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Policiales ROBOS

Un riojano detenido por integrar banda delictiva nacional

Fue identificado como Juan Sánchez. La banda estaría detrás de cuantiosos robos en Córdoba y Cuyo.

La organización delictiva dedicada al “escruche” fue desbaratada tras una compleja investigación que comenzó en Córdoba y que se ha ido ramificando en diferentes puntos del país.

Los primeros en caer detenidosPero la banda lejos estuvo de dejar de operar. Regresaron a Cuyo y el pasado sábado 23 de diciembre, cuando se movilizaban en un Citroën C4 Aircross blanco, otra vez volvieron a involucrarse en una persecución policial. El rodado ya estaba en la mira luego de que vecinos de la zona de Luján de Cuyo lo reportaran como sospechoso y hasta aportaran las filmaciones de sus propias cámaras de seguridad.

Fue entonces que en la víspera de la Nochebuena, una patrulla lo cruzó en un semáforo. Los policías mendocinos le indicaron al conductor que no arrancara. Que los iban a identificar. Pero el que manejaba no hizo caso y aceleró. Intentó escapar, pero metros más adelante perdió el control del rodado y chocó.

Si bien luego intentaron escapar a pie, al final los cuatro ocupantes del auto terminaron detenidos: fueron identificados como Marcos Sosa (31), Martín Ávila (25), Ezequiel Campos (31) y Juan Sánchez, de 25 años y oriundo de La Rioja).

El fiscal mendocino Daniel Sánchez Giol se puso en contacto con su colega cordobés, Klinger. Intercambiaron figuritas y engrosaron aún más el mapa de la investigación.

Se sospecha que los cordobeses tenían cómplices de Mendoza, San Juan y de La Rioja. Incluso, que no siempre estaban todos en cada robo, sino que iban rotando.

Se cree que podrían estar involucrados en al menos una decena de escruches en diferentes puntos de Mendoza y San Juan, además de los casos que se investigan en Córdoba. Episodios en los que las víctimas han denunciado pérdidas de suculentas cifras en dólares.

“Sí, decí que anoche pudimos trabajar. Encontramos la casa esa que estaba ahí, fue a tocar el timbre Pichi y dice que no lo escuchaba así que me metí yo, me le fui por el patio todo, me subí al techo y no, no había nadie, así que lo llamé al Papi y al Pichi y entramos, todo. Decí que encontramos esa plata y el oro sino hoy no tendríamos ni un peso ni para pagar la casa. Decí que trabajamos ahí anoche porque con todo el problema que hay ahora, con el de la nafta, todo eso, no nos hubiéramos movido así que no sé qué vamos a hacer, si nos vamos a quedar hasta mañana; dicen que recién el lunes van a empezar a vender nafta”.

Tenían una aceitada logística. Un método trabajado. Los investigadores terminaron por definirlos como especialistas en “escruches”, la modalidad delictiva que consiste a ingresar a robar en domicilios cuando sus moradores se ausentan. Pero no conocían el azar: cada golpe era planificado al detalle.

Buscaban, con “dateros”, domicilios en los que pudieran encontrarse fuertes sumas de dinero. Dólares, sobre todo. También joyas y hasta algún perfume caro, aunque pequeño. Nada que obligara a un esfuerza al transportarlo.

A través de la web, recorrían los mapas digitales para encontrar el blanco e identificar los puntos de acceso y de rápido egreso, por las calles aledañas. Y, sobre todo, dónde estacionar para vigilar a las víctimas.

Llegaban temprano y esperaban. Hasta que los dueños salían de las casas. Los perseguían algunas cuadras hasta asegurarse que se iban a demorar en volver. Y ellos sí regresaban. Por las dudas, antes tocaban el timbre. Una, dos y hasta tres veces. “Los Timbreros”, fue el apodo con el que los sabuesos comenzaron a nombrarlos. El que tocaba, se hacía el decepcionado y se iba caminando.

De manera sigilosa, se subía al auto en el que habían llegado, estacionado a los pocos metros, y desde allí comenzaba a oficiar como “campana”.

Sus cómplices aparecían por atrás. Pronto, mochila en la espalda, trepaban por alguna tapia. Y con un pequeño gato hidráulico, forzaban lo que hiciera falta. Llevaban barbijos y capuchas. Siempre, sabían, en esos domicilios puede haber más de una cámara indeseada. Todo estaba cronometrado: tenían contados segundos para tomar el dinero grande y escapar.

Lo hacían en Córdoba. Pero también viajaban a menudo a Mendoza, donde todo les era más simple. Robaban y escapaban de la provincia.

Luego, regresaban a los problemas cotidianos de cualquier argentino. Si había nafta en los surtidores para poder viajar rápido. O si tenían un torneo de fútbol o un casamiento familiar que los obligara a posponer algún atraco suculento.

“Aca tenemos otro auto para volver”; “Somos 7”; “4 en auto”; “Y 3 en avión”; “Para volver”; “Esta noche”; “Cuando volvamos”; “De trabajar”; “Anoche encontré 17.000 dolares en una caja”; “Y oro”; “Llegamos tarde”; “Anoche”; “Hasta que comiéramos contaramos la plata”; “Repartieramos”; “Se iso tarde me bañe me acosté me dolia el tobillo lo que lo forze” (sic).

A sus parejas, a sus madres, a sus contactos, les iban contando las andazas. Con el dinero, buscaban cambiar pronto de vehículo. Y hasta se daban el lujo de adquirir pasajes en avión, de último momento, ya que no tenían asegurado conseguir combustible en la vuelta hacia Córdoba.La pista del auto

Figueroa y Libera ya fueron detenidos, luego de que en julio pasado se produjera un nuevo golpe de la banda en un domicilio de calle Díaz de la Peña, en el barrio Cerro de las Rosas.

Por las cámaras, el dueño de casa fue anoticiado de que había intrusos adentro de su casa. Llamó rápido al 911, pero cuando los policías iban llegando, quien hacía de “campana” les avisó a los que estaban adentro. Saltaron por una tapia a la casa de una vecina y de allí ganaron la calle. Treparon al auto y comenzaron a huir, momento en que otra patrulla los cruzó.

Se produjo, entonces, una intensa persecución por el Cerro de las Rosas, hasta que los delincuentes abandonaron el auto Peugeot 308, se metieron en un baldío, alcanzaron el techo de una vivienda de la zona y se perdieron en la profundidad de la noche. Pero sobre un asiento del auto quedó un celular y un destornillador. Y el propio vehículo se transformó en una pista valiosa.

Se determinó que el Peugeot 308 había ido pasando por diferentes manos en pocos meses.

A nombre de la pareja del cantante Rubén “Kesito” Pavón, primero fue vendido a un particular mediante formulario 08. Éste, sin hacer transferencia, hizo lo mismo con un hombre que se dedica a la compra y venta de vehículos, quien a su vez terminó por comercializarlo con el padre del sospechoso. Esta última transacción, se realizó a fines de mayo último, aunque sólo se trató del formulario 08. Fue por ello que los investigadores tuvieron que realizar todo un trabajo de hormiga hasta determinar el recorrido final de la titularidad del vehículo.

El equipo de sabuesos liderados por Klinger comenzó a entretejer un organigrama que terminó por volverse enorme. Flechas cruzadas, nombres propios, números de celulares y relaciones. Se fueron acumulando casos y sospechas. Y viajes. La clave de Mendoza se hizo cada vez más evidente.

JUSTICIA ROBO EL EQUIPO

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