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Sociedad

Córdoba: fuerte mensaje del arzobispo Rossi en la manifestación contra la droga y la violencia

La máxima autoridad de la Iglesia en Córdoba reclamó cambios profundos. Repartió responsabilidades y apuntó a la política. Pidió que las escuelas vuelvan a ser el espacio de referencia de los jóvenes.

El arzobispo cordobés, Ángel Sixto Rossi, no anduvo con vueltas este lunes por la tarde. La Iglesia Católica había convocado a una movilización en contra de la drogadicción y la violencia en el Centro de Córdoba. En ese marco, la máxima autoridad eclesiástica habló con firmeza y caracterizó la problemática del consumo de drogas en el ámbito local.

La movilización reunió a un grupo numeroso de personas. Se realizó en la explanada de la casa mayor de la Iglesia, la Catedral de Córdoba.

De la convocatoria participaron los curas que integran la Pastoral Social y el párroco Mariano Oberlin, cuya obra días atrás fue objeto de amenazas y foco de escopetazos en la zona baja de Müller, al sudeste de la ciudad de Córdoba.

Los autores de ese ataque aún no fueron detenidos.

La Iglesia de Córdoba convoca a manifestarse este lunes contra la droga y la violenciaANUNCIOVer MásUnirse a una conversaciónDejanos tu opinión.Tu comentario nos interesa.Leer todo 17 Comentarios

Estuvieron presentes el ministro de Gobierno y Seguridad, Julián López, y el secretario de Seguridad, Claudio Stampalija; además del intendente Marín Llaryora, actual candidato a gobernador del oficialismo.

Basta de violencia

El clamor generalizado de los feligreses, a quienes también se les sumó el apoyo del Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz), hizo eje en el rechazo a todo tipo de violencia.

Rossi advirtió que “no es la consigna de ninguna facción, porque es la de todos. El tema central sea no la tajada propia, egoísta, sino el bien común de nuestra gente, el cuidado de todos y especialmente de los más débiles” y se basó en dichos del Papa Francisco para sustentar su señalamiento.

De este modo, pidió frenar con las manifestaciones de violencia que ocupan a la sociedad y pidió que crezca la fraternidad entre los cordobeses.

La drogadicción, el peor de los males

Como una de las principales causas de la creciente virulencia social, Rossi planteó que se debe atender el urgente problema de la drogadicción.

“Este grito, este anhelo tampoco es exclusividad de ninguna religión. Es un lugar sagrado que nos une a todos los credos, es un templo común donde hay lugar también para quienes no profesan ninguna fe, donde descalzamos el alma, juntamos las manos, donde lloramos y rezamos”, expresó el arzobispo.

Y agregó: “Nos duele y nos llena de impotencia ver a nuestros niños y jóvenes hechos víctimas de la miserabilidad de unos pocos”.

También sostuvo que los “abuelos en nuestros barrios” están encerrados, sin poder salir a la vereda para compartir unos mates, producto del peligro que se instaló en la provincia.

Por su parte, el ministro de Gobierno y Seguridad de Córdoba, Julián López, estuvo presente durante el acto y reconoció que comparte la preocupación con la Iglesia Católica y el Comipaz sobre la necesidad de dar lucha a la inseguridad y al narcotráfico. Consideró que “esta tarea es de todos”.

“Nosotros, desde el lugar que nos toca, estamos profundizando acciones que van en ese sentido, pero también necesitamos del compromiso de las fuerzas federales en la lucha contra el narcotráfico, porque luchar sólo contra el narcomenudeo no alcanza”, expresó.

También resaltó que mantiene reuniones frecuentes con el Comipaz. “Seguimos trabajando como lo hemos hecho siempre, hoy nos reunimos y seguramente durante la semana nos volveremos a reunir con el Gobernador, como lo hacemos con todas las instituciones”, sostuvo.

La educación como bandera

Rossi también dejó lugar en su discurso para clamar por mayores oportunidades a los jóvenes, a quienes caracterizó como víctimas de las drogas. Al respecto, pidió que las escuelas vuelvan a ser su sitio de pertenencia. Y advirtió que la Iglesia identifica una gran deserción escolar.

“Nos desespera la deserción de los chicos en el colegio, las aulas despobladas, reemplazadas por una esquina del barrio o un rincón de la placita”, sentenció.

“Rezamos, juntamos las manos, pero después de juntarlas las abrimos para el servicio, para darlas, para meterlas sin miedo de que se ensucien, pero que se ensucien en el barro de nuestra debilidad y no en el fango de la corrupción”, desarrolló el arzobispo.

Y fue más allá al plantear que si la Iglesia y todos “no meten las manos”, sin importar la misión o la vocación o el sitio al cual se pertenezca, ellos (por los narcotraficantes) seguirán ganando.

Un asunto de todos

“Algunos tienen por supuesto, dada su función, más responsabilidad que otros en esta labor, pero de esta no zafa nadie”.

De este modo, Rossi repartió responsabilidades. Así, la Iglesia extendió su solicitud a que la sociedad en su conjunto se involucre en esta misión que considera de primer orden.

Sin embargo, en su mensaje el arzobispo le habló directamente a quienes no están en el llano. Es decir, a los que manejan los hilos del poder.

“Somos conscientes que hay realidades que los ciudadanos del llano no podemos manejar, que superan nuestras modestas posibilidades: cuestiones de macroeconomías, de alta política, de juego de los poderosos, que ciertamente a la mayoría nos superan, pero que está al alcance de instituciones que sí pueden y deben administrar para el bien común”, expuso.

Al resto, a los que pueden poner en juego su “humanidad”, les pidió “hacer algo bajo la bandera de la solidaridad”.

“En todo caso, esta es una misión compartida: ‘Estamos todos en la misma barca’, nos lo recordó Francisco. Y es verdad. El problema es, como dice el padre Rafael Velasco, que mientras unos viajan en primera, otros van amontonados en la bodega”, sostuvo.

La pobreza como factor a resolver

Rossi cuestionó el “injusto reparto de las riquezas”. Lo relacionó con “un desprecio de culturas no dominantes” y a “un egoísmo que impide que las personas puedan desarrollar todas sus capacidades”.

En su discurso, el arzobispo dijo que hay “un aumento del número de descartados a raíz de la pobreza”. Y volvió a hacerse eco de los dichos del Papa: “nos invita a no contagiarnos con los síntomas de una sociedad enferma, porque busca construirse de espaldas al dolor”.

“Tenemos la obligación cívica, del compromiso con los marginados y sufrientes. Compromiso que debiera ratificarse cada mañana, como un ejercicio practicado en clave de afectos”, expresó.

Fuente: La Voz

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