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Sociedad CRUCE SANMARTINIANO

Expedición Zelada Dávila, uno de los hechos más significantes de la historia riojana

Se conmemorarán hoy 207 años de uno de los hechos más significantes de la historia riojana: el cruce sanmartiniano de La Rioja a Chile. La expedición auxiliadora Zelada-Dávila reivindica la impronta de la provincia ante la historia de Latinoamérica, por permitir la liberación de pueblos vecinos.

El Cruce de los Andes es considerado uno de los grandes hitos de la historia argentina, así como también como una de las mayores hazañas de la historia militar universal.

El plan de ocupación de Chile ideado por el general San Martín se basó en el despliegue de seis columnas que cruzarían los Andes por diferentes puntos. Las dos principales fueron por Uspallata en Mendoza –a cargo del general Las Heras– y por Los Patos en San Juan, encabezada por San Martín. Y hubo cuatro cruces auxiliares que se consideran fundamentales en la brillante estrategia militar del libertador, que le garantizaron la victoria en la Batalla de Chacabuco: dos fueron por Mendoza, una desde San Juan y otra desde La Rioja, comandada por el coronel del ejército del Norte Francisco Zelada y el capitán Nicolás Dávila. El objetivo era ocupar el valle de Huasco y Copiapó, tomando a los españoles por sorpresa.

EL CRUCE AUXILIAR POR LA RIOJA

La llamada Expedición Zelada-Dávila estuvo integrada por 350 hombres que debieron superar uno de los pasos más altos de la cordillera –casi 5000 msnm– para luego dividirse en dos columnas. Copiapó era un centro de desarrollo minero y Huasco el puerto chileno donde podían desembarcar las tropas realistas. Los integrantes de la expedición provenían de diversos lugares. El general Manuel Belgrano envió a sus mejores hombres del Ejército del Norte desde el cuartel general de Tucumán. Pero el aporte principal en hombres y pertrechos provino del gobierno de La Rioja, que contribuyó con 900 mulas y mil kilos de pólvora provenientes de una de las dos fábricas que existían en ese entonces.

En abril de 1816 San Martín le pidió al gobernador de La Rioja, Ramón Brizuela y Doria, 50 quintales de plomo para balas, 300 suelas para monturas, correajes y demás artículos. Manuel Belgrano, con anuencia de San Martín, designó como gobernador de la provincia a José Benito Martínez en agosto de 1816, para que organizara la expedición riojana. El coronel Nicolás Dávila armó la tropa reclutando a 150 riojanos. A Fulgencio Peñaloza, comandante de Los Llanos, le pidieron que reclutara a 200 hombres entre los que estaba el joven Facundo Quiroga.

Una vez que el contingente compuesto por trescientos cincuenta hombres estaba listo, el 12 de enero de 1817, partieron desde Chilecito por la Cuesta de Miranda, hacia Guandacol, para trasponer la Cordillera por el Paso de Comecaballos, paralelo al de Pircas Negras y Peñas Negras. Comecaballos, era un sendero que transitaban frecuentemente arrieros que trasladaban ganado en pie hacia Copiapó, donde había una gran actividad minera, de la cual participaban muchos riojanos.

El 22 de enero partió la expedición encabezada por el oficial Francisco Zelada, conformada por oficiales riojanos provenientes de familias patricias, descendientes de los pueblos originarios e incluso de africanos que habían llegado a la provincia a partir del siglo XVII. También había comerciantes y mineros chilenos. Todos guiados por baqueanos que cruzaban regularmente a Chile arreando ganado.

Según los registros, la Expedición Auxiliar Zelada-Dávila, llegó a territorio Chileno el 1 de febrero, donde dividieron sus fuerzas, en la unión del Río Cachito y Jonquera, con el propósito de tomar Huasco y Copiapó.

Respectivamente, Dávila encabezó la que tomó Copiapó con un ejército aproximado de ochenta hombres, mientras que Zelada llegó a Huasco con el resto de las tropas.

Esta estrategia se llevó a cabo de acuerdo con lo planificado por el General San Martín, para que de manera sincronizada los ejércitos llegaran a territorio chileno y tomarán posesión, simultáneamente, el 12 de febrero.

La Expedición Zelada-Dávila fue incluso más importante que la que cruzó a Chile por San Juan, dada la cantidad de hombres que participaron y las dificultades del trayecto, teniendo en cuenta su mayor longitud y la altitud, llegando en partes a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar.

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