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Sociedad EFEMERIDES

Carlos Monzón y la noche que transformo su vida y el boxeo argentino para siempre

El 7 de noviembre de 1970, Monzón destronó a Nino Benvenuti en Roma y se coronó campeón del mundo de los medianos. Fue el inicio de un reinado incomparable.

Hace 55 años, el deporte argentino vivió uno de los momentos de mayor gloria de todos los tiempos, en el Palazzo Dello Sport, en las afueras de Roma, Carlos Monzón, el doble poseedor de los títulos argentino y sudamericano y ubicado número 1 en el escalafón universal aplicó un golpe violento de derecha a la mandíbula, en el duodécimo asalto y destronó de la corona de peso medio al hasta entonces invencible en su país, el italiano Giovanni Benvenuti.

El nocaut fue de características espectaculares, el relato del joven Santos Nicolini (Oral Deportiva, Edmundo Campagnale de LS5 Radio Rivadavia) y el repetido grito de “Carlos Monzón, campeón del mundo de peso mediano”, produjo un estallido en todos los sectores sociales, culturales, deportivos y políticos.

En la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, la gente salió masivamente a recorrer las calles, cantaba, reía, lloraba y al grito de “Dale Negro”, “Dale Campeón”. Miles de hombres, mujeres, jóvenes, niños, daban rienda suelta a la alegría. Las principales arterias, los bulevares, la Costanera, las avenidas de penetración de esta capital eran testigos de acciones inenarrables.

Lo propio acontecía en el Villa Yapeyú, donde el flamante monarca, con sus propias manos había construido una modesta vivienda para su familia; también en la zona estaban sus padres celebrando la conquista ecuménica de “Escopeta” Monzón en el llamado “Bar del 5”, propiedad de su hermano Nicéforo.

Muchos amigos repetían la escena en el bar “La Serrana” de bulevar Pellegrini y Blas Parera (hoy Presidente Perón), del Gallego Antonio González Ojea, que “Pelusa” llamaba “La Facultad” y Carlos frecuentaba de niño cuando vendía diarios y lustraba zapatos, recibiendo solidariamente un plato de comida.

“Yo no me voy a olvidar del gesto de ustedes y cuando sea campeón del mundo los visitaré siempre que pueda”, repetía cuando pasaba por el lugar el flamante campeón mundial de peso mediano.

El combate

El argentino se mostró superior en la mayor parte del encuentro, aunque los jueces -insólitamente, en sus tarjetas daban ventaja al local- en el undécimo asalto se observaba al campeón con signos de cansancio, en tanto Monzón estaba sobrio, fuerte y lo corrió literalmente por todo el cuadrilátero; Benvenutti ya sin ninguna reserva física, con una herida en la boca, capeó la situación y obedeciendo a los últimos recursos que le quedaban a un hombre inteligente, dando la sensación de que estaba para seguir; pero era evidente que no daba más y que sus piernas no lo sostenían.

La decepción en todo el estadio inhibían las gargantas y la mayoría de los aficionados observaba que estaban ante la presencia de un nuevo campeón del mundo, Benvenuti sólo tenía el recurso de que una mano suya entrara de casualidad.

La frialdad y el cálculo del argentino midiendo cada vez más al oponente, terminaron con la paciencia de Benvenuti; no había siquiera roces, ni enganchadas de guantes, ni quejas al árbitro, ni nada; el italiano retrocedía buscando tiempo y aire. Monzón se le iba encima , cerrándoles caminos y no permitiéndole hacer absolutamente nada siempre.

Se trataba de una situación totalmente incómoda para el monarca, ante un hombre que le pegaba oír todos lados; los brazos de Benvenuti se movían, al igual que su cuerpo en nerviosos bailoteos, sin ton ni son incomprensibles y que demostraban su derrumbe. Cuando terminó ese capítulo, los periodistas argentinos tenían tres puntos en favor del pupilo de Brusa.

El asalto número 12 entró en las estadísticas como el del fin de un reinado legendario; evidentemente, este Benvenuti que enfrentó a Monzón no pudo descifrar un enigma que lo había perturbado.

Para Italia, para Benvenuti, para los periodistas de Roma y de toda la península, la derecha de Monzón impuso respeto desde que lo vieron trabajar en el gimnasio y desde que supieron su récord; pero el argentino, astuto, hábil, bien dirigido y entrenado magníficamente, apoyó su acción durante toda la noche con la mano izquierda que causó estragos en el campeón y que lo dejó sin poder usar la inteligencia, su fuerte.

