Enero: “Cuando vuelva de vacaciones decido como sigue todo”; “disfrutemos ahora y, cuando volvamos, comienzo a trabajar en eso”; “este año tengo que cambiar varias cosas”.
Febrero: “En mi cabeza sigo en la playa”; “cómo me cuesta retomar el ritmo”; “el calor no me deja pensar”.
Marzo: “Increíble, ¡ya estamos en el mes tres y todavía no hice nada!”; “voy a tener que pensarlo en el camino”; “ahora no puedo invertir ni tiempo ni dinero, así que -cuando termine de acomodar las actividades de los chicos- lo considero”.
Si te sentís identificado en cuanto a cómo transcurre esta primera etapa del año, te cuento que tal vez seas parte de este club al que pertenecemos muchos…. A veces procrastinamos (dejamos para mañana lo que podríamos hacer hoy); a veces simplemente recurrimos a frases como: “El tiempo dirá”, “en el viaje se acomodan los melones” o “ya que estamos en el baile, sigamos bailando”.
Diseñar es una palabra que proviene del latín y significa “dar nombre o signo a algo”. Cuando diseñamos algo, lo creamos, lo dibujamos en nuestra mente y en el papel, le damos forma, nos imaginamos en la foto, le ponemos colores y sabores. Cuando diseñamos, nos hacemos cargo de esbozar el futuro que deseamos.
¿Es necesario hacer bosquejos de futuro en diciembre o en enero? Tal vez. Si tu vida está organizada en un ciclo anual en el que acomodas los turnos de los niños en la escuela, las actividades deportivas, el cronograma laboral. Tal vez no sea imperioso respetar este año calendario. Quizás solo se trate de detenerse en dos o tres momentos cruciales que nos permitan vislumbrar futuro.
Las chispas creativas que promueven los cambios futuros aparecen en cualquier momento. Es conveniente tenerlas en cuenta, generar un lugar donde registrarlas (agenda, borde del cuaderno que tengo en uso, anotaciones en el teléfono). Si tenemos registro de estas chispas creativas, veremos que sobre las primeras ideas irán surgiendo otras, y otras, y muchas más. El diseño comienza siempre con nuestras propias inquietudes.
A veces desarrollar un proyecto de vida requiere de especialistas que nos colaboren con cuestiones específicas (por ejemplo, cuando diseñamos una casa tenemos que recurrir a varios expertos). Al poner el foco en aquello que queremos lograr, nos damos cuenta de que hay procesos que requieren “poner el propio cuerpo y la palabra” a disposición.
En esa dirección, la Master Coach Ontológico, Cristina Pietrantuoni, expresó que los coaches ontológicos son profesionales que colaboran con sus clientes / coachees en el armado de diseños lingüísticos, corporales y emocionales. Este diferencial profesional le permite al coach asistir a las personas atendiendo a estos dominios. Un diseño no es solo una obra visualizada, hay un camino a transitar para su culminación.
Hablar con un jefe para pedir un mejor lugar de trabajo o con un hijo adolescente ante situaciones no deseadas requiere efectuar un diseño de conversaciones y las charlas incluyen cuerpo, emoción y lenguaje: ¿Cómo lo invito a conversar? ¿Con qué palabras? ¿Dónde será la conversación? ¿Desde qué emoción necesito llegar a esa conversación? ¿Con qué cuerpo? ¿Cómo aparezco a la conversación en mi corporalidad? ¿Qué es lo que pido y cuáles serían las respuestas probables? Todo este proceso puede ser acompañado por un coach ontológico.
Diseñar siempre empieza por unos ojos que brillan ante lo que consideramos posible. El primer punto siempre es el croquis, el dibujo, el mapa. Luego vendrán preguntas sobre cómo desplegar las tareas necesarias, con quién o con quiénes. Siempre estamos a tiempo de delinear nuevos rumbos y de establecer nuevas maneras de estar en el mundo que habitamos.
¡Permanecé atento: tu mejor proyección podría iniciarse hoy!
Master Coach Ontológico. Vicepresidente segundo de la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional.
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