La economía argentina atraviesa un proceso acelerado de endeudamiento entre usuarios del sistema financiero tradicional y del universo cada vez más amplio de prestadores no bancarios. Según el último informe de Prestadores No Financieros de Crédito (PNFC) que elabora el Banco Central de la República Argentina (BCRA) , la deuda promedio por cliente alcanzó los $5,6 millones, lo que representa un salto del 75% interanual. Hace un año, ese monto rondaba los $3,2 millones.
El aumento se explica por la combinación de inflación, caída del poder adquisitivo y un mayor uso del crédito para gastos corrientes. Del total adeudado por cliente, $4,4 millones corresponden a bancos, mientras que $1,2 millones provienen de prestadores no financieros, un sector que incluye fintech, billeteras virtuales, tarjetas de consumo, cadenas comerciales y emisoras de crédito no bancarias.
El informe del BCRA revela además la magnitud del sistema paralelo al bancario. En la Argentina operan 542 empresas no financieras que otorgan préstamos a personas, un universo que continúa creciendo ante la demanda de financiamiento rápido y sin los requisitos tradicionales. En total, estas firmas otorgaron unos $11 billones, con un incremento interanual del 144% en préstamos personales y del 53% en créditos mediante tarjetas.
El crecimiento del crédito no bancario viene acompañado de señales de alerta. La morosidad total -sumando bancos y entidades no bancarias- se estrepó al 8,6%, “el valor que más duplica la tasa registrada en enero”, según detalla el reporte. Pero la situación es más compleja fuera del sistema financiero tradicional: los préstamos personales de fintech y otras firmas presentan un 20% de mora, mientras que en las billeteras virtuales el impago llega al 18%.
Rubro electrodomésticos
El rubro de electrodomésticos es uno de los más afectados, con un 27% de mora, impulsado por precios elevados, salarios rezagados y tasas de interés crecientes. Para el Banco Central, estos indicadores reflejan “un deterioro adicional en la calidad crediticia”, que podría intensificarse en los próximos meses si no se revierte la tendencia.
El costo del financiamiento explica parte del problema. La Tasa Nominal Anual (TNA) de los préstamos personales otorgados por crediticias no bancarias trepó al 129%, muy por encima de la inflación anualizada de julio, que fue del 36,6% interanual. A esto se suma el 92% de costo de mantenimiento de tarjetas de crédito en el sector no bancario, lo que complica aún más la capacidad de pago de millones de personas.
Frente a este escenario, el Banco Central inició un proceso para intentar aliviar la carga financiera. Este jueves redujo su tasa de interés de referencia del 22% al 20%, con la expectativa de abaratar el costo del crédito bancario y estimular una mayor oferta de préstamos en mejores condiciones. Con esa baja, la autoridad monetaria busca impulsar una política monetaria más expansiva y, al mismo tiempo, desalentar el crecimiento desordenado del crédito no bancario.
Sin embargo, los especialistas advierten que la reducción de tasas podría tener un efecto limitado si no mejora la situación de los ingresos. Mientras la inflación cede pero los salarios siguen por detrás, cada vez más personas recurren al crédito para gastos cotidianos, lo que empuja el endeudamiento a niveles históricos y compromete la capacidad financiera de los hogares.
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