En el último capítulo, el duodécimo de una pelea pactada a 15, fue un avasallamiento total por parte de Monzón, entero y cada vez más lúcido, dueño absoluto de la situación y que llegó a jugar y a correr por el ring al italiano.

Según el “Gordo” Horacio García Blanco, a los dos minutos llegó la hora esperada; una zurda arriba y una derecha cruzada, hicieron retroceder a Benvenuti; un uno-dos perfecto lanzado por el santafesino con absoluta seguridad y destino exacto; allá se fue el italiano contra las cuerdas; después de cruzar el cuadrilátero caminando hacia atrás y para zafarse de otra zurda de Monzón, se agachó tirándose hacia su derecha; el argentino que ya había “olfateado” esa única salida del local, cercado por el encordado, mandó con todo la famosa derecha; llegó justa, neta, exacta al costado de la boca del italiano, que cayó fulminado.

Monzón se fue al rincón neutral casi sin mirar su obra… El juez corrió para contar, Benvenuti quedó de rodillas, con la mandíbula apoyada contra la lona; quiso reaccionar cuando la cuenta llegaba al fin y se volvió a caer; el out llegó implacable; podían haberle seguido contándole un rato más; alguien, no se sabía cómo, entró en el ring y quiso embarullar el momento, interponiéndose entre el juez y Benvenuti, pero hasta eso era tarde.

El “campeonísimo” había caído abatido, fulminado; tardó un rato en reaccionar; pero más tardó el público, que no lo podía creer. El sanjavierino fue al centro del ring y el árbitro le levantó la mano decretando ganador a Monzón.

En ese lugar, donde Benvenuti era patrón, el santafesino escribió una de las páginas más gloriosa, sino la mejor de todos los tiempos, en materia de lograr un título. Un nocaut brillante buscado sin desesperación y como epílogo de un certero golpe de la mano que había hecho hablar a toda Italia.

El primero en ingresar al ring tras la consagración de Carlos I, fue uno de sus amigos que más trabajó con él en el Luna Park, “Goyo” Peralta, lo levantó y paseó en sus hombros; la felicidad de todo su equipo: el Maestro Amílcar Brusa; Juan “Ardillita” Aranda; José Menno, el Prof. Patricio Russo y Tito Lectoure, que repetía a la prensa italiana “les dije que Monzón iba a ser campeón mundial, hace 60 peleas que se mantiene invicto y se lleva la corona a la Argentina”.

A su vez, Brusa, afirmaba: “Monzón es obediente, un gran profesional, el mejor de todos y hoy con un Escopetazo, los romanos se quedaron sin Emperador. Gracias Carlos, Santa Fe y el país están de fiesta”, concluyó.

Santa Fe y Argentina agradecidos

El flamante monarca de peso medio Carlos Monzón abrazado con el sanjuanino Gregorio “Goyo” Peralta descendió eufórico del cuadrilátero, con su rostro sonriente era la imagen eterna de un muchacho litoraleño humilde que cumplió exitosamente el sueño de su existencia.

La del mismo muchacho que llegó del barrio La Flecha de su San Javier natal, buscando nuevos horizontes; pasó los momentos difíciles del chiquillo que tuvo que pelear desde niño con una escuela que la tuvo en la calle, luchando por, llevando el producto de su trabajo para fortificar el sustento de los suyos la vida esquiva. Ingresó en el boxeo en el desaparecido Club Cochabamba, luego pasó al de Ricardo Minella, frente al Parque Juan de Garay.

Nunca olvidó a los grandes amigos que lo ayudaron en sus comienzos en el boxeo: Agrafogo, el “Negro” Mendez, Gordillo y todos los que trabajaron en el gimnasio de Amílcar Brusa, en los comienzos en San Lorenzo y Cándido Pujato y luego en el Club Unión.

Luego tuvo el encuentro con Amilcar Oreste Brusa, quien lo hizo como un padre, consejero y amigo, un resumen de amparo total; siguieron la ruta, la cuerpearon en todas y llegaron; atrás quedaron los tropiezos.

Monzón y Brusa llegaron al sitial, el sacrificio coronó todos sus desvelos; a partir de entonces se presentaba un ancho futuro que traería para el nuevo poseedor del cinturón universal de la división mediana el equilibrio y la solidez económica.

Los poderosos puños del pugilista santafesino habían destruido la imagen de un campeón idolatrado por los italianos que anteriormente había sido campeón olímpico, la izquierda del boxeador sudamericano preparó, la derecha estalló y fue el final del campeón mundial de la península.

