Olima relató que el último temblor, de magnitud 5,9 en la escala de Richter, provocó momentos de verdadero pánico en la población.
“El primero fue leve, casi imperceptible, al igual que el segundo. Pero el último fue terrible. El ruido era impresionante, como si se te cayera la casa encima”, sostuvo Olima. Según explicó, el temblor generó derrumbes en los cerros cercanos y una sensación generalizada de inseguridad. “Ya no sabíamos si lo que sentíamos era el movimiento del piso o el ruido del cerro que se desmoronaba”, agregó.
La intendenta señaló que los mayores daños se concentraron en la zona norte del departamento, particularmente en la localidad de Campanas. Allí se registraron derrumbes en viviendas antiguas de adobe, muchas de las cuales eran utilizadas como depósitos y estaban deshabitadas. “Se cayeron todas, literalmente”, afirmó.
Además, Olima mencionó afectaciones en iglesias centenarias de la zona: “Son construcciones muy antiguas, de más de 100 años. Varias presentaron grietas, al igual que algunas casas”. También informó que algunas localidades continúan sin servicio de energía eléctrica.
A pesar de la magnitud del sismo, la jefa comunal llevó tranquilidad: “Gracias a Dios no hay víctimas, solo pánico. Sobre todo en los adultos mayores. Incluso a uno mismo todavía le tiemblan las piernas”.
Finalmente, Oliva recordó que hacía décadas no se registraba un temblor de tal intensidad en la zona. “La gente lo compara con el terremoto de San Juan del 76. Pero tan fuerte como este, no se recordaba”, expresó: "Que quienes tengan familiares aquí se queden tranquilos. No hay heridos y los daños materiales, con el tiempo, los vamos a poder solucionar”.
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