la pareja, al cual nadie puede entrar a arreglar o desarreglar nada, les corresponde solo a ellos y a su intimidad, salvo ellos soliciten la intervención de otro u otros, luego el sistema que corresponde a la familia en el cual están incluido los padres e hijos y otro subsistema que lo conforman los hermanos entre sí, estamos hablando aquí de un sistema con dos subsistemas, uno grande que es el familiar que contiene a otros dos subsistemas que es el de la pareja y otro de los hijos o los hermanos entre sí.

Aquí es importante destacar que lejos está de enseñarles a como ser o conformar una familia, es simplemente de como se ve a la familia desde una mirada profesional para rápidamente detectar dónde se produce el desequilibrio para que surja el conflicto, y ustedes como lectores van siguiendo y serán los que detecten en cuál de las dinámicas está el problema a resolver, que tengan o no las herramientas para hacerlo es otra cosa, pero con el hecho de poderlo detectar ya es un gran avance, porque les voy a contar un secreto, que por este medio no se va a enterar nadie, no existe la familia perfecta, todos somos como una moneda, de un lado hay una imagen y del otro lado el valor o el costo…

Cuando una mamá habla mal del papá, o viceversa, no está hablando del papá o mamá de los hijos, está hablando de su pareja, de la que eligió libremente (al menos aquí en occidente) a quien ama y se entrega en la intimidad a la cual nadie tiene acceso, menos los hijos, y si tienen uno, dos, tres, o más hijos quiere decir que se han llevado muy bien para lograr ese entendimiento, porque han habido muchos más encuentros amorosos, en comparación a la cantidad de hijos que tienen. Y cuando atentan contra el otro progenitor al hijo lo debilitan, porque desvalorizan, atentan, reprochan también contra la mitad que aportó el progenitor a quien se critica, o sea que hay una parte del hijo que no sirve para nada, y el hijo tiene un papá y una mamá, a los cuales ama profundamente, se angustia cuando tiene que tomar partido por alguno de ellos, incluso muchas veces opta en enfermarse, en accidentarse, porque así ve a los papás unidos y distraídos de sus propios reproches de uno hacia el otro y mirar así la urgencia que les ocasiona el hijo. Otras veces el hijo se inclina a quien ve o percibe más vulnerable y se alía en contra del otro que lo considera una amenaza, pero no pasa mucho tiempo para darse cuenta que él también está vulnerable por esa otra parte que lleva amenazante y supuestamente destructiva y que no sirve para nada. Por eso aquí retomo la frase que pusiera en párrafos anteriores, “el hijo ve del padre lo que la madre le permite que vea” y así muchas historias se repiten de familia en familia, de clan en clan, porque como dice Bert Hellinger, lo que en una generación no se resuelve lo tendrá que hacer la siguiente. Y es así como vemos clanes y clanes de mujeres solas, que crían a sus hijos, que desplazan a los padres y luego reprochan que no los mantienen, ¡¡en fin!! ¿Cuándo un hijo es feliz?, cuando ve a sus padres felices.

¿Y en que consiste la felicidad de los padres?, cuando pueden poner en palabras y en la intimidad sus emociones, sus sentimientos, no en modo reproche y sacando la artillería, tirándose de trinchera a trinchera sufrimientos del pasado que ninguno pudo resolver, sino que en la misma intimidad y resguardo en el que preservan el momento de hacer el amor, es el mismo en el que deben resolver los desacuerdos, como también las reglas en las cuales van a estar lo permitido y no para sus hijos, para cada uno de ellos con las personalidades que tengan, y evitar así que el hijo vaya de padre a madre pidiendo el permiso de acuerdo al estado de ánimo que cada uno tenga ese día.

Cuando uno o varios de los hijos tiene un problema a resolver, ahí los padres contienen, colaboran, analizan junto a el o los hijos las acciones, consecuencias y las responsabilidades que están dispuestos a asumir, se debilita mucho al hijo cunado alguno de los padres accionan o reaccionan por el hijo, muchas veces en éste punto los podres pierden el control, y es normal que eso suceda, porque no sabe lo que el hijo hizo, el comportamiento que ha tenido, solo conoce el relato del hijo y es frecuente que se desborde antes de escuchar a la otra parte, porque están tocando a uno del sistema que se lo considera débil y no es así, si el hijo que tiene o sufre un problema y lo puede hablar con los padres, es ahí donde está la multiplicidad de recursos para que el mismo hijo lo resuelva sin necesidad de la violencia o el desborde, aprenderá a asumir la responsabilidad que le toca y que el otro haga exactamente lo mismo. Aquí hay una particularidad, cuando los hijos pelean con los hijos de otros padres se suele resolver mucho mejor, porque entre ellos el conflicto dura poco, lo pueden abordar, reconocer y resolver. Por ejemplo, a la mañana se pelean, juran no hablarse ni mirarse más y a la tarde están jugando juntos como si nada hubiera pasado, mientras que cuando los adultos intervienen, los resentimientos y ofensas duran años y años, mientras los hijos se las ingenian para verse y disfrutar sin que los padres se enteren.

Lo mismo pasa entre los hermanos, cuando discuten entre ellos, suelen ser por intereses opuestos entre ellos, que muchos padres las viven como insignificantes y una tontera, por compararlos con los de ellos como adultos, cosa que para el niño no lo es, por eso se recomienda a los padres que tendrían que mostrarse vigilantes, presentes, quizás como un juez imparcial pero amoroso, escucharlos con la importancia que para cada uno tiene ese conflicto y que está dispuesto cada uno a ceder como también a responsabilizarse y no como árbitros dando la razón a uno u otro, porque de ese conflicto que corresponde a los hermanos y que surgió entre ellos, deberán arreglarlo entre ellos. Los padres no pueden manifestarse dolientes porque los hijos discutan, es normal, se están preparando para luego enfrentar la sociedad y hacer valer sus derechos sin necesidad de llegar a las amenazas y al desastre total. Generalmente cuando uno de los progenitores interviene se coloca al mismo nivel de los hijos, o sea se convierte en un hermano más, que usará su autoridad y castigo favoreciendo a uno u otro ahondando aún más el distanciamiento con la sumatoria de que el favorecido que se considerará a sí mismo como un triunfador ante el vencido, que desde su lugar verá al progenitor con un favoritismo hacia su hermano, sintiendo una profunda injusticia e incluso una traición implementada por el ser a quien más ama.

Se que se abre una colorida gama de interrogantes, este artículo no es para protocolizar el comportamiento de la pareja, la familia, los hermanos, es un aporte conciliador a la hora de mirar el problema y al otro con quien ha surgido ese problema, como abordarlo sin que las heridas se profundicen más, que se logre llegar a acuerdos en los que ambos miren su propia responsabilidad del daño que pueda provocar, nadie está exento, nadie es perfecto, pero estamos en la vida, en ésta sociedad, en éste contexto a los que mucho no pudieron ni supieron cómo, eso nos coloca en un lugar de privilegio, porque a pesar de la situación que fuera, aún podemos actuar, aún podemos resolver, porque solo tenemos el momento actual, con el pasado lo podemos mirar, pero con el presente lo podemos todo y un poco más, porque estamos vivos…

Esto ha de continuar

La autora: Mtra. en Psicología Sistémica

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