En esa noche gloriosa del sábado 7 de noviembre de 1970, la Argentina poseía dos campeones del mundo: Nicolino Locche y Monzón. Santa Fe, el país y el boxeo eternamente agradecidos.

La felicidad de “Pelusa”

En el despacho del director de Canal 13 “Santa Fe de la Vera Cruz”, Mercedes Beatriz García (26 años), a quien el nuevo campeón de boxeo de categoría mediano, Carlos Monzón, llamaba cariñosamente “Pelusa”, lloraba de alegría, casi no había hablado durante la pelea por el título universal, seguramente no le interesaba ni pensaba hacerlo porque estaba esperanzada en cada golpe que colocaba su esposo, el retador y que sentía cada golpe de Giovanni “Nino” Benvenuti que a cada instante veía escapársele el titulo.

Cuando concluyó la desigual pelea con el categórico triunfo de su esposo, las cámaras de televisión, los telegramas, los centenares de felicitaciones, las radioemisoras de todo el país queriendo su testimonio por la resonante conquista. La gente quería conocerla.

Mercedes Beatriz “Pelusa” García que un día comenzó a ser “de Monzón”, contestaba, abrazaba, reía, lloraba, pero para muchos, su amor y corazón estaba rebosando de felicidad en Roma.

Esa noche había dejado de ser simplemente, la esposa de Monzón para convertirse en la esposa del Rey del Mundo de los medianos.

Los padres la vieron en Villa Yapeyú

En el modesto “Bar del 5”, en el populoso barrio de Villa Yapeyú, se congregó una numerosa cantidad de parroquianos para observar las alternativas del combate que libraron en el “Palazzo Dello Sport”, en las afueras de Roma, por el título mundial de peso medio, el titular de esa categoría Giovanni Benvenuti, de Italia y el N° 1 del escalafón internacional, el argentino Carlos Monzón.

El propietario del mismo, Nicéforo Monzón, de 35 años, hermano de Carlos, invitó a los padres del challenger Roque Monzón y Amalia Ledesma, además de otros familiares.

Cuando el encuentro se definió en favor del argentino, una multitud de vecinos se hizo presente en el lugar para felicitar a los progenitores del pugilista argentino consagrado en forma espectacular que había nacido en el barrio La Florida de San Javier el 7 de agosto de 1942.

Más tarde, llegó emocionada y con gran regocijo y alegría Mercedes Beatriz García y sus dos hijos Silvia Norma, de siete años y Abel Ricardo, de cuatro, celebrando junto a los vecinos la notable conquista.

Se convirtió en una fiesta de pueblo, de familia; humilde, registrándose escenas muy emotivas, con la participación hombres, mujeres, niños de ambos sexos. Los progenitores recordaron que eran muchos hermanos y que se trasladaron desde San Javier a Santa Fe buscando un bienestar, en primer término en el barrio Barranquitas Oeste.

Alegría indescriptible

Al término de la contienda, fue una odisea llegar hasta el camerino del argentino Carlos Monzón, una multitud dentro del mismo, entre colaboradores, asistentes, periodistas argentinos. Los italianos, cabizbajos, con la seguridad y cercano al vestuario del destronado pugilista italiano.

El flamante campeón del mundo estaba flanqueado por su adiestrador Amilcar Oreste Brusa; el promotor y gerente del Luna Park, Juan Carlos “Tito”Lectoure y Gregorio “Goyo” Peralta, abrazados y cantaban “Argentina…Argentina” y más atrás con lágrimas, José Menno, un trotamundo del boxeo; Juan “Ardillita” Aranda, campeón argentino welter juniors y el profesor Patricio Russo, vendió su auto para estar en la preparación del sanjavierino.

Los periodistas argentinos de radios, diarios y televisión estaban incontrolables, saltaban, cantaban al grito de “Dale campeón, Dale campeón” estaban: Santos Nicolini (LS5 Radio Rivadavia), tuvo la suerte de relatar el espectacular nocaut del santafesino; Manuel Piri García (El Gráfico), Juan Carlos Rousselot, Pozo Navarro, Ruíz (Crónica), Horacio García Blanco, Pedro Oscar Roteta (El Litoral), Julio Juan Canteros (Nuevo Diario), etcétera.

En un momento dado, el campeón había hablado por radio y televisión santafesina, señalando eufórico: Toda la gente, de los distintos barrios salió a la calle y hay caravanas de camiones, autos, motos, carros y caminando con banderas argentinas. “Este triunfo es para la Argentina y especialmente para Santa Fe”, aseguró el sanjavierino.

CARLOS MONZON BOXEO EFEMÉRIDES